La Gomera y América se vuelven a unir, con el Atlántico como escenario, en una de las pruebas deportivas más duras del mundo. Como si del desafío de Cristóbal Colón se tratara, casi un centenar de remeros se suman al reto de la Talisker Whisky Atlantic Challenge, una competición que aúna la aventura y las ganas de superación de los participantes, quienes cada año se unen a la cita con la vista puesta en la llegada a Antigua y Barbuda.

Ligado a la competición, está la trascendencia mundial de un evento que traspasa fronteras gracias a los medios de comunicación y la promoción que se realiza en una treintena de países en los que conocen los preparativos, los emplazamientos y las características de cada rincón en el que los participantes pasan los días previos a la salida. "Es toda una oportunidad para la isla porque son casi un millar las personas que están vinculadas con la prueba y que aportan beneficios a la economía insular", indica el presidente del Cabildo, Casimiro Curbelo.

La dureza de la travesía de más 3.000 millas náuticas provoca que los participantes lleguen incluso a perder hasta 15 kilos de peso en los más de 30 días de navegación a remo. "Es un reto mental y físico; no se puede parar en medio del Atlántico y la movilidad dentro del bote es escasa", comenta el organizador, lo que da cuenta de la dificultad de esta prueba.

En esta edición, detalla que de los 35 equipos, siete están compuestos por un único integrante, mientras que en el resto de equipos forman parte entre dos y cinco personas, de países como Reino Unido, Estados Unidos, Bélgica, Austria, Sudáfrica, Suiza, Alemania, Dinamarca, Australia y Noruega.

El organizador de la prueba, Carsten Heron Olsen, junto a su equipo de trabajo, estudian cada necesidad de los participantes para que se sientan como en casa. Pasa muchas horas en el Puerto Deportivo Marina La Gomera, donde han estado ubicadas las embarcaciones que participan. Cada una de ella no supera los nueve metros de largo y disponen de dispositivos para la energía solar y la potabilización del agua salada, ya que solo disponen del espacio para llevar consigo la comida necesaria.

Curbelo alude a la "estrecha relación" que la isla mantiene con la competición, la cual le ha valido para ser un punto de referencia dentro del calendario deportivo y de pruebas oceánicas. "Somos un lugar que reúne todos los condicionantes para ser centro neurálgico de los deportes acuáticos y aquellos vinculados con la naturaleza", afirma, mientras recalca que, prueba de esto, es la llegada de 35 equipos de doce nacionalidades diferentes para participar en el evento.