La Laguna llevaba una semana lluviosa; sin chaparrones, pero con ese chipi-chipi tan lagunero que va y viene. La Noche en Blanco no escapó ayer a esas oscilaciones meteorológicas. El tiempo enfrió en parte la jornada, especialmente durante la tarde, si bien no pudo con la música, el ocio, la cultura, la diversión y el buen ambiente que recorrieron el casco histórico. El alcalde, Luis Yeray Gutiérrez, cifró a las 21:00 horas la participación en más de 100.000 personas. "Ha sido todo un éxito", afirmó el socialista.

El arranque se había producido a las 11:00 horas y en clave de silbo gomero. Un mensaje utilizando este sistema de comunicación de la Isla Colombina pasó del Ayuntamiento a un balcón privado cerca de la Catedral, de allí a la torre de ese templo, de donde saltó a la azotea del Teatro Leal y después a su balcón, a la torre de La Concepción y, por último, al escenario ubicado a los pies de aquella. "¡Que den la voz para abajo, que empieza la Noche en Blanco!", se habían dicho entre los silbadores. El pistoletazo de salida contó la presencia del primer teniente de alcalde, Rubens Ascanio, y de la concejala de Comercio, María José Roca, junto con otros representantes municipales. "Vamos a tener una Noche en Blanco más cultural, más social, más sostenible y también más igualitaria que nunca", manifestó el primero. La cita ya estaba en marcha.

Quedaban por delante once horas -parón para comer mediante- y unas 150 actividades. En el tramo matutino, siempre el más familiar e infantil, un coro de niños amenizaba el paseo en La Concepción, a lo que seguía una representación teatral en la puerta del Leal y unos muñecos gigantes y una máquina de pombas de jabón en la plaza de la Catedral. Un poco más abajo, se observaba que el pavimento del cruce entre La Carrera y Tabares de Cala -objeto del pim-pam-pum político en los últimos días en las redes sociales- acabó casi a tiempo, como esos ciclistas que terminan segundos al esprint después de más de 100 kilómetros de pedaleo (tras unas obras prolongadas, de toda la calle solo faltaron unos dos metros cuadrados, finalmente rellenados de cemento).

"Yo vengo todos los años desde Santa Cruz y lo estoy viendo igual de divertido, muy bien para los niños", expresaba Rosa Álvarez, de 42 años y que disfrutaba junto a su familia de las actividades que se realizaban en torno a las 11:30 horas. Alrededor, unos grupos de menores vendían golosinas y otros se preparaban para una de esas denominadas carrera del euro. Por su parte, el protagonismo en la plaza del Adelantado era para los productos de la marca DeLaLaguna. "Bejía, 14,3 / Tejina, 10,4 / Punta del Hidalgo, 16", podía leerse en la simulación de uno de esos postes orientativos como los que se encuentran en mitad del monte de Anaga, mientras de fondo sonaba el Ay, mi Gran Canaria. Era la forma de trasladar al transeúnte a un ambiente propio de lo que allí se vendía: frutas y verduras, vinos y hasta libros de temática canaria.

Mientras tanto, la calle San Agustín era para el deporte. Por allí había hasta niños convertidos en luchadores de sumo, así como una parte destinada a las mujeres. Eso último se integraba en el giro que habían anunciado desde el grupo de gobierno, cuya apuesta era la de una Noche en Blanco "más amable con el entorno, sostenible, feminista y segura", entre otras novedades. Pasado el mediodía, las primeras gotas de una mañana que también tenía entre su programación opciones como Teatro 4 Elementos y Cuentos Susurrados, en la calle Bencomo; la propuesta de la Asociación Canaria de Narración Oral Tagoral Despertando Cuentos, en la calle Deán Palahí, o el 3D Círculo Polar, en la Catedral. Todo dentro de un crisol de posibilidades.

Más llovizna, más diversión

La tarde siguió el compás de la mañana. Lluvia fina, paraguas que se abrían y se cerraban... El frío iba apretando. A las 19:00 horas, la expectación era menor de la esperada, si bien había formas de pasárselo bien en varios puntos del casco antiguo. Fundamentalmente era momento de paseos y para comer, y se formaban colas en varios negocios con solera en Aguere, como los célebres Casa Peter, con sus perritos calientes, y la Churrería El Buen Paladar.

No se daba la masificación general de otros años. Las mayores concentraciones se producían en las carpas ubicadas en la Catedral y en la recién renombrada calle de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, donde actuaba El Gen Cedrés. "Veo bastante menos gente que otros años, pero casi mejor, porque así uno evita irse chocando con todo el mundo", indicaba Alberto Molina. "Lo que también observo es que en las calles principales prácticamente no hay actos", dijo. A esa hora, en San Agustín se procedía al desmontaje de los talleres infantiles de por la mañana, mientras que en Herradores actuaba un mago habitual del casco lagunero, con un corro de gente como pocas veces había tenido. No se había visto en otra igual.

"La Noche en Blanco, en lo que llevamos hasta ahora, creemos que se ha desarrollado efectivamente", apuntó María José Roca, la edil de Comercio. "Creemos que ha sido todo un éxito; nos han llegado muchos mensajes de felicitación por el desarrollo, porque hemos cumplido lo que habíamos prometido", celebró la edil de Unidas, que destacó que había sido una noche "diferente".

Una de las propuestas introducidas este año fue la iluminación de varios edificios emblemáticos del centro, como el Ayuntamiento, la torre de La Concepción, la Casa Lercaro, la torre del IES Canarias Cabrera Pinto y la Catedral. El objetivo: implantar un "cambio de modelo en la organización, más respetuoso con el entorno", señalaron desde el Consistorio.

Estaba previsto que, nuevamente, el silbo fuese a medianoche el elemento de cierre de la Noche en Blanco, una cita que comenzó hace una década importada desde Madrid por el concejal Jonathan Domínguez y de la que en esta ocasión el nuevo equipo de gobierno ha buscado lograr una versión mejorada. Que se trata de un producto de éxito lo demuestra que, pese a que el tiempo no acompañó del todo, volvió a atraer a miles de personas.