Uno de esos cacharros que portaron las antiguas lecheras es desde hace algunas semanas parte del paisaje de Valle Jiménez y, sobre todo, un homenaje a aquellas mujeres -no solo de Valle Jiménez, sino también de Valle Tabares y Los Campitos- que madrugaron y recorrieron kilómetros con la leche sobre la cabeza. Se trata de una iniciativa que nació del vecino José Melián y que fue sufragada por la gente de la zona, y que busca que la actividad quede en la memoria colectiva.

"En recuerdo de las antiguas lecheras de los valles de Tabares, Jiménez y Los Campitos", reza en el encabezado de la placa que acompaña al cazo. "Mujeres valientes y luchadoras que con su sacrificado trabajo contribuyeron durante buena parte del siglo XX al bienestar de la economía familiar, además de asegurar el suministro de leche a pueblos y ciudades", prosigue un texto en el que también se destaca que la labor en cuestión la tuvieron que compatibilizar con las tareas domésticas y con otros quehaceres.

La dureza de su trabajo la recogió con viveza expresiva el cronista oficial de La Laguna, Eliseo Izquierdo, en un reciente artículo, titulado Homenaje a las antiguas lecheras: "El reparto diario de la leche era muy sacrificado: caminatas desde el amanecer por veredas, trochas y atajos, casi intransitables a veces, y luego por calles y callejuelas de las dos ciudades, igual si hacía buen tiempo que si llovía a cántaros, lo mismo bajos soles inclementes que entre grandes ventoleras".

"Estas bravas mujeres, antes de iniciar el camino diario hacia la ciudad, han madrugado para hacer las tareas domésticas, ordeñar el ganado y hervir el potaje en el fuego de leña o de carbón. Después llegan muy temprano a la ciudad, con los primeros rayos de sol, con tiempo suficiente para que los vecinos puedan desayunarse con leche fresquita recién acabada de ordeñar. Van con los burros de acá para allá, como si estos fueran el cordón umbilical entre el mundo rural y la ciudad", escribió, por su parte, Horacio Melián en un capítulo que dedicó a las lecheras en la obra Los años vividos: memoria fotográfica de los valles de Jiménez y Tabares. En ese texto también expuso que la labor principal de este colectivo se extendió desde las primeras décadas del siglo pasado hasta los años 60.

Asimismo, Melián rememora que los guardias de la época perseguían a estas mujeres para ver si escondían agua dentro de sus recipientes. "Había una sana competencia entre las lecheras de los valles de Tabares y Jiménez. Corrían para llegar antes al mercado y vender los productos del campo -los bubangos eran muy apreciados-y, además, también para hacerse con las feligresas", añade este vecino de la zona que ha realizado una ingente labor de recuperación histórica que ha dado pie a varias publicaciones.