El municipio de Tegueste acogerá con gran expectación la edición del presente año de la que es una de sus principales señas de identidad. La romería de San Marcos Evangelista es su festividad más característica y que también posee el honor de ser una de las más esperadas y señaladas de cada año en Tenerife. Y es que por alguna razón supone el pistoletazo de salida del resto de fiestas populares de este tipo, al ser la primera gran romería del calendario anual en deleitar al público tinerfeño, e incluso del Archipiélago.

Pero la de 2019 no es ni será una edición cualquiera. Todas han sido especiales, pero cuando la celebración viene acompañada por el dato de que coincide con la fecha en la que se cumplen 50 años de su nacimiento como festividad, le aporta ese toque extra de emotividad e importancia que, tal vez, no tienen el resto de ediciones.

No es una cifra cualquiera. El número 50 evoca muchas variadas sensaciones: grandeza, estabilidad, confirmación, tradición, antigüedad, madurez... Los suficientes como para que, cuando el objeto de discusión sea una fiesta popular regional, sea considerada, sin paliativos, como un evento de referencia. Como una cita que para lograr llegar a ese número de festejos ha tenido que gozar desde su nacimiento, cuanto menos, de constancia y de un fiel arraigo entre aquellos que la viven, sienten y disfrutan.

El domingo 27 de abril de 1969 es, en primera instancia, una simple fecha que para muchos no simboliza nada ni evoca a ningún tipo de sentimiento especial. No ocurre lo mismo para el vecino teguestero, para el que significa un momento que será recordado para siempre como aquel en el que, por primera vez, amanecía engalanada la Villa hasta la última esquina para asistir a la primera celebración de la historia de su querida romería.

Los artífices de la conmemoración de aquel acontecimiento, así como los muchos pueblerinos que asistieron a la fiesta atraídos por el carácter novedoso y reciente de la misma, apenas sospechaban o intuían la magnitud que adquiriría con el transcurso del tiempo el acto del que estaban ejerciendo como anfitriones.

Quién les iba a decir que la poca afluencia que acompañó al evento a lo largo de su primera edición de aquel domingo de finales de mes y las escasas tres carretas que pasearon por las calles colindantes a la plaza de San Marcos poco o nada tendrían que ver con la realidad de hoy y la repercusión que posee la cita en la actualidad.

Prácticamente nadie auguraría que esa humilde y pequeña romería -surgida como un acto religioso que tenía como principal y única finalidad homenajear al patrón del municipio, rememorando las antiguas costumbres y ofrendas que los aborígenes canarios del lugar festejaban en honor a los dioses a cambio de la bendición a los alimentos y cosechas- evolucionaría hasta el punto de congregar, en tan solo una jornada a lo que representaría ocho veces la población de un municipio en el que, durante los otros 364 días restantes del año, viven poco más de 11.000 personas.

En la presente edición, se cumplirá medio siglo de lo que aquel día 27 fue la culminación de una idea que se había ido fraguando a fuego lento durante la década de los 60 por parte del Centro Cultural y Recreativo de Tegueste, tal y como relata el investigador Joaquín Carreras Navarro -muy vinculado e involucrado en el relato de la vida social de Tegueste del siglo XX- en su obra La Romería de Tegueste. Origen y primeros años. De 1969 a 1980.

En la misma, el autor deja constancia de cómo en los años previos a la celebración de la primera romería nació en los miembros de esta asociación una devoción por la cultura que se tradujo, por un lado, en varios actos que buscaban dinamizar la vida en el pueblo, y, por otro lado, en la creación de algunos grupos de danza y baile, como fue el caso del Grupo de Coros y de Danzas de Tegueste.

Una invitación sería el origen de todo. El motivo que daría lugar a la idea. El Grupo de Danzas y de Coros sería invitado en 1967 a formar parte de las actuaciones que se realizarían con motivo de la celebración de otra antigua romería referente tanto en Tenerife como en el Archipiélago: la romería de San Roque de Garachico.

Fascinados por la belleza del evento y empujados por el apego a su pueblo, los miembros del coro se preguntaron por qué no llevar a cabo una fiesta semejante en Tegueste. Un evento que sirviera para, entre otras cosas -y a imitación también de otras fiestas ya asentadas en la Isla (véase la romería de San Isidro en La Orotava o la de San Benito Abad en La Laguna)-, exaltar las tradiciones canarias y rendir homenaje al trabajo en el campo con el que mayoritariamente se ganaban la vida las gentes de aquellas épocas pasadas.

Tal y como cuenta Carreras Navarro en su obra publicada en abril de 2015, la idea comienza a compartirse y extenderse a un afán generalizado de todo un pueblo. Del Grupo de Danzas y Coros, con la no suficiente capacidad de influencia como para liderar la iniciativa por ser un pequeño grupúsculo, pasa al antiguo Centro Cultural y a un grupo apodado como La Neverita (que sería el que gestionaría la fiesta finalmente).

Todo ello, unido a que el pueblo no gozaba de una fiesta propia y que deseaba presumir de una, hace que cincuenta años atrás naciera la romería de San Marcos Evangelista, tal y como se la conoce hoy en día.

Desde entonces, la fiesta, en sus 50 años de historia, ha seguido una línea ascendente y se ha convertido en el evento multitudinario que todo el mundo conoce actualmente, hasta llegar a la actual 51ª edición. Ya en la de 2018 la Policía Local y la Guardia Civil contabilizaron a unas 80.000 personas (muchas procedentes de otras Islas o incluso de fuera del Archipiélago) en una cita en la que un total de 23 carretas desfilaron por las calles de La Audiencia, El Carmen, Nueva, Prebendado Pacheco, Plaza de San Marcos, El Pino y La Placeta. Mismos lugares por los que pasarán también las carretas previstas para la 51ª edición de la romería, cuyo número se reducirá con respecto al pasado año: a los cuatro barcos, cuatro carros, la tradicional Danza de las Flores, los grupos de parrandas y las yuntas, se le unirán 18 carretas, cinco menos que en la 50ª edición de la romería.

No obstante, lo relevante en este caso, y al contrario que en lo que respecta al 50º aniversario, no es la cifra, sino la simbología y lo que representa uno de los distintivos más característicos de la fiesta, como son las ya mencionadas carretas, sin las cuales sería muy difícil concebir a la romería.

Tal y como el ya citado investigador Joaquín Carreras Navarro expone en Historia de las carretas de la romería, la evolución y la trascendencia que ha adquirido la festividad ha sido paralela y, al mismo tiempo, consecuencia de la magnitud, la calidad y la dedicación cada vez mayor que ha adquirido el trabajo de confección de las mismas. Por quincuagésima cita consecutiva, simbología, tradición, trabajo comunitario y cultura volverán a fundirse en una fiesta que parará, por un día (y qué día tan especial), el reloj en Tegueste€ Y en toda la Isla.