Elecciones legislativas
Portugal acude de nuevo a las urnas con los conservadores como favoritos pero con dudas sobre la gobernabilidad
El país celebra sus cuartos comicios en cinco años y medio después de que Montenegro perdiese una cuestión de confianza que se vio forzado a plantear por un supuesto caso de corrupción

El primer ministro en funciones y candidato conservador, Luís Montenegro, durante un acto con votantes, este viernes en Lisboa. / MIGUEL A. LOPES / EFE

Portugal vuelve este domingo a las urnas, un ejercicio democrático que se ha convertido en casi una tradición anual. El país luso celebra sus cuartas elecciones legislativas en cinco años y medio (2019, 2022, 2024 y 2025), uno de los períodos más convulsos a nivel político desde la Revolución de los Claveles y que ha estado marcado por escándalos de corrupción y el fuerte auge de la extrema derecha, actual tercera fuerza en el Parlamento.
La coalición conservadora liderada por Luís Montenegro, el primer ministro en funciones, es la favorita según la mayoría de las encuestas, a pesar de que el dirigente del Partido Social Demócrata (PSD-centroderecha) y candidato de la coalición Alianza Democrática (AD) se vio forzado a adelantar los comicios tras perder una cuestión de confianza planteada cuando se vio acorralado por un supuesto conflicto de interés de su empresa familiar. Sin embargo, hay estudios demoscópicos que arrojan una distancia muy ajustada o incluso un empate técnico con el Partido Socialista (PS) de Pedro Nuno Santos. En las anteriores elecciones, los conservadores gobernaron en minoría con 80 escaños y los socialistas obtuvieron 78.
Los socialistas, según las encuestas, no podrán reproducir la coalición 'geringonça' (con el Bloque de Izquierda y el Partido Comunista hundidos en los sondeos) que les aupó al poder durante dos legislaturas, pero tendrán en su mano la llave de la estabilidad. Durante el mandato de Montenegro, el PS no apoyó las dos mociones de censura presentadas por la ultraderecha y los comunistas que precedieron a la cuestión de confianza en aras de esa estabilidad.
En cualquier caso, se prevé un escenario de futuro complicado, con una gobernabilidad en frágil equilibrio si, como apuntan los sondeos, no hay mayorías claras ni pactos de gobierno factibles sin que entre en la ecuación la posibilidad de una 'gran coalición' entre la AD y el PS o la suma con el partido ultra Chega, de André Ventura, algo que descartan de plano los dos principales partidos. Chega perdería votos pero se mantendría en tercera posición consolidando el aumento exponencial logrado en las urnas desde su fundación: de 1 diputado en 2019, pasó a 12 en 2022 y a 50 en 2024, de un total de 230 escaños de la Asamblea.
Ventura ha protagonizado un final de campaña 'atropellado' por cuestiones de salud. El martes, después de un mitin en Faro, la capital del Algarve y uno de los feudos de Chega, tuvo que ser hospitalizado tras sentirse indispuesto. Y el jueves, cuando ya parecía recuperado, tuvo que regresar al hospital para ser sometido a más pruebas por sentirse de nuevo mal. El diagnóstico de los médicos apunta a un "espasmo esofágico", una afección cuya sintomatología se asemeja a la de un infarto de miocardio.
Un escándalo por resolver
La corrupción ha vuelto a ser uno de los temas protagonistas de la campaña electoral portuguesa, tanto por haber sido el desencadenante de los actuales comicios como por el recuerdo de los del año pasado (el socialista António Costa, hoy presidente del Consejo Europeo, dimitió por sospechas de irregularidades que no se han llegado a probar y convocó elecciones anticipadas). No se ha librado tampoco de la sombra de la sospecha Chega, un partido que ha hecho bandera de la lucha anticorrupción, pero que en los últimos meses se ha visto salpicado por una trama de robo de maletas en el aeropuerto, prostitución de menores o agresiones por parte de sus parlamentarios.
Montenegro ha conseguido sobreponerse durante la campaña al escándalo en su contra, que está por ver si prospera en los tribunales. El caso estalló el pasado mes de febrero, cuando salió a la luz que el grupo de casinos y hoteles Solverde, para el que el primer ministro trabajó en el pasado, estuvo realizando pagos mensuales por sus servicios a Spinumviva, la empresa que fundó Montenegro en 2021, cuando no estaba en política, y que actualmente está en manos de su familia.
La economía ha estado en estos comicios en un segundo plano, con una previsión de crecimiento del 2,3% para 2025, una bajada de la inflación hasta el 2,3% y una tasa de paro contenida en el 6,6% en los tres primeros meses del año. No obstante, los bajos salarios y la crisis de la vivienda –acentuada tras el levantamiento de las restricciones a los alojamientos turísticos en esta legislatura– son una de las principales preocupaciones de los portugueses. Los precios de compra de inmuebles subieron un 13,3% en 2024 y los de los alquileres, un 7%, mientras el salario mínimo está en 870 euros. Para seducir a los votantes, tanto el PSD como el PS han prometido rebajas fiscales y grandes obras de infraestructuras, como el impulso del tren de alta velocidad para conectar el país con España o el nuevo aeropuerto de Lisboa.
Discurso antiinmigración
La inmigración, en cambio, ha estado presente en los discursos de todos los partidos. El aumento de la población extranjera en Portugal, que en los últimos siete años se ha multiplicado por cuatro, suponiendo ya el 15% del total (1,5 millones de personas), y el desbordamiento de la capacidad de los servicios públicos son utilizados por la extrema derecha para alimentar un discurso antimigratorio que se ha extendido cual mancha de aceite entre el resto de opciones políticas. Tanto la AD como el PS han incluido en sus programas medidas para limitar la llegada de extranjeros y liquidar la política de puertas abiertas que pusieron en marcha los gobiernos socialistas.
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