Conflicto en Oriente Próximo

La huida desesperada de libaneses y sirios a través de un cráter en la frontera: "Volveremos, aunque sea para vivir en una tienda"

Al menos 400.000 personas, la cuarta parte de la cual son libanesas, han cruzado a Siria por el paso fronterizo de Masnaa que hace cinco días el Ejército israelí bombardeó, dificultando el movimiento de civiles y de asistencia humanitaria

Un voluntario ayuda a una mujer a subir por la ladera del cráter provocado por un bombardeo israelí en el pase fronterizo de Masnaa, entre Líbano y Siria.

Un voluntario ayuda a una mujer a subir por la ladera del cráter provocado por un bombardeo israelí en el pase fronterizo de Masnaa, entre Líbano y Siria. / NOEMÍ JABOIS / EFE

Andrea López-Tomàs

Andrea López-Tomàs

Sobre la piel de Wafa Hamoud Younes está escrita la historia del sur del Líbano. En sus ojos arrugados, pero brillantes, queda el rastro de las miradas hacia el suelo al asomarse a la ventana. Oriunda del barrio beirutí de Dahiye pero casada con un hombre de Markaba, ha pasado su edad adulta ignorando las pistolas israelíes que apuntaban a su casa, a unos centenares de metros de la frontera enemiga. En los callos de sus manos están las cicatrices de las torturas sufridas en el centro de detención de Khiam. Durante la ocupación israelí del sur del Líbano, Wafa pasó siete meses en una celda de los barracones usados por el Ejército del Sur del Líbano, una milicia cristiana apoyada por Israel. "Tenemos tantas historias que contar", reconoce orgullosa a EL PERIÓDICO. Ahora, Wafa Hamoud Younes y sus historias cruzan otra frontera. Los Younes abandonan otra guerra en el Líbano para buscar refugio en la de la vecina Siria.

Esta familia libanesa es una entre las 400.000 personas que han escogido Siria para huir del Líbano desde el 23 de septiembre, según las autoridades locales. La intensificación de los ataques aéreos israelíes ese día lo convirtió en la jornada más letal en el país de los cedros en décadas. Entonces, la familia Younes emprendió su segunda huida. La primera fue el 8 de octubre de 2023 cuando los enfrentamientos transfronterizos entre el Ejército israelí y la milicia libanesa Hizbulá sumieron al sur del Líbano en una realidad de bombardeos y destrucción que se alarga más de un año después. Al menos 2.119 personas han muerto en estos 367 días y 10.019 han resultado heridas. Ahora, esta realidad localizada se ha trasladado a la totalidad del país de los cedros. Incluso, en esa misma frontera, quedan restos de metralla israelí.

Un grupo de personas habla con el conductor de un autobús en el paso fronterizo de Masnaa, entre Líbano y Siria.

Un grupo de personas habla con el conductor de un autobús en el paso fronterizo de Masnaa, entre Líbano y Siria. / NOEMÍ JABOIS / EFE

Se encuentran en las profundidades de un cráter de cuatro metros. Hace cinco días, el Ejército israelí bombardeó esta carretera en tierra de nadie que conecta las fronteras de Siria y el Líbano. En el principal punto fronterizo de Masnaa, los misiles hebreos dejaron un enorme boquete por haberse convertido, según afirman, en "el principal paso fronterizo para las transferencias de armas de Hizbulá". Tras el ataque, las autoridades militares israelíes acusaron al grupo de ocultar "actividades de contrabando entre camiones y vehículos civiles". Ahora, el tráfico por carretera es imposible en esta zona, añadiendo un nuevo obstáculo a la huida hacia adelante de la población libanesa. Sin posibilidad de transitar en vehículo, familias enteras cargan sus bártulos a las espaldas y cruzan los escombros a pie.

Agradecidos a Siria e Irak

"Todas estas personas son civiles", lamenta Ahmed, un taxista que cada día se dedica a acercarlas a Damasco. "Sobre todo para la gente mayor y los niños, ahora es más difícil cruzarlo a pie", denuncia a este diario. Más allá de las dificultades físicas añadidas, en caso de emergencia, los precios siempre se multiplican. A la familia Younes formada por seis miembros, por ejemplo, le han cobrado 220 dólares por un trayecto que solía costar 20. Aun así, cruzar a pie hacia Siria sigue siendo más barato que cualquier otra vía de salida del país. Los vuelos están agotados y cuestan centenares de dólares. Igual que abandonar el Líbano en uno de los lujosos yates que van a las costas chipriotas por unos 1.200 dólares. Además, para ello, es necesario tener un visado de entrada a la zona Schengen, del cual no goza la gran mayoría de la población.

Por eso, al acercarle un micrófono a Hasán, el hijo menor de Wafa, no duda en cuál deben ser sus primeras palabras. "Quiero mandarle un mensaje a Siria y a Irak: muchísimas gracias, porque sois los dos únicos países que habéis abierto vuestras puertas y vuestras casas después de todo lo ocurrido en el Líbano", dice este joven de 18 años en un inglés fluido. Tras pasar varios días en Siria, el destino final de la familia Younes es Irak. "Ahora nos vamos, pero no me olvidaré de mi país, es lo primero para mí", defiende, con promesas de retorno. Su madre se encarga de recordarle que él mismo ya realizó este camino cuando era sólo un bebé con un par de meses de vida. Durante la guerra de 2006 entre Hizbulá e Israel, gran parte de la ciudadanía de las aldeas fronterizas abandonó sus casas. Los Younes volvieron al cesar las bombas.

"Dormiremos en una tienda"

"Esa guerra fue más corta, sólo duró 34 días, pero ya llevamos más de un año fuera de nuestros hogares", denuncia Wafa, antes de relatar todas sus huidas a lo largo de estos 12 meses. Su viaje a Siria es el sexto desplazamiento que sufre junto a su familia en todo este tiempo. "Pero volveremos, de eso no tengo ninguna duda", defiende. "Nuestra casa ya no existe, ni tampoco la de mi hermana", reconoce Hasán. "También en 2006 nos quedamos sin casa y la reconstruimos, eso mismo haremos en cuanto podamos volver", le responde su madre. "Si hace falta dormiremos en una tienda, pero volveremos, es nuestro hogar, nuestra tierra", afirma orgullosa. Las cicatrices de su piel dejan constancia de todos los sufrimientos vividos para defenderla. 

Ahora, se las lleva consigo a Siria y, luego, a Irak para que el póster de resistencia que tiene tatuado en la piel siga expandiéndose. Junto a su marido, se sube al bus de la Media Luna Roja Árabe Siria que les llevará hasta Damasco, con una sonrisa enorme. Con ellos, se van otras decenas de familias que están agotadas después de una larga travesía hacia la calma. Las autoridades libanesas han registrado que, entre los que cruzaron la frontera, hay 300.774 sirios y 102.283 libaneses. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) afirma que, por allí, también se han ido palestinos, sudaneses y ciudadanos de terceros países. Entre los exiliados, también hay categorías. En su negativa a hablar con la prensa, un ciudadano sirio demuestra el temor que domina a esta población al retornar a un país del que huyeron.

Desde el ataque israelí en la frontera, la Media Luna Roja Árabe Siria se ha desplazado a la zona para ayudar a quienes necesitan cruzar. "Ahora que están ellos nos sentimos más seguros", defiende Ahmed. El personal humanitario ha denunciado que la destrucción de la carretera cerca del cruce de Masnaa dificulta tanto el movimiento de personas como el de alimentos y suministros humanitarios. Hasta ahora, esta era la forma más barata y efectiva de hacer llegar bienes humanitarios. "Un ataque israelí contra un objetivo militar legítimo aún puede ser ilegal si se espera que cause un daño civil inmediato desproporcionado a la ganancia militar anticipada", apuntó Human Rights Watch en un comunicado. Para las familias con sus maletas a cuestas, la urgencia por huir les domina.

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