El 4 de diciembre de 1999 San Cristóbal de La Laguna entró por méritos propios en un selecto grupo de ciudades españolas que han hecho de la protección de su legado histórico y monumental su principal seña de identidad. La declaración de la Unesco situó a la antigua Aguere en el mismo nivel de excelencia patrimonial que urbes milenarias como Salamanca, Toledo o Santiago de Compostela.

En este reconocimiento internacional tuvo mucho que ver la original configuración urbana de la ciudad desde su fundación en 1497 por Alonso Fernández de Lugo. "Primera ciudad trazada a cuadrícula", como apuntó Luis Diego Cuscoy, el diseño de La Laguna, realizado con instrumentos de navegación marítima y a cordel, supuso la materialización de un modelo humanista concebido a la medida del hombre, que sirvió de referencia para las nuevas poblaciones que florecieron en las colonias españolas del Nuevo Mundo.

Pero el título de la Unesco fue también la confirmación de un compromiso ciudadano: el de conjugar el desarrollo económico y social con el mantenimiento de un valioso legado monumental, la conservación y restauración del casco histórico y la protección medioambiental. En definitiva: la defensa de nuestra riqueza patrimonial y urbanística combinada con el crecimiento y las aspiraciones de una ciudad en permanente evolución y plenamente asentada en el siglo XXI.

La declaración de Laguna como Patrimonio Mundial fue además -y lo continúa siendo- un acicate y un estímulo para otras ciudades de Canarias con conjuntos históricos de gran valor patrimonial, desde San Sebastián de La Gomera a Teguise, desde Betancuria a Santa Cruz de La Palma, que apostaron por operaciones de peatonalización como un primer paso significativo en el proceso de revitalización de los cascos y de sus actividades empresariales y han reforzado la protección de sus bienes monumentales. En ese sentido, el reconocimiento de La Laguna resultó beneficioso para todos los conjuntos históricos de Canarias.

Veinte años después, nuestra ciudad luce con orgullo y se felicita por su condición de Patrimonio Mundial. Pero La Laguna no quiere morir de éxito y debe renovar el compromiso social con su herencia histórica y cultural. Después de dos décadas, quizá se hace necesario un nuevo análisis del enfoque patrimonial de la ciudad, que apueste por una mejor gestión integrada y coordinada entre el Ayuntamiento y los distintos actores presentes en el casco y sus diferentes sedes y servicios.

La Laguna se encuentra, en la presente coyuntura, en un importante proceso en cuanto a la rehabilitación, restauración y, en general, intervención del parque de edificios protegidos. Es por tanto un buen momento para analizar en profundidad las actuales políticas en materia patrimonial. Y para ello será necesario contar con la más amplia participación posible de interlocutores institucionales y organizativos del municipio.

Tenemos la obligación de asegurar una gestión integral, eficiente y con recursos suficientes en la conservación, protección y usos sostenibles del casco, en especial, pero también del resto del patrimonio presente en todo el municipio. Es también un momento óptimo para analizar y diseñar las estrategias de actuación para los próximos años.

Para ello será necesario generar un debate sosegado y abierto, que propicie acuerdos, compromisos y sinergias entre las administraciones públicas, la Iglesia (como principal propietaria de bienes patrimoniales de La Laguna) y entidades privadas y personas particulares. El objetivo no ha de ser otro que establecer un programa conjunto y corresponsable en materia de protección, conservación y usos compatibles; entre ellos, una estrategia de usos turísticos sostenibles del patrimonio, que permita obtener recursos que garanticen su protección y conservación.

Fueron muchos los artífices que posibilitaron que la Unesco distinguiera a nuestra ciudad hace ahora 20 años. Y es obligado reconocer el esfuerzo, dedicación y determinación de las sucesivas corporaciones municipales y su personal técnico a lo largo de estas dos décadas. Sería injusto no valorar, asimismo, el papel determinante de la Fundación Cicop, constituida inicialmente en 1991 en paralelo con el impulso al acuerdo municipal de 1987 del Ayuntamiento de La Laguna a favor de su inclusión en la lista de Patrimonio Mundial, y que ha venido cooperando en términos relevantes para el prestigio de la ciudad en el ámbito internacional. Pero el verdadero protagonista de este éxito colectivo no ha sido otro que la ciudadanía de La Laguna, una ciudadanía que mira al futuro sin descuidar el legado de quienes nos precedieron, que ostenta orgullosa el título de pertenecer a una Ciudad Patrimonio Mundial.

Alcalde de San Cristóbal de La Laguna