Conflicto

La paradoja de Sudán: violencia en la política y civismo en las calles

"El conflicto que ha estallado no es algo inesperado, viene de años atrás", afirma Abdelwahab el-Affendi presidente del Doha Institute for Graduate Studies

Abdelwahad el Affendi, presidente del Doha Institute for Graduate Studies.

Abdelwahad el Affendi, presidente del Doha Institute for Graduate Studies. / Jordi Cotrina

Begoña González

"La política sudanesa se ha ido extremando y ha ido polarizando a la población desde la independencia. Pero toda la violencia que se está viviendo en el plano político contrasta con el civismo y la hospitalidad de los sudaneses. La vida política de Sudán es una paradoja", resume Abdelwahab el-Affendi a El Periódico, del grupo Prensa Ibérica, minutos antes de dar una charla sobre la actualidad política de su país en el Institut Europeu de la Mediterrània (IeMed) el pasado jueves.

El-Affendi, que fue periodista en sus años de juventud, preside ahora el Doha Institute for Graduate Studies y es especialista en islamismo y política sudanesa. "El conflicto que ha estallado en Sudán no es algo inesperado, viene de años atrás", asegura. Tras el derrocamiento y encarcelamiento del exdictador Omar al Bashir, en Sudán empezó a vislumbrarse la luz, pero la posterior firma de un acuerdo apoyado por las Naciones Unidas (ONU) para una transición militar apoyada por un Gobierno civil acabó con toda esperanza. "Fue un mal acuerdo", asegura el-Affendi.

Con el derrocamiento de Al Bashir en 2019, el acuerdo de Juba de 2020 determinó que el máximo poder estatal debía recaer en manos del jefe del Ejército y presidente del Consejo Soberano de Transición, Abdelfatá al Burhan, y su 'número dos' en el líder de las paramilitares RSF, Mohamed Hamdan Dagalo, alias 'Hemedti'. Las tensiones que se han ido encadenando entre ambos líderes han ido caldeando un ambiente cada vez más inestable que terminó por estallar en violencia a mediados del pasado mes de abril. "El desencuentro entre ambas facciones beligerantes viene de los últimos días del mandato de Al Bashir. En un ambiente de corrupción donde el Ejército cada vez apoyaba menos al Gobierno, Al Bashir empezó a aumentar la financiación de las milicias así como su presencia en espacios oficiales esperando que le defendieran en caso de Golpe de Estado", asegura El-Affendi.

"Esta confrontación entre el Ejército y las milicias fue creciendo hasta convertirse en una pugna por el poder", zanja. "Esto contrasta con el carácter de los ciudadanos de Sudán. El civismo y su capacidad de convivir con gente que piensa totalmente opuesto a ellos es parte de su ADN", asegura el politólogo que recuerda cómo años atrás mandatarios de organismos internacionales no daban crédito al buen ambiente que había en las reuniones entre Gobierno y oposición. "Les llamaba la atención que se llegaran a hacer bromas en la mesa o que se preguntara cómo estaban los hijos cuando en otros contextos se enfrentaban con severidad", bromea.

Violación de las treguas

Esta actitud de agresividad en la política explica en parte por qué no se ha respetado ni una sola tregua de las múltiples acordadas en el país e incluso se han rescindido las negociaciones entre las partes. "La ambición y la necesidad de tomar ventaja frente a la otra facción, han llevado a los dos bandos a no respetar las treguas. Ninguno está dispuesto a perder su poder frente al otro", asegura el-Affendi. Los principales damnificados de esta actitud han sido los miles de ciudadanos atrapados en sus ciudades sin recursos, ni atención médica, que esperaban la creación de corredores humanitarios o periodos de paz para poder huir.

Las oenegés en su mayoría han tenido que parar su actividad en el país a causa del altísimo peligro que entraña el nulo respeto de las treguas. Los hospitales han sido destruidos y bombardeados, así como los barrios civiles y las escuelas. El Programa Mundial de Alimentos (PMA) condenó firmemente el saqueo de uno de sus centros logísticos en la ciudad sudanesa de El Obeid, capital del estado de Kordofán Norte e indicó que el saqueo de estas instalaciones pone en riesgo la entrega de ayuda alimentaria a 4,4 millones de personas en las zonas afectadas por el conflicto. En múltiples ocasiones han manifestado que trabajan para incrementar sus operaciones para dar atención a millones de personas que "han caído en la incertidumbre y el hambre" por las hostilidades.

Asimismo, este mismo viernes, la organización Human Rights Watch (HRW) urgió al Consejo de Seguridad de la ONU a tomar "medidas más enérgicas" para mitigar y revertir la situación humanitaria en Sudán, así como imponer "sanciones específicas y un embargo de armas" contra las partes beligerantes.

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