Alemania

Los conservadores alemanes defienden el cordón sanitario sobre la ascendente ultraderecha

La posición del líder del partido, Friedrich Merz, mantiene la línea roja marcada en su momento por Angela Merkel

El líder de la CDU, Friedrich Merz.

El líder de la CDU, Friedrich Merz. / EP

Marina Ferrer

"Mientras yo lidere mi partido no habrá ningún tipo de cooperación con esa formación", aseguró el jefe de la Unión Cristianodemócrata (CDU)el derechista Friedrich Merz, a la televisión pública alemana ARD, en relación a la cada vez más emergente y ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD). Es un partido "xenófobo y antisemita", cada vez más radicalizado, con el que no pueden trazarse alianzas, añadió.

La contundente respuesta de Merz se produce cuando, por primera vez, un sondeo de un medio dicho "serio" -esa misma cadena de televisión- situó a la AfD en la segunda posición en intención de voto, solo superada por los conservadores de Merz y empatada con el Partido Socialdemócrata (SPD) del canciller Olaf Scholz.

La respuesta de Merz es más que relevante. Por una parte, mantiene la línea roja marcada en sus tiempos por Angela Merkel, bajo cuyo liderazgo el partido aprobó sucesivas resoluciones en contra de toda cooperación y a cualquier nivel con la AfD. Por otra, porque el cordón sanitario frente a la ultraderecha se ha roto en buena parte del centro y norte de Europa, desde Austria o Países Bajos a Suecia, Finlandia, Noruega y Dinamarca, sea en sus gobiernos actuales o en anteriores coaliciones, con los ultras como socios o en forma de "aliado externo". Las delegaciones regionales de la CDU del este alemán, donde la AfD es incluso primera fuerza, claman por "tender puentes" con esa formación.

Reconquistar el poder

La firmeza de Merz no era algo que pudiera darse por consabido desde que Merkel, que lideró el partido durante 18 años, dejó la cancillería en 2021. Merz asumió las riendas de la CDU desde su posición de rival histórico de Merkel. Si la ahora excanciller representó la línea más centrista del partido, Merz es el estandarte de su sector más derechista. Merkel está apartada de las estructuras del partido y ni siquiera interviene en sus congresos, mientras que Merz busca reconquistar el poder para el grupo conservador –integrado por la CDU y su hermanada Unión Socialcristiana de Baviera (CSU)--.

No está garantizado que lo logre sin el apoyo de la AfD. A la CDU/CSU le atribuye el sondeo de la televisión pública un 29%, mientras que a la AfD se le estima un 18%, el mismo porcentaje que al SPD de Scholz. A los dos socios del canciller, Verdes y el Partido Liberal (FDP), se les estima un 15% y un 7%, respectivamente.

La AfD, partido que nació hace diez años como euroescéptico pero viró luego a lo xenófobo con la crisis migratoria de 2015, aglutina todo tipo de votos de protesta. Su fuerza sigue siendo el rechazo a los refugiados y la inmigración. Un 65% de sus votantes lo considera la razón principal para votarles, mientras que 47% apunta a las medidas medioambientales y contra el cambio climático impulsadas por el tripartito y especialmente por los Verdes.

“El ascenso de la AfD nace de la insatisfacción por la gestión caótica del tripartito de Scholz”, sostuvo Merz. La AfD “es el partido de los malhumorados”, ha asegurado por su parte Scholz, para ratificar que su gobierno debe llevar adelante medidas tal vez impopulares, pero imprescindibles para poner a Alemania al día, económica y energéticamente.