La generosidad de sor Ana Rodríguez Arango encontró ayer su reconocimiento en la XXXI Gala de Exaltación a la Mujer Canaria. Este acto, que se ha convertido en uno de los más destacados de las fiestas en honor de San Benito Abad, se celebró anoche en el Teatro Leal para homenajear, un año más, a una mujer que representa, con su aportación en la defensa y divulgación de los valores isleños a lo largo de su vida, el esfuerzo y la labor de las mujeres que han nacido o trabajan en esta tierra.

A pesar de estar jubilada desde 2010, la asturiana sor Ana Rodríguez continúa trabajando por los demás día a día. En el acto que tuvo lugar anoche, que fue presentado por Joam Walo y cuyo mantenedor fue el cronista oficial de Arrecife, Francisco Hernández Delgado, la propia Sor Ana Rodríguez recordó que la generosidad que ha derrochado a lo largo de su vida proviene de sus padres, quienes ayudaron a numerosos vecinos cuando ella era pequeña desde la tienda-bar que tenían en Asturias. A pesar de ello, a los 23 años ingresó en la Congregación de Hijas de María Madre de la Iglesia con la disconformidad de su padre.

Fue en esa nueva etapa de su vida en la que forjó el lazo con Canarias, ya que su primer destino fue Las Palmas de Gran Canaria. Después viajó a Colombia y Perú y, tras su vuelta a España y pasar algún tiempo en la Península, retornó a las Islas, en concreto a Lanzarote, donde ha permanecido desde 1989. Fue en esta Isla donde fundó la Asociación de Acogida y Prevención de Riesgos Calor y Café, con la que ha ayudado a centenares de vecinos canarios a través de su comedor social. En este espacio, además del almuerzo, ofrece ducha y atención médico sanitaria.

La religiosa reconoce que afronta este reconocimiento "con miedo" y añade que pensó que se habían equivocado de persona cuando la llamaron para comunicarle que sería la homenajeada en la gala de este año. "Siempre he dicho que estoy para servir y no para ser protagonista", afirma Rodríguez, quien destaca que este acto se ha convertido en una excusa perfecta para que la sociedad tome conciencia sobre la importancia del servicio que ofrecen los comedores sociales.

Durante sus largos años de experiencia lamentablemente ha tenido la oportunidad de comprobar cómo muchos sectores de la sociedad rechazan este servicio y, de hecho, ella misma ha tenido problemas para encontrar locales que puedan albergar estos comedores sociales. "La gente debe ser consciente de que tenemos que hacer este trabajo", destacó la religiosa en la gala.

Pero más allá de los arduos intentos de dar a conocer la importancia de estos servicios, sor Ana Rodríguez ha tenido la oportunidad de encontrarse con maravillosas personas a lo largo de estos años. "En el comedor, somos como una gran familia y vivimos juntos las alegrías y tristezas de cada uno de nosotros como si fueran de todos", relata la religiosa asturiana.

Son 32 los voluntarios con los que cuenta el comedor social, un grupo que ha ido aumentando y consolidándose a lo largo de los años. "Cada vez la gente es más constante, a pesar de que muchas veces impacta ver el estado en el que llegan algunas de las personas a las que ayudamos", indica Rodríguez, quien jamás a negado un plato de comida y un abrazo a todo el que se le acerca.