El "amor incondicional" a La Laguna es uno de los aspectos que definían la personalidad del escritor y contertulio lagunero Antonio Guerra León, quien falleció el pasado lunes, y del que afirman que siempre fue un "firme defensor del diálogo". Una de sus hijas, la consejera autonómica de Educación y Cultura, María José Guerra, explica que el municipio que vio nacer, crecer y fallecer a su padre y el propio Guerra siempre vivieron un amor recíproco, y los vecinos del primero han sabido agradecer como debían la aportación realizada por el segundo a través de diversas muestras de cariño en los últimos días.

"Mi padre era una persona muy querida, sobre todo en La Laguna, donde amaba caminar por sus calles, pararse y hablar con unos y con otros", relata María José Guerra, quien no se cansa de dar las gracias en nombre de toda su familia porque "hemos estado desbordados" ante tanto cariño. También afirma sentirse "agradecida por todo el reconocimiento a la labor que realizó mi padre y que nos ha mostrado la ciudadanía", asegura la consejera del Gobierno de Canarias.

"Si hay algo que defina a mi padre es el amor incondicional que siempre sintió por el lugar en el que pasó su infancia, su adolescencia y de su juventud: La Laguna", relata la hija de Antonio Guerra León, quien explica que, "en su madurez, mi padre pudo apreciar todo lo que La Laguna significaba para él, puesto que vivió unos ocho años entre Barcelona y Madrid por razones de trabajo". "Desde la lejanía pudo apreciar el importante valor de los orígenes", sentencia la hija del lagunero.

Tal fue el amor que sentía por La Laguna que cuando regresó a su ciudad natal, Guerra León no dudó en escribir sobre sus vivencias y su estrecha relación con su ciudad. "Realizó todo un recorrido por su memoria con Chiquillos de los 40 y Zangalotes de los 50", explica la consejera, quien recuerda que la infancia de su padre "se desarrolló en La Laguna en los año 40 del pasado siglo, en los años más duros del franquismo, y eso tuvo un efecto importante en él; por eso parte de ahí su reflexión biográfica". Y todos esos pensamientos continuó dándolos a conocer a través de los medios de comunicación, que le permitieron mostrar sus ideas y sus preocupaciones, sobre todo aquellas que tenían que ver con la justicia social. Y es que, tal y como sentencia su hija María José Guerra, "mi padre siempre fue un hombre progresista".

Animal social

"Mi padre era un gran amante del arte de la conversación", sentencia Guerra, quien define al escritor lagunero como "un animal social".

La consejera recuerda sus años de infancia siempre relacionados con alguna reunión celebrada en su casa, en las que "se debatía de todos los temas imaginables, de lo humano y lo divino; siempre alrededor de la cultura del diálogo y de la conversación, en pro del consenso". Así, sentencia que tanto ella como sus hermanos "aprendimos a convivir con las discrepancias, algo que ha sido fundamental para el crecimiento de todos nosotros". Precisamente, añade María José Guerra, aquellas reuniones repletas de debates "tuvieron mucho que ver con que ella estudiara filosofía, porque es la disciplina en la que la controversia, la argumentación y el debate son lo principal".

Guerra define a su padre como "una persona muy alegre, muy generosa y ávida de contacto humano" puesto que siempre mostró "muchas ganas de conocer perspectivas diversas". Por ello, destaca la importancia del legado de su padre "en un contexto como el actual, donde existe tanta incomprensión y tanta intolerancia, tanta polarización y falta de diálogo".

Tras el fallecimiento de Antonio Guerra León, su familia celebra el legado que aún permanece vivo del patriarca, gracias a sus numerosas intervenciones en los medios de comunicación, y que permitirán salvaguardar su voz y su pensamiento durante muchos años más.