El último viernes de enero ocurrió algo inusual que retiró, por un momento, los focos informativos del carnaval y los festejos tan esperados para Canarias. El último viernes de enero se tiñó de incertidumbre por un titular inesperado: “Sanidad aísla en La Gomera a cinco alemanes por riesgo de coronavirus”. Ese caso de contagio por lo que en aquel entonces se conocía como 2019-nCov fue el primero registrado en España, y consiguió que Canarias estuviera más preparada que muchas comunidades autónomas para la vorágine en la que se sumergiría todo el planeta solo un mes después.

Era el último viernes de enero. Los carnavales estaban a la vuelta de la esquina. Las murgas entonaban sus canciones y Santa Cruz de Tenerife esperaba lograr superar los récords de visitantes de años anteriores, aunque aquello tenía más que ver con una disputa política que con un logro económico. Canarias estaba volcada en la fiesta, hasta que ese último viernes de enero, se paró el pequeño mundo que conforman las 8 islas. Los ciudadanos de la ciudad rural de Hermigua, en La Gomera, habían contemplado con estupefacción como dos ambulancias -algunos testigos dicen que incluso tres- se habían plantado delante de una vivienda vacacional para sacar a cinco turistas alemanes sospechosos de portar el misterioso patógeno que provocaba una nueva y rara pulmonía descubierta en China. Los ciudadanos germanos, que aterrizaron en la isla el día antes, abrieron la puerta a dos sanitarios forrados hasta el último pelo con equipos de protección individual y mascarillas; el único material que quedaba en el Hospital Nuestra Señora de Guadalupe tras la compra para afrontar la crisis del ébola en 2014. 

Uno de aquellos turistas se había contagiado de 2019-nCov (ahora más conocido como SARS-CoV-2, causante de la Covid-19) , en su país, tras una reunión de empresa a través de una persona de origen chino que había visitado a su padres durante el año nuevo en Wuhan, epicentro de lo que luego se convertiría en una pandemia. Quien alertó al Archipiélago fue directamente el Gobierno alemán, quien se había encargado de hacer el rastreo de todos esos casos. 

Canarias lo intuyó primero al estudiar la muestra en el Hospital Universitario Nuestra Señora de La Candelaria, en Tenerife, y lo constató un día después tras enviar la prueba al Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), al que tuvieron que enviar 10 muestras antes de que permitieran validarlas en el mismo centro hospitalario. El Gobierno canario se trasladó en peso a la isla donde los días posteriores realizaron visitas, reuniones de urgencia y un seguimiento exhaustivo del caso. 

Miriam Medina, una de los dos médicos de Atención Primaria de la isla, vivió de primera mano lo que se convertiría en el día más estrambótico de su vida. “Me llamó el gerente de La Gomera por posible caso de coronavirus, y me dijo que teníamos que ir a valorar. Lo primero que pensé fue: ¿valorar el qué?”. Apenas cuatro días antes había leído el primer protocolo que se había implantado a nivel nacional sobre el virus, y hacía menos de dos, había comentado con sus amigos lo bueno que era que la isla estuviera tan lejos, pues había menos posibilidades de que llegara aquel virus. “Parecía una confabulación del destino”, relata. 

Cuando llegaron a la vivienda vacacional, sobre las 11:30 horas, los alemanes se estaban tomando el aperitivo. “Les pillamos desprevenidos, nos vieron vestidos así y la verdad es que se echaron unas risas”, recuerda la médico. Natural de Tenerife, Medina tan solo llevaba un año trabajando en La Gomera, por lo que la encomienda era una gran responsabilidad. “Domingo Núñez (jefe de epidemiología del Gobierno de Canarias), me dio mucha seguridad, me dijo que lo iba a hacer bien”, rememora la médico. 

La Gomera se convirtió en el primer lugar de España donde se detectó la nueva enfermedad y fue uno de los primeros lugares del mundo que demostraron que, con el movimiento ingente de personas que permite la globalización, faltará tiempo para que cualquier enfermedad infecciosa que surja en un lugar remoto del mundo acabe plagando el planeta entero. En aquel momento, sin embargo, el coronavirus empezaba a dar sus primeros pasos tímidamente fuera de China. De los 7.818 casos de coronavirus detectados en todo el mundo, el 99% se había notificado dentro del país asiático y apenas había acabado con la vida de 136 personas, lo que, a ojos de muchas instituciones y personal sanitario, la convertía en una enfermedad leve, similar a la gripe y con menos mortalidad que el SARS de 2002. 

La peculiar estampa, que recordaba a una de esas películas que vaticinaban el fin de la humanidad, se quedó grabada en la retina de los 21.000 gomeros que, sin embargo, y a pesar de los nervios del principio, aseguraron estar muy tranquilos días después. “Vimos que la reacción fue inmediata por parte de las autoridades sanitarias y que las probabilidades de contagio se pueden considerar inexistentes”, afirmaron en aquel momento Javier Barajas y Miguel Calvo, dos jóvenes que visitaban desde Madrid por primera vez La Gomera, en un reportaje escrito por el periodista Daniel Millet y titulado Encerrados en el paraíso. 

En ese mismo documento, los vecinos más próximos al lugar desde el que había empezado todo aseguraban no sentir miedo, pero sí algo de lástima por el único de los seis extranjeros que pudo realizar su aislamiento en la vivienda vacacional. “A veces lo veo asomarse por la vena y me da pena. Ese hombre ahí, sin poder salir…”, hizo notar uno de los residentes más cercanos a la casa. Y es que para los gomeros, como el resto de la población canaria y española, el hallazgo no acabó con sus vidas. La mayoría estaba más pendiente de las verbenas que se celebrarían ese mismo domingo, en el pueblo de Chipude, en honor a la virgen de Candelaria, y ni se planteó un instante comprar hacer acopio de mascarillas para salir a la calle. 

El mensaje de tranquilidad era el mismo que trasladaban las instituciones sanitarias. Después de lograr con éxito aislar a los alemanes en el Hospital Nuestra Señora de Guadalupe, donde se les vio disfrutando del sol y jugando a las cartas en la terraza de su habitación, el presidente del Gobierno de Canarias, Ángel Víctor Torres, compareció ese sábado para asegurar que el caso se encontraba bajo “un absoluto control”. El único de los turistas que había dado positivo tuvo algunas décimas de fiebre que pronto se le quitaron, lo que, a ojos del jefe de epidemiología del Ejecutivo, Domingo Núñez, demostraba que se trataba de “una infección que produce cuadros leves”. El que no hubiera contagiado a ninguno de sus compatriotas daba a entender que tampoco era tan contagioso como lo pintaban. 

Canarias volcó todos sus recursos en un solo caso de coronavirus. Durante los siguientes quince días se hizo costumbre el realizar una rueda de prensa diaria para informar sobre la evolución del paciente y el seguimiento de sus acompañantes. La entonces consejera de Sanidad, Teresa Cruz Oval, asistió a la mayoría junto a Domingo Núñez, que se convirtió durante ese tiempo en el portavoz de la pandemia, antes incluso de que las comparecencias de Fernando Simón, director del Centro Coordinador de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), se convirtieran en un must en España. 

Las noticias cada día eran mejores, más optimistas. El ciudadano germano se mantenía estable y pronto podría volver a su país. En España tan solo se detectó durante ese tiempo otro caso, en Baleares, también por una familia que solía viajar y que había estado en Wuhan. Pasada la cuarentena obligatoria de 14 días y habiendo negativizado, los seis turistas germanos volvieron a su país. Pero el mundo ya había cambiado. Según las últimas cifras proporcionadas por la Organización Mundial de la Salud en aquel momento el número total de casos del Covid-19 ascendía a 47.054, de los que 46.550 se han diagnosticado en China. Los fallecidos por la enfermedad ascendían a 1.369, todos en territorio chino excepto uno en Filipinas y otro en Japón. 

El virus se expandía sin freno y pronto el mundo se daría cuenta que aquel caso en La Gomera, estaba totalmente aislado de la realidad. Un año después, Canarias acumula más casos que toda la población de La Gomera (35.000) y los fallecimientos han superado el medio millar. La Covid-19 se ha convertido en la pandemia más seguida de la historia y los efectos en una economía y en un sistema sanitario frágil como el canario no han hecho más que empezar. 

Dos días que hicieron historia

El periódico EL DÍA recogió en portada tanto la alerta por riesgo de coronavirus como el primer caso constatado, en tan solo dos días. No obstante, el diario había dedicado durante todo el mes de enero al menos una página diaria para realizar un seguimiento sobre cómo evolucionaba la epidemia de coronavirus en Wuhan. Durante esos días, se le dio a la noticia la categoría de Tema Del Día, en el que se incluyeron varias páginas con reportajes especiales desde La Gomera, seguimiento de la información proporcionada por las autoridades sanitarias canarias y noticias sobre cómo evolucionaba el virus en China. EL DÍA siguió día a día las actualizaciones sobre el estado de salud de los ciudadanos germanos, así como su confinamiento. El coronavirus y el confinamiento también cambió radicalmente el concepto y la organización del periódico, que acabó dedicando sus portadas y la mayor parte de su interior tan solo a la principal preocupación de la humanidad: el avance de la pandemia.