DIPLOMACIA

El control de Albares de la información dentro de Exteriores provoca “disfuncionalidades”: “Los diplomáticos van a ciegas”

El Periódico habla con media docena de diplomáticos en activo, exministros y el presidente de la Asociación de Diplomáticos para arrojar luz sobre las quejas de la Carrera

Madrid. 12.03.2025. José Manuel Albares, ministro de Exteriores, durante su comparecencia en el Congreso de los Diputados

Madrid. 12.03.2025. José Manuel Albares, ministro de Exteriores, durante su comparecencia en el Congreso de los Diputados / José Luis Roca / EPC

Mario Saavedra

Mario Saavedra

Madrid

Lo que comenzó como un ruido de fondo y quejas individuales de diplomáticos en activo está cogiendo la forma de un alud de insatisfacción en el Ministerio de Exteriores. El ministro, José Manuel Albares, ha reducido drásticamente respecto a sus predecesores la información que se transmite al escalafón sobre la posición de España en los distintos asuntos internacionales, según seis de los siete diplomáticos en activo consultados, de todo el espectro ideológico y con cargos tanto en el extranjero como en Madrid. Tampoco se les permite a los embajadores con la misma frecuencia que antes dar entrevistas en su destino. En ocasiones se les excluye de las reuniones bilaterales con el ministro. Los diplomáticos consultados hablan de forma anónima para evitar represalias, pero las quejas las ha corroborado, en conversación con este diario, Alberto Virella, el presidente de la Asociación de Diplomáticos Españoles (ADE), que representa aproximadamente a seis de cada diez diplomáticos en activo. 

Señalan los diplomáticos consultados que en ocasiones “trabajan a ciegas”, porque se les escatiman datos que son clave para desarrollar su tarea diaria dentro del engranaje de la política exterior española. Que se ha reducido el número de telegramas internos y minutas que reciben resumiendo las reuniones bilaterales que mantiene el jefe de la diplomacia con sus homólogos internacionales. La información se reserva al círculo de confianza del ministro. Algunos denuncian que se enteran por la prensa de cambios de posición o, lo que es más humillante, aseguran, por lo que les cuentan homólogos de otros países, a los que su ministro sí ha informado. Todo ello genera serias “disfuncionalidades”, en palabras de Virella. 

"Para los profesionales resulta muy difícil trabajar así, a ciegas. Si fuera por seguridad, se pueden establecer niveles de acceso restringido a la información, según su carácter reservado. Lo que no sucede en ningún país democrático es que no haya ninguna documentación al respecto, para nadie", dice Virella en conversación con El Periódico, que denuncia la ausencia de minutas o notas que resuman las reuniones bilaterales entre el ministro o los secretarios de Estado y sus homólogos, para informar al resto de directores y subdirectores. "En cualquier organización, y más en una de carácter público, como un Ministerio, trabajamos con papeles (ahora también en forma electrónica). Son esenciales las instrucciones escritas y las notas con lo tratado en las reuniones que mantienen quienes se encuentran en la cúpula de la organización. Es fundamental para conocer la postura de la institución hacia el exterior, no solamente la pública sino la que de manera también oficial se transmite a los representantes extranjeros, así como en sentido inverso".

Tanto los telegramas internos como las entrevistas a la prensa local y la presencia de embajadores en las reuniones bilaterales eran la práctica habitual en el ministerio, según asegura a este diario tanto el exministro José Manuel García-Margallo como otro exministro que prefiere no dar su nombre.

El ministerio rechaza las alegaciones. “Las unidades tienen acceso a la información necesaria para realizar su trabajo”, aseguran fuentes oficiales de Exteriores a preguntas de este periódico. “Los embajadores siempre acompañan al ministro a las reuniones con las autoridades del país ante el que están acreditados. En cuanto a la comunicación, la labor de la Oficina de Información Diplomática, desde su creación, es ser el órgano portavoz del Ministerio, unificando los mensajes, como en todos los servicios exteriores del mundo, y como establece el art. 24 del RD 1184/2024 de 28 de noviembre”.

Uno de los diplomáticos consultados asegura, al contrario que sus compañeros, que él siempre ha recibido información suficiente del gabinete de Albares en su cargo como subdirector de área. 

Control de la información interna

En las reuniones del ministro de Exteriores con un homólogo de otro país, lo habitual era que estuviera presente un número dos o tres de la embajada para tomar notas, explica un embajador. Esas notas se cotejan y validan después con el ministro o el secretario de Estado, y se circulan internamente. “Si tienen la suficiente relevancia, se les da forma de telegrama interno [una suerte de sistema de correo cifrado interno diplomático] o se envía como adjunto a un telegrama. Con Albares, sin lugar a dudas ha mermado la información que circula en forma de esas minutas o telegramas”, afirma el diplomático, que lleva dos décadas dentro de la Carrera. 

Esos telegramas internos para informar de las líneas generales de la política exterior o de la posición española era una de las herramientas habituales dentro del Ministerio. “Durante mi mandato era muy habitual que celebráramos videoconferencias sobre regiones, pongamos Ucrania. Se conectaban los embajadores españoles de esa zona, por ejemplo Kiev o Moscú, y luego se hacía una minuta, que circulábamos”, subraya José Manuel García-Margallo, ministro de Exteriores desde 2011 a 2015 en el Gobierno de Mariano Rajoy. “Ahora, Albares tiene un núcleo de diplomáticos muy cerrado por el que circula información con cierta libertad, pero hacia fuera no hay ningún tipo de comunicación”.

Esa carencia complica la vida de los diplomáticos, por ejemplo a la hora de elaborar informes, y genera desafección. “A mí me pasa mucho que pidan un trabajo para el que no me han dado información suficiente”, aporta un subdirector del Ministerio. “Yo, con una carrera de más de dos décadas y media, tengo la sensación de que ahora ya no hay forma de influir de abajo hacia arriba, de que capten tus ideas, las respeten y las quieran. Y eso está provocando mucha desmotivación”. 

Reconoce este diplomático que la limitación de información en la estructura ministerial  posiblemente sea una tendencia general, no solo en España. Habla, por ejemplo, de las quejas de sus colegas franceses en Exteriores, que dicen desconocer todo lo que se cuece en la presidencia de Emmanuel Macron. “Siempre ha habido ‘taifas’ informativas dentro del Ministerio. Pero la tendencia se ha agravado con Albares. Hay casos que son casi una caricatura, en los que está claro que no se quiere que te llegue una información”, añade.

¿Por qué este control tan estricto de la comunicación en un funcionariado conocido por su discreción y hermetismo? ¿Por qué no se utiliza el sistema que marca la confidencialidad de las informaciones? “El caso es restringir al máximo el número de personas que sepan de algo más allá de su círculo cercano. Creo que Albares es muy celoso y desconfía de todo el mundo. No quiere que se sepa nada de lo que hace él, pero quiere saber todo de lo que hacen los demás. Se comporta como si viviera en unos Idus de Marzo [cuando los senadores mataron al emperador de Roma, Julio César]”, añade un tercer diplomático. “A mí me ha pasado trabajar para una reunión regional, elaborar la nota y los puntos a tratar, y que luego se produzca la reunión pero que no se me comunique nada de lo hablado”. 

La información, dice, solo funciona en una dirección, y eso desanima a la hora de trabajar, especialmente cuando se enteran de cosas por lo que se lee en la prensa o lo que se intuye de lo leído. Eso puede provocar disfuncionalidades a la hora de hacer seguimiento con el ministerio de Exteriores del país. “Siempre fue un poco así, los ministros nunca son amables y bidireccionales, pero ahora es mucho peor”, concluye. 

Albares fue nombrado en julio de 2021 ministro de Exteriores, Unión Europea y Cooperación. Sustituyó por sorpresa a su predecesora, Arancha González Laya, tras una crisis diplomática sin precedentes desatada por Marruecos porque España permitió a Brahim Ghali, líder del Frente Polisario, ingresar en un hospital de Logroño. Albares ha tenido desde entonces como misión rehacer las relaciones con Rabat, lo que ha incluido un giro de la posición neutral de España respecto al conflicto del Sáhara Occidental, en favor de las tesis marroquíes. 

Embajadores sin voz en el extranjero

Parte de la misión de un diplomático en el extranjero es la de llevar la voz de España al país al que está acreditado y promover su imagen, según la Ley de Acción Exterior. Para ello, los embajadores deben establecer una relación estrecha con los periodistas y medios de comunicación del lugar. Para transmitir el relato y los valores de España, deben interactuar con los medios, conceder entrevistas y publicar artículos. Los jefes de misión se ponen en contacto con la Oficina de Información Diplomática para que les dé las claves de la posición española y la forma de abordar el tema. Una vez aprobado, ellos hablan a la televisión, radio o medio escrito. Eso también ha ido cambiando con Albares, según la ADE. 

Pedro Sánchez y José Manuel Albares en la conferencia de embajadores celebrada en Madrid.

Pedro Sánchez y José Manuel Albares en la conferencia de embajadores celebrada en Madrid. / José Luis Roca

“Se ha convertido en pauta habitual que, cuando un medio de comunicación de un país ofrece a un embajador de España allí la posibilidad de ser entrevistado o escribir un artículo sobre las relaciones bilaterales o la posición de España sobre un asunto de interés, el Ministerio no le autorice a hacerlo”, aporta Alberto Virella, presidente de ADE. “Con esta práctica se imposibilita una de las funciones principales de cualquier embajador: informar sobre tu país. En consecuencia, y como los demás embajadores de otros países sí lo hacen, España pierde oportunidades en un mundo cada vez más competitivo”. 

Ausencia de los embajadores en las reuniones

Menos claro es el asunto de la presencia de los embajadores en las reuniones bilaterales de Albares en el extranjero. Dos de los diplomáticos consultados ponen como ejemplo la ausencia repetida del embajador de Reino Unido, Pascual Marco, en los encuentros del jefe de la diplomacia española con su homólogo británico, ahora David Lammy. “Es un caso muy sonado. Es un tema de confianza: no importan las instituciones, sino la confianza personal. Pascual fue nombrado por González Laya”, recuerda uno de ellos. “Esto no era así y ha ocurrido en más de una ocasión”. 

Otro apunta a la reunión de los países del G20 en Sudáfrica del pasado 20 de febrero: “Cuando fue Albares, se le dijo al embajador que no hacía falta que fuera a las reuniones bilaterales, que solamente tenía que asistir a las sesiones plenarias. Es decir, tenían al embajador donde no se estaba hablando de los temas importantes”.

Exteriores asegura, por el contrario, que “los embajadores siempre acompañan al ministro a las reuniones con las autoridades del país ante el que están acreditados”. Pero el clima en parte de la Carrera está cada vez más enrarecido, y las críticas de personalismo y control de la información hacia Albares comienzan a ser la norma entre los diplomáticos.

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