Aquel mediodía fatídico del 23 de enero de 2006 marcó un punto de inflexión en la lucha contra los incendios en los inmuebles históricos del casco lagunero. Las llamas que devoraron prácticamente por completo la Casa Salazar, sede del Obispado de Tenerife, demostraron que edificios de este tipo debían contar con una seguridad óptima. Poco a poco, y casi siempre al compás de obras más amplias de rehabilitación, ese blindaje contra el fuego ha ido llegando. Al menos ha sido así en el caso de la Iglesia, que se ha visto obligada a actualizarse. Lo ocurrido el viernes con el incendio del Ateneo vuelve la mirada hacia el camino recorrido.

El Obispado consiguió abrir de nuevo sus puertas en 2009 y, evidentemente, lo hizo con dispositivos para la lucha contra las llamas. El portavoz de esta institución religiosa, el sacerdote Antonio Pérez Morales, detalla que el recinto cuenta con un sofisticado mecanismo que incluye detector de humos y aspersores de agua, así como un aljibe de 20.000 litros con sistema de bombeo automático. Se une a lo anterior una red centralizada de alarmas de cada departamento, que tiene vigilancia permanente, y también un generador de corriente autónomo por si falla la electricidad. "Se le ha dado la mayor importancia a la seguridad", afirma.

El deán de la Catedral de La Laguna, Juan Pedro Rivero, califica de "paradigmático" el dispositivo de detección y extinción de incendios de la Casa Salazar. "Vienen a visitarlo técnicos de la Unesco", indica. Concretamente, Rivero se refiere a ese inmueble durante su explicación de la situación de la Catedral, de la que es el máximo responsable. "En todo lo que ha sido restaurado recientemente se cumplen los protocolos del Código Técnico de la Edificación sobre la detención y extinción de incendios", afirma. En todo caso, y más que en el templo en sí mismo -debido a que es de hormigón-, el riesgo mayor lo tienen en la casa-museo de la calle Bencomo. Presentada meses atrás su rehabilitación, cuenta con mecanismos para la detección de incendios ajustados a los parámetros establecidos y un sistema de extintores, "clasificados para si el fuego es de origen eléctrico, si se vincula a la madera... porque no todo se apaga con agua", puntualiza.

Casuística amplia

La casuística de los palacios, casas señoriales y hasta de otras iglesias menores de La Laguna no siempre es la deseada, fundamentalmente por el factor económico. Suele haber, eso sí, una voluntad de adaptarse. Un ejemplo se encuentra en los salones parroquiales de la iglesia de Santo Domingo de Guzmán. "La obra, que está en marcha, lleva incorporada la detección de incendios, como ocurre con cualquier proyecto actual que se realice de restauración de edificios emblemáticos y de patrimonio", expresa Juan Pedro Rivero, también párroco de ese templo, igualmente dotado de mecanismos que alertan del fuego y con los correspondientes extintores.

Entre las restauraciones más ambiciosas que se han realizado en los últimos años sobre el patrimonio inmueble religioso se encuentra la obra del Real Santuario del Santísimo Cristo de La Laguna. Aquellos trabajos culminaron en marzo del pasado año y venían a dar respuesta a una "preocupación" de la Esclavitud del Cristo, según explica su máximo responsable, Francisco José Doblas González de Aledo. "Ya tenemos ahora unas instalaciones de protección contraincendios de última generación, es decir, con todos los requerimientos del Código Técnico de la Edificación, al máximo nivel, porque el Santuario, entre otras cosas, alberga la imagen del Cristo y su retablo de plata, que son de gran valor histórico-artístico", manifiesta.

Doblas plantea que, antes de la rehabilitación, los recursos contraincendios "casi que eran inexistentes", al tiempo que la instalación eléctrica de todo el templo estaba "obsoleta". No en vano, asevera que una "importante partida" de la restauración fue dirigida a cambiar "absolutamente toda" la red eléctrica. "Ahora mismo podemos decir que el inmueble del Santuario se encuentra totalmente protegido en medidas contraincendios, sistema eléctrico y aislamiento térmico, acústico y pluvial", refiere sobre el conocido templo.

"Voz de alarma" de la Esclavitud

Pese a lo anterior, la tranquilidad de la Esclavitud no es completa y lanzan una "voz de alarma". "¿Cuál es nuestra preocupación ahora y la mía en concreto? Acabar todo. No tiene mucho sentido que tengas un inmueble finalizado y que el resto que están pegados, y que forman parte de un mismo conjunto, no tengan esas mismas medidas de seguridad", expone el líder de la Esclavitud, que precisa que ya tienen los permisos y que los trabajos los comenzarán en breve, pero que la culminación del proyecto depende de los fondos de la institución insular.

"El Gobierno de Canarias ya nos ha dado una subvención, pero la otra parte la ponía el Cabildo y una parte menor, el Santuario", comenta. "Nosotros ponemos la voz de alarma en que, si queremos salvaguardar todo ese patrimonio, necesitamos que venga el resto de la subvención del Cabildo para los trabajos", señala.

Un aljibe de 20.000 litros y otros mecanismos

La sede del Obispado cuenta entre sus sistemas contraincendios con un aljibe de 20.000 litros de agua con sistema de bombeo automático (en la imagen superior). Se unen a lo anterior varios mecanismos más, como los bidones de la fotografía inferior.