Más de tres décadas de servicio desinteresado y cientos de historias cargan a sus espaldas los 25 voluntarios del comedor social de San Juan. Este espacio abrió sus puertas hace 33 años para dar servicio a los menores de esta zona del casco de La Laguna y, más tarde, a los adultos sin recursos del municipio. Pero la labor realizada por Carmen Nieves Hernández y todo su equipo ha ido más allá de servir un plato de comida diario a los usuarios, puesto que en muchos momentos la comprensión y un abrazo han sido más importantes que el alimento.

Hernández relata que el comedor de San Juan cerró sus puertas el pasado viernes y que hasta entonces daba servicio a unas 70 personas cada día. "Van a derribar el edificio y como nuestro equipo de voluntarios es bastante mayor hemos decidido cerrar el comedor porque el trabajo y los trámites para abrirlo de nuevo en otro lugar sería muy complicado", explica esta voluntaria que a lo largo de los últimos 33 años ha ocupado prácticamente todos los cargos posibles para garantizar que el trabajo salga adelante.

"Cerramos con la esperanza de que sean otros los que abran un nuevo comedor cerca para poder seguir ayudando a quienes lo necesitan. Además, nosotros no dejaremos de trabajar en acciones puntuales de voluntariado", afirma Carmen Nieves Hernández. No obstante, el trabajo realizado en este comedor quedará siempre en la memoria de aquellos usuarios que no solo han recibido un plato de comida, sino también toda la comprensión y cariño de los voluntarios.