El Departamento de Alcantarillado de la empresa Teidagua ha llevado a cabo un estudio piloto de la repercusión que las toallitas húmedas producen en el servicio, con un resultado que alcanza las 13 toneladas. Esa es la cifra de estos residuos que estima la compañía que fue vertida a la red durante 2019. Para alcanzar esos números se contabilizó la tipología del material mayoritario que se extrajo en las limpiezas preventivas de las "zonas más sensibles".

Según los datos aportados por Teidagua y el Área de Servicios Municipales del Ayuntamiento de La Laguna, en el 32% de los casos el residuo principal eran arenas y gravas; en el 30% estaba formado por la fusión de jabones y grasas, que al mezclarse "producen tapones de gran dureza"", y en tercer lugar se detectó un 27,23% de toallitas, "cuya acumulación forma grandes tapones capaces de obstruir colectores de gran sección". En términos absolutos, durante el pasado año se retiraron 48.000 kilos de la red de alcantarillado, de los que se calcula que 13.000 eran sobre todo toallitas.

"Otro punto sensible de la red de alcantarillado y que hemos estudiado son las rejas de entrada a las estaciones de bombeo; son rejas instaladas para proteger las bombas y evitar atascos", explicaron. ¿Cuáles fueron ahí los resultados? "En este punto, el porcentaje de residuo mayoritario que suponen las toallitas sube hasta el 68%", indicaron, antes de precisar que en estas rejas se extrajeron 1.300 kilos de residuos, de los que unos 900 correspondían al material objeto de estudio.

Desde Teidagua apuntaron que las "turbulencias" del agua residual permiten disgregar los "materiales celulósicos", como por ejemplo el papel higiénico. "Por eso no existe ningún problema por verterlos por el alcantarillado; sin embargo, todos los elementos tipo toallitas, compresas o pañales contienen en su composición materiales plásticos, lo que no facilita su degradación", señalaron. "Por ello no se pueden verter por los desagües", remarcaron.

En parte, desde la empresa y el consistorio dan a conocer ahora estos datos porque, entre sus numerosas derivadas, el encierro en los domicilios ha dejado una mayor cantidad de toallitas húmedas que son vertidas a la red. "Es justo en estos momentos, en los que estamos obligados a estar en situación de confinamiento en casa, en los que tenemos la tentación de olvidar y dejar atrás temas tan importantes como el reciclaje, el ahorro energético o la protección del medio ambiente", manifestaron sobre esta problemática.

Más allá de eso último, las causas son más complejas. "Los sistemas de alcantarillado de cualquier ciudad o área metropolitana funcionan mayoritariamente por gravedad; es decir, el agua discurre libre por las canalizaciones, desde las zonas más altas de la ciudad hasta las áreas bajas. En ocasiones es necesario recurrir a estaciones de bombeo para salvar puntos bajos y elevar el agua residual", detallaron desde Teidagua. Así pues, la pendiente del terreno es fundamental para el buen funcionamiento de los sistemas de alcantarillado, y existen zonas donde el desnivel es suficientemente alto y el alcantarillado, funciona sin ningún tipo de problema. "Estos tramos pueden llegar a ser denominadas autolimpiantes", expusieron.

Sin embargo, hay otros segmentos de la red en los que las cosas no son tan fáciles. "Aquellos con pendientes bajas se llaman tramos sensibles", afirmaron. Lo que ocurre aquí es que la velocidad del fluido es baja y se favorece la sedimentación del agua residual. Es por ello que las principales dificultades en un sistema de drenaje se dan en estos puntos, al igual que en la entrada de estaciones de bombeos y depuradoras. "Los esfuerzos de cualquier gestor de redes de alcantarillado pasan por, en primer lugar, detectar estas zonas sensibles y, además, por planificar las limpiezas periódicas de ellas", resaltaron.

La etapa de los pozos

"Con anterioridad a la instalación de las redes de alcantarillado, las viviendas canarias, aprovechando el carácter volcánico de las Islas, evacuaban las aguas residuales que generaban a través de fosas sépticas y pozos absorbentes, infiltrándolas al subsuelo", recordaron desde Teidagua. Ese sistema, que se sigue manteniendo todavía en muchas zonas del Archipiélago, llevaba a un mayor cuidado con aquellos residuos que se vertían por los desagües, dado que la vida de los pozos dependía en gran medida de esas buenas prácticas.

"Con la llegada masiva de las redes de alcantarillado a partir de los años 70 y 80 del siglo pasado se comenzó a abandonar el uso de los pozos filtrantes y se generalizaron las redes de alcantarillado y, paralelamente, la conciencia de la población comenzó a cambiar, con lo que encontró en los desagües la solución para desprenderse de todo tipo de residuos generados en sus casas", analiza la empresa encargada de la gestión del ciclo integral del agua en los municipio de La Laguna y Tacoronte.