Estados Unidos

Ron DeSantis, preparado para entrar en el cuerpo a cuerpo contra Trump

La candidatura del gobernador de Florida anticipa una intensa guerra intestina en el Partido Republicano

Ron DeSantis.

Ron DeSantis. / EFE

Idoya Noain

Esta semana, finalmente, el gobernador de Florida, el republicano Ron DeSantis, va a lanzar oficialmente su candidatura para buscar la presidencia de Estados Unidos en 2024 con la presentación de documentación ante la Comisión Federal Electoral, adelantada por varias fuentes a medios estadounidenses. El propio DeSantis prácticamente confirmó el paso en una llamada que tuvo el jueves con donantes. Y el combativo conservador dará así el pistoletazo formal de salida a una carrera en la que, en realidad, ya lleva metido meses.

Ese paso, que según diversas informaciones podría llegar acompañado del lanzamiento de un vídeo y al que podría seguir un acto público de lanzamiento de campaña la semana siguiente, promete sacudir la vida política estadounidense en los próximos meses. Porque permite anticipar una intensa guerra intestina en el Partido Republicano que amenaza con hacer palidecer a la que se libró en 2015 y 2016. Y en ningún caso se augura esa lucha más cruenta que en el enfrentamiento entre DeSantis y el expresidente Donald Trump.

Primeros ataques directos

Con el claro objetivo de no alienar a las fieles bases de Trump, claro favorito para la nominación de los conservadores y con 30 puntos de ventaja en las encuestas, el gobernador hasta ahora ha estado evitando, casi siempre, responder a las provocaciones y ataques lanzados contra él por el expresidente, o ser especialmente duro con él. Pero poco a poco ha empezado a dar señales de estar preparado para entrar en el cuerpo a cuerpo. 

En un viaje reciente a Iowa, primera cita de caucus y primarias para los republicanos, lanzó un dardo a Trump por haber cancelado un viaje ante la amenaza de tornado yendo muy cerca de donde debería haber estado el expresidente. También aseguró que "gobernar no trata de construir una marca o hablar en redes sociales sino de ganar y producir resultados", otra indirecta envenenada. Y en la llamada de este jueves cuestionó en múltiples frentes y de forma directa a Trump.

Se augura una cruenta guerra republicana antes de elegir al candidato que se medirá a Biden en las próximas presidenciales

Le criticó, por ejemplo, desde por recaudar fondos solo para él y no para el partido hasta por no haber cumplido promesas o por no haberse centrado en lograr recortes de gasto durante su mandato. "Básicamente hay tres personas en esto que en este momento son creíbles: (el presidente y candidato demócrata, Joe) Biden, Trump y yo. Y de esos tres, dos tienen opción de ser elegido presidente, Biden y yo, basándonos en todos los datos en los estados bisagra, que no son buenos para el expresidente y son posiblemente insuperables porque la gente no va a cambiar su opinión sobre él", decía también DeSantis a los donantes, ante los que aseguró que "demasiados votantes no ven a Trump como un vehículo para dejar atrás a Biden".

Carrera superpoblada

Observadores y analistas desaconsejan minimizar como hace DeSantis las posibilidades, y sobre todo el impacto, que pueden tener en la carrera otros candidatos ya en liza, como la exgobernadora de Carolina del Sur y exembajadora ante la ONU Nikki Haley, el emprendedor Vivek Ramaswamy, el exgobernador de Arkansas Asa Hutchinson o el senador negro de Carolina del Sur Rick Scott, que oficializó candidatura este viernes, a los que además en las próximas semanas se da por seguro que se sumará el exvicepresidente Mike Pence. Porque la superpoblación de aspirantes en el campo republicano ya favoreció a Trump en las últimas primarias presidenciales. Y aunque esta vez el factor sorpresa que fue entonces Trump ha desaparecido, la división sigue favoreciendo al expresidente, que cuenta además ahora con una base leal inquebrantable.

DeSantis tratará de ganarlos con su promesa de llevar a todo EEUU la agenda radicalmente ultraconservadora y 'antiwoke' que ha logrado implementar en Florida, donde ha estampado su firma en 80 leyes que van desde la prohibición del aborto más allá de las seis semanas de gestación hasta la relajación de leyes de control de armas, el veto a mandatos de vacunas y máscaras o las limitaciones a enseñanza sobre raza o cuestiones de género y orientación sexual. Ha estado calentando motores en las últimas semanas, con actos de firma de legislación prácticamente cada día.

Es una oferta cuya efectividad será mucho más cuestionable si se convierte en candidato y tiene que buscar votos independientes y moderados en la pugna nacional con Biden. Y de momento ya ha hecho dudar a potenciales donantes, especialmente por el creciente enfrentamiento con Disney, que rompe con la tradicional alianza republicana con el mundo corporativo y que esta semana volvía a evidenciarse con la suspensión de un proyecto de 1.000 millones de dólares que habría creado 2.000 empleos en Florida.

Otros, no obstante, esperan en la barrera, y el lanzamiento formal de la campaña demostrará el potencial de DeSantis para movilizarlos. De miércoles a viernes tiene convocada en Miami una reunión con donantes, a los que una vez oficializada su candidatura podrá solicitar directamente fondos. Y podrá reforzar su ya fenomenal situación en el terreno económico: el Supercomité de Acción Política que le apoya, 'Never Back Down' (algo así como "Ni un paso atrás'), tiene ya en sus arcas 30 millones de dólares, a los que además podrá transferir otros 80 millones de su campaña estatal.

La segura cobertura mediática, y una gira prevista por estados relevantes para las primarias, se da por hecho que permitirán a DeSantis recuperar algo del impulso que ha perdido en los últimos meses, cuando se ha frenado el estelar ascenso que le había dado su contundente reelección. Lo que está por ver es si ese impulso será suficiente para hacer frente a un rival como Trump. Porque el expresidente, pese a sus problemas legales, sigue siendo un rival formidable. Y como recordó en su polémica aparición en CNN, dispuesto a bajar al fango, un lugar donde sigue jaleado y aplaudido por sus fieles.

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