Conflicto en el sur de Europa

La destrucción de la presa agrava el drama humanitario en el ya muy castigado sur de Ucrania

Las dimensiones de la tragedia se agravan por el hecho de que la población que sigue habitando el sur de Jersón es en gran medida gente que no se pudo marchar antes

La destrucción de la presa agrava el drama humanitario en el ya muy castigado sur de Ucrania.

La destrucción de la presa agrava el drama humanitario en el ya muy castigado sur de Ucrania.

Ricardo Mir de Francia

El tormento que padecen los ucranianos desde que hace 15 meses Vladímir Putin decidiera borrar su identidad nacional y someter al país para convertirlo de nuevo en un apéndice de Rusia por su osado acercamiento a Occidente, un plan que en gran medida ha fracasado, ha adquirido renovados bríos en el sur de Ucrania. La voladura el martes de la presa de Nova Kajovka ha dejado en la indigencia a miles de personas, a medida que el desbordamiento de las aguas del Dniéper anegaba pueblos y campos de cultivo, como si un diluvio bíblico se hubiera abatido sobre una de las regiones que más han sufrido desde el comienzo de la invasión. Con el agua hasta las rodillas en algunos lugares, coronando tejados en otros, las labores de rescate y evacuación avanzan con lentitud y en medio de una guerra que no cesa. 

Las dimensiones de la tragedia se agravan por el hecho de que la población que sigue habitando el sur de Jersón es en gran medida gente que no se pudo marchar antes: ancianosenfermos, gente sin recursos o ucranianos que han vivido toda la guerra o parte de ella bajo atrapados en la telaraña de la ocupación rusa. Ni siquiera en la capital de la provincia, liberada por las tropas de Kiev en octubre, la vida había recuperado la normalidad. Con los militares rusos apostados al otro lado del río, Jersón era una ciudad fantasma, bombardeada diariamente con artillería y presa de la ansiedad y el miedo. Ahora sus calles son ríos con gente atrapada y sin agua potable, algunos arracimados a los tejados en busca de ayuda, según las imágenes de las agencias de noticias. 

De acuerdo con las autoridades ucranianas, unas 16.000 personas seguirían en peligro en las zonas controladas por Kiev en la margen occidental del río y unas 20.000 en las zonas ocupadas por el Kremlin, tierras menos elevadas sobre el nivel del mar y presumiblemente más afectadas. "Toda la calle está sentada en sus tejados implorando ayuda. Los animales aúllan y se están ahogando", le dijo a 'The Washington Post' una vecina de Olesky, un pueblo con 25.000 habitantes antes de la guerra en el sector controlado por las tropas rusas. "Las autoridades no están ayudando. Están frustrando el proceso al no dejar pasar a los autobuses y las barcas que hemos pagado con las donaciones de voluntarios", le contó también Yaroslav Vasiliev, otro vecino del pueblo que creó un grupo de WhatsApp para tratar de coordinar las evacuaciones.

Catástrofe humanitaria

Uno de los jerarcas al mando de la ocupación rusa en Jersón afirmó que unas 1.500 personas han sido evacuadas hasta ahora, mientras que Kiev dice haber rescatado a unas 1.700. En la zona rusa habría al menos siete desaparecidos. La agencia estatal de noticias ucraniana aseguró que se prevé que el nivel de las aguas pueda aumentar hasta cinco metros este miércoles para empezar a retroceder a partir del jueves. En el Consejo de Seguridad de la ONU, el jefe de ayuda humanitaria de la organización, Martin Griffiths, declaró el martes que la catástrofe tendrá "consecuencias graves y de largo alcance para miles de personas a ambos lados del frente en el sur de Ucrania por la pérdida de sus hogares, despensas, agua potable y sustento".

Ambos bandos se acusan de haber volado la presa de Nova Kajovka, que contaba también con una central hidroeléctrica y era una de las mayores del país. Construida durante la época soviética con cemento armado, concebido teóricamente para resistir un ataque nuclear, estaba bajo control ruso desde los primeros días de la invasión. Diversos ingenieros consultados por 'The New York Times' explicaron que, a tenor de los daños en la parte frontal del dique, la explosión debió de haberse producido en la sala de máquinas de la central, lo que refuerza la tesis de la autoría rusa defendida por Kiev.

Convención de Ginebra

No en vano, todo apunta a que Rusia tiene mucho más que ganar desde un punto de vista militar con esta brutal voladura que Volodímir Zelenski describió como un "ecocidio" y una "bomba medioambiental de destrucción masiva". La Convención de Ginebra, donde están contenidas muchas de las leyes de la guerra, prohíbe explícitamente los ataque contra "instalaciones que contienen fuerzas peligrosas", como las presas hidroeléctricas, por el peligro que representan para los civiles. Y la Fiscalía ucraniana ya investiga el posible crimen de guerra.

El propio gobernador prorruso en las zonas ocupadas de Jersón, Vladimir Saldo, reconoció en su canal de Telegram que, "desde un punto de vista táctico-militar", la destrucción de Nova Kajovka, "beneficia a las fuerzas rusas". Saldo, eso sí, se plegó a la versión del Kremlin, que sostiene que se habría tratado de un sabotaje ucraniano, una tesis que no ha respaldado con evidencia alguna, y eso que sus tropas controlaban la infraestructura. 

El desastre humanitario ha alejado la conversación de la esperada contraofensiva ucraniana, cuyas autoridades no tienen ninguna intención de telegrafiar, por más que ambas partes jueguen al despiste. Días después de que el Kremlin la diera por iniciada tras la intensificación de los ataques ucranianos en varios puntos, Kiev quiso acallar esos rumores. "Nada de eso es cierto. Cuando la contraofensiva comience, todo el mundo se dará cuenta porque lo verán", dijo Oleksiy Danilov, secretario del Consejo de Seguridad y Defensa ucraniano.