El día que Fernando Cova Barroso aceptó la propuesta de convertirse en entrenador del Tenerife, pocos daban un duro por su suerte y por la del equipo, que militaba entonces en Tercera División. Tras la disputa de 14 jornadas del curso 1968-69, el deficiente comportamiento de los blanquiazules ya había provocado la destitución de dos técnicos: Carlos Galbis y Santiago Villar, que formaba tándem con Luis Guiance. Al cabo de seis meses, el representativo no solo se salvó sino que incluso luchó por la vuelta a Segunda.
A mediodía de ayer se conoció la noticia del fallecimiento de Fernando Cova, a la edad de 78 años, tras una larga enfermedad. Presidente del Comité de Entrenadores de la Federación Tinerfeña desde 1978, ocupó también la vicepresidencia del Comité Nacional, desde 1988, y gozó del respaldo unánime de los integrantes de su gremio, que confiaron de manera continuada en su gestión al frente del colectivo durante más de tres décadas.
Pero fue aquella solución de emergencia al frente del Tenerife, asumida en diciembre de 1968, el hecho más notable en su carrera como preparador. Devoto a ultranza de la cantera isleña, Cova tuvo que reconducir a un plantel plagado de futbolistas de la tierra, con jóvenes como Juanito, Barrios, Lesmes o Cabrera, junto a veteranos como Álvaro, Rincón y Morín, además de Dorta, Molina o Manolo. A todos ellos les había pesado sobremanera el descenso de categoría, de Segunda a Tercera División, que llegó a poner en entredicho la propia continuidad de la institución.
Mano privilegiada
Cuando se hizo cargo del grupo, el Tenerife ocupaba la decimotercera plaza (sobre un total de veinte equipos), a 12 puntos del ascenso y a sólo cuatro del penúltimo clasificado. Abandonado a su suerte por la afición, la sombra del descenso a categoría regional –y la probable desaparición de la entidad–, empezaba a considerarse como una posibilidad más que fundada.
Pero la capacidad de Cova para dirigir a aquel conjunto, solo tres años después de que hubiese obtenido el título nacional de entrenador, daría sus frutos en poco tiempo. Sobre todo a raíz de un 7-1 sobre el Alcázar manchego, que tuvo efectos de catapulta. Porque, sumado a otro triunfo precedente –el de su estreno en el banquillo–, el Tenerife de Cova solventó con victorias los 12 partidos que tenía que celebrar en casa. Todo un récord de eficacia en la historia local.
Tal fue el cambio, que llegó a transformarse en aspirante al ascenso, condición que solo se esfumó a cinco jornadas para el final, en Badajoz, durante una tarde de negro recuerdo. Tanto por el arbitraje del extremeño Castillo Izquierdo, que dejó al Tenerife con solo nueve jugadores, a falta de 20 minutos para el final, como por la escabechina en la que luego se metieron los blanquiazules, por la que sufrieron otras dos expulsiones. Allí se acabó la temporada y prácticamente también la carrera de Cova al frente del primer equipo, donde le relevaría Javier García Verdugo.
La trayectoria del fallecido entrenador se complementó con su trabajo en las categorías inferiores del representativo, sobre todo en el filial, el Tenerife Aficionado, igual que al frente de las selecciones tinerfeñas juvenil y regional, además de la dirección de equipos como San Andrés (en el que jugó) y Puerto Cruz.

Condolencias y silencio

El fallecimiento de Fernando Cova sorprendió amargamente a la gran familia del fútbol tinerfeño, entre la que Cova se granjeó una legión de amigos. No tardaron en llegar las condolencias, como la del Cabildo Insular de Tenerife, que remitió una nota informativa glosando su figura y lamentando su pérdida. Por su parte, la Federación Territorial, a la que perteneció durante los últimos 33 años, hizo saber a través de un comunicado, que en todos los partidos que se disputan entre hoy y mañana se guardará un minuto de silencio. El sepelio de Fernando Cova tendrá lugar esta tarde, a las cuatro, en la capilla de Servisa.