El patrimonio histórico industrial de La Gomera, un legado

Ya han surgido iniciativas reivindicando la declaración de Bien de Interés Cultural para los pescantes o la recuperación de las conserveras de La Cantera o de La Rajita

Lagar de Las Casitas, en Arure (Valle Gran Rey)

Lagar de Las Casitas, en Arure (Valle Gran Rey) / El Día

Sergio Lojendio

Sergio Lojendio

«Una factoría que se levanta, un pescante que se tiende, una planta eléctrica con el motivo del agua, el riego de los surcos, todo lo que sea labor grande ha sido tejida por un grupo de patriotas en un consciente trabajo…». Estas palabras, recogidas en un artículo de prensa en 1934, resumen el espíritu de los habitantes de La Gomera. A juicio de Amara Florido doctora en Historia del Arte, que acaba de presentar el libro Patrimonio histórico industrial de La Gomera, «el patrimonio industrial de la Isla es resultado del esfuerzo, del ingenio y del sacrificio de sus habitantes, que intentaron hacer frente a las adversidades».

En líneas generales, este patrimonio ha sufrido a lo largo del tiempo el abandono y la falta de atención hacia su conservación, de modo que la ausencia de medidas preventivas de protección ha puesto en peligro la supervivencia de gran parte de los vestigios catalogados. Las administraciones locales desempeñan un papel esencial; son responsables de diseñar estrategias efectivas, que incorporen el patrimonio industrial como un recurso activo para el desarrollo económico, social, cultural y turístico. 

«Esta publicación pretende despertar la sensibilidad, el cariño y el respeto hacia uno de los capítulos más desconocidos de la historia reciente de La Gomera», señala la autora de este excepcional trabajo.

Ya se han acometido tímidos avances, como los casos del Lagar comunal de Macayo (Vallehermoso), Molino de La Longuera (San Sebastián) o el taller de empaquetado de Fyffes, en Vallehermoso. El Ayuntamiento de Hermigua anunció en el 2020 su adquisición de la Central hidroeléctrica de Monteforte, para la posterior rehabilitación integral como centro interpretativo al aire libre. A nivel autonómico, la incorporación de la figura del Patrimonio Industrial en la Ley de Patrimonio Cultural de Canarias de 2019 ha supuesto un gran paso adelante.

En los últimos tiempos han surgido algunas iniciativas interesantes que han alzado la voz para reivindicar, por ejemplo, la declaración de Bien de Interés Cultural de los pescantes o la recuperación de la memoria colectiva de las conserveras de La Cantera o de La Rajita. «No cabe duda que la toma de conciencia social hacia el reconocimiento de nuestra herencia industrial es una de las vías fundamentales para su puesta en valor». señala Amara Florido.

Industria agroalimentaria. El sector industrial más importante de La Gomera incluye aquellas empresas en las que se produce una transformación de las materias primas, agrícolas o ganaderas, dando lugar a productos elaborados o semielaborados. Si exceptuamos los almacenes de empaquetado (talleres) y las fábricas de conserva de pescado, la industria característica es de carácter doméstico, con una producción destinada a abastecer al mercado local. 

Molienda de gofio. No existe constancia de la existencia de ingenios accionados por la fuerza animal, a diferencia de las infraestructuras que aprovechaban la corriente del agua, de las que Francisco Aguilar ha llegado a registrar un total de 119 molinerías, en precaria situación. La imagen actual que ofrecen los molinos hidráulicos, dispersos por la geografía gomera, es penosa: fábricas derruidas, maquinaria saqueada, desmantelada y acumulaciones de escombros, es la huella material que presentan. Los molinos que han conseguido sobrevivir con el tiempo son escasos.

El Molino de La Longuera (San Sebastián de la Gomera) está situado en el barranco de La Laja. Conocido también como Molino de Jesús Morales es el tercero en orden descendente de los siete existentes en su época. El Ayuntamiento capitalino lo adquirió a finales del siglo pasado, acometiendo en los últimos años actuaciones puntuales al objeto de recuperarlo y ponerlo en valor. Otros esperan, como el Molino de los Vera, en el caserío de Pastrana, en el barranco de Santiago (Valle Gran Rey), el último que estuvo en funcionamiento.

Si bien existen noticias de dos molinos en Arure y La Puntilla (Valle Gran Rey), lo cierto es que el único que se mantiene en pie se localiza en la capital, conocido como Molino de la Villa, de La Lomada o de San Cristóbal.

Los molinos de fuego, molinas en La Gomera, son de incorporación más tardía. Funcionando están el Molino de gofio Gomero (Hermigua) y el Molino de gofio Imendi, en San Sebastián;cerrados: Molino de Ángel Luis Clemente (completo) y uno de los últimos: el Molino de Trujillo (Alajeró).

Mención especial merece la Molina Vieja, en Las Rosas (Agulo), rescatada del antiguo molino de José Mesa Mesa, en Arguayoda. Su actual propietario, Alcibiades García, ha realizado una minuciosa labor de recuperación y restauración de cada una de las piezas de este ingenio industrial, poniéndolo nuevamente en marcha. 

Elaboración de vino. El paisaje agrícola de viñedos se concentra en la comarca de Hermigua y en la franja de Chipude, Igualero y El Cercado. El lagar comunal de Las Casitas, en la localidad de Arure (Valle Gran Rey) precisa con urgente necesidad acciones encaminadas a la salvaguarda de este tipo de bienes. Mejor suerte ha tenido el lagar de La Montañeta, emplazado en Macayo, en el municipio de Vallehermoso. Gracias a los trabajos de rehabilitación por parte del Ayuntamiento se ha conseguido recuperar uno de los pocos vestigios que se conservan del patrimonio cultural de la comarca norte. 

Plátanos y tomates. El edificio más relevante se encuentra en Agulo. Conocido popularmente como el almacén de La Erita o el Transportador, fue levantado en 1926 por la Compañía Fyffes, pasando posteriormente a manos de la sociedad La Bananera, y a los hermanos Ramón y Leoncio Bento. El inmueble industrial adopta la tipología de fábrica-nave: almacén de planta rectangular, de 1.311 metros cuadrados de superficie, distribuidos en dos plantas, y construido en mampostería, a base de piedra, cal y cemento. El sistema de cubrición es a dos aguas, con cerchas de madera y planchas de uralita. El espacio interior es diáfano y luminoso, gracias a los ventanales de madera dispuestas a lo alto y ancho de una de las fachadas laterales. El elemento más curioso de este inmueble era el transportador aéreo de 3 kilómetros de longitud que, a modo de teleférico, conectaba el lado norte del taller con el pescante. Instalado en los años treinta, facilitaba las tareas de transporte y embarque de la mercancía, salvando la peligrosa pendiente. Contaba con 4 torretas metálicas, dispuestas estratégicamente, que sostenían los cables de acero donde se colgaban dos tableros o palanquines para transportar la carga. Se han acometido importantes alteraciones en el edificio que desvirtúan su imagen anterior. En el interior, se aprecia la subdivisión de la nave en varias dependencias, mientras que en el exterior se han adosado construcciones, a distintas alturas, que afectan al nivel inferior. En líneas generales, el estado de conservación que presenta es preocupante, en especial la cubierta, muy dañada, de la que se han desprendido varias planchas de fibrocemento. La imagen que muestra dentro no es mejor: acumulación de basura y enseres diversos, muros derruidos, desprendimientos de piedras, humedades, etc. El aspecto exterior es igualmente desolador.

Caso contrario lo encontramos en Vallehermoso: el antiguo almacén de la Compañía Fyffes and Limited, en el número 13 de la calle Vegueta. Tras pasar a manos municipales, se inaugura como Casa de la Cultura Pedro García Cabrera el 2 de julio de 2005.  

Otras industrias. Amara Florido comenta que uno de los descubrimientos más sorprendentes durante su trabajo de campo fue la fábrica de refrescos de la marca americana Orange Crush, en Hermigua, instalada en 1953, en la planta baja de un local perteneciente a la sociedad Negrín Hermanos, S.L., que permaneció en activo hasta 2003. Elaboraban refrescos de sabor naranja y agua gasificada, que eran distribuidos exclusivamente en La Gomera.

Infraestructuras marítimas y pescantes. La Gomera se ha tenido que enfrentar a una serie de dificultades persistentes que han lastrado su desarrollo socioeconómico: lejanía, insularidad, superficie limitada, compleja orografía y dependencia económica de un reducido número de productos. Uno de los principales inconvenientes con que tuvo que enfrentarse quien se dedicaba a la comercialización de los productos de exportación fue el pésimo estado de las vías de comunicación, tanto terrestre como marítima.  

Hidráulico e hidroeléctrico. La Gomera aprovechó también los fuertes desniveles de su orografía, y los caudales continuos de agua por los barrancos y acequias, como fuente de energía para accionar molinos de gofio. La Isla no quedó al margen de los grandes beneficios que ofrecía la tecnología hidroeléctrica. Así, en 1913, el industrial Antonio E. Bencomo Padilla solicitaba la instalación de una central hidroeléctrica, aprovechando la fuerza del barranco del Cedro, y el desnivel existente entre los puntos conocidos como Molino de Antonia y La Lajita, en la zona de Monteforte. Las obras se demoraron varios años. En 1927 ya empieza a operar con normalidad, llegando a producir en sus comienzos hasta 90.000 kws hora anuales. La rescisión del contrato tuvo lugar en 1967.

El complejo industrial está integrado por el edificio de la planta eléctrica, que conectaba con una tubería de 132 metros de largo. Actualmente, la edificación presenta una situación complicada, en ruinas, y casi oculta por la vegetación del entorno. El inmueble es de planta rectangular, con una superficie aproximada de 71 metros cuadrados, construido en mampostería, a base sillares de piedras rejuntados con ripios y revestidos con mortero de cal. La techumbre era a dos aguas, posiblemente con tejas, según marca la costumbre en esta época. El interior se divide en tres dependencias: en la sala principal, la turbina generador de corriente eléctrica (marca AEG), desde la que se accede a la habitación de celdas, por medio de tres puertas adinteladas. En esta dependencia se realizaban las operaciones de transformación a las tensiones de trabajo de la Central. En el lado opuesto, un pequeño habitáculo destinado a funciones auxiliares de la industria. En los frontis laterales aún se aprecian restos de los bornes de cerámica donde irían los cables, así como anclajes metálicos ya oxidados. El Ayuntamiento de Hermigua anunció en el año 2020 la adquisición de la propiedad, para la posterior rehabilitación integral del bien inmueble. El pasado mes de marzo se presentó oficialmente el proyecto que lo convertirá en un centro interpretativo al aire libre para actividades culturales y de ocio. El proyecto también contempla la restauración de los senderos y de su entorno.

Carpinterías y hornos de cal. El único horno de cal de tipo industrial de La Gomera está ubicado en la Avenida José Aguiar, en San Sebastián. El horno es de sección troncocónica, construido a base de sillares rojos. Dispone de dos bocas en la base y en los laterales, formando medio hexágono (Manzano y Mireles, 2021). Está embutido, en parte, a una construcción de planta rectangular de 22 metros de largo, que sirve de plataforma para la carga del combustible y de la piedra por el tragante. Estuvo calcinando desde mediados del siglo pasado hasta los años setenta. Desde entonces, ha estado sumido en un total abandono. En el año 2015, se llevó a cabo una actuación provisional por parte del Cabildo. Como medidas cautelares, se procedió al vallado y señalización de un tramo de 70 metros, colocación de testigos en las fisuras principales de inmueble, así como trabajos verticales de sujeción de la chimenea principal y de los paramentos laterales. Al mismo tiempo, se realizó un muro de contención y labores de consolidación. Asociaciones y organizaciones políticas han solicitado su incoación como Bien de Interés Cultural, sin resultados.

Chimenea de la fábrica de conservas de pescado de La Cantera, Alajeró.

Chimenea de la fábrica de conservas de pescado de La Cantera, Alajeró. / E. D.

Salazón y conservas de pescado

Las favorables condiciones para la pesca del atún en la franja costera del sur de la isla propiciaron la llegada de inversiones de capital foráneo, que instalaron varias factorías dedicadas a la preparación del pescado en salmuera. A lo largo de la primera mitad del siglo XIX, asistimos al desarrollo de una destacada industria pesquera…en salazón y después algunas reconvertidas en fábricas conserveras de pescado en lata. La factoría pionera se establece en la costa de Alajeró, en la Playa de La Cantera, al final del Barranco de Charco Hondo. 1860 es adquirida por Angelo Parodi. En 1890, uno de los sobrinos del dueño, Mario Novaro, ingeniero naval de profesión, toma el relevo de la empresa, dándole un nuevo impulso al instalar en este mismo sitio la primera conservera en aceite. A las conservas de atún, caballas y calamares, se suma la producción –en los años treinta del siglo pasado– del que va a ser su producto estrella: el caviar gomero. Mal estado. La segunda factoría de relevancia se emplaza en la desembocadura del Barranco de Erque, en La Rajita (Vallehermoso), LLoret y Llinares en 1904. Tras su clausura, una cadena hotelera planteó construir en este solar –de más de 50.000 metros cuadrados de superficie– un complejo turístico, pero que finalmente no llegaría a buen término.

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