Francia

Victoria moral de los sindicatos franceses: ¿premio de consolación o punto de inflexión?

La oleada de manifestaciones y huelgas contra la reforma de las pensiones marcará el Día del Trabajador en Francia

Una protesta en París, el pasado 28 de abril.

Una protesta en París, el pasado 28 de abril. / Nathan Laine

Enric Bonet

Los sindicatos franceses afrontan este lunes 1 de mayo como una fecha especial. La oleada de manifestaciones y huelgas contra la reforma de las pensiones marcará, sin duda, el Día del Trabajador en Francia. Después de tres meses de protestas multitudinarias —las más masivas en este siglo XXI en el bullicioso país vecino—, la impopular subida de la edad mínima de jubilación de 62 a 64 años (con 43 años cotizados para recibir una pensión completa) fue promulgada el 15 de abril. A primera vista, el pulso terminó con una victoria para el presidente Emmanuel Macron. Curiosamente, sin embargo, la mayoría de la opinión pública francesa ve a los sindicatos como los “ganadores” de este conflicto. Han logrado un triunfo moral.

Pese a no haber frenado la reforma de las pensiones, la imagen pública de las organizaciones de trabajadores mejora tras el pulso con Macron

Algunos dirán con razón que con los sondeos no se come ni se compensan dos años más de trabajo en profesiones exigentes físicamente. Pero lograr el respaldo de la opinión pública sí que sirve para influir en la sociedad. El hecho de haber marcado en rojo en el calendario este Día del Trabajador forma parte de esta reconciliación —¿solo temporal? ¿O más duradera?— de los sindicatos con una parte considerable de los franceses.

"Será, sin duda, el 1 de mayo más importante desde 2002", destacaba el viernes el secretario nacional del sindicato Solidaires, Aurélien Boudon, en el plató de 'BFM TV'. Entonces, más de un millón de personas salieron a la calle contra el ultraderechista Jean-Marie Le Pen, quien se había clasificado pocos días antes para la segunda vuelta de las presidenciales.

Unidad sindical y apoyo internacional

"Este 1 de mayo de 2023 será inédito en Francia. (…) Será la primera vez en que el conjunto de los sindicatos hace una llamada" a manifestarse de manera unitaria, aseguraba el viernes la secretaria general de la CGT, Sophie Binet, en una tribuna de opinión en el diario de izquierdas 'L'Humanité'. Tras haber compuesto un bloque unitario para oponerse al aumento de la edad legal de jubilación, todos los grandes sindicatos franceses —desde las moderadas CFDT y UNSA hasta las combativas CGT y Solidaires— protestarán conjuntamente en este Día del Trabajador. Algo muy poco habitual en el país vecino. 

Los sindicatos confían en que los tradicionales desfiles del 1 de mayo sean los más multitudinarios desde 2002

Los servicios de inteligencia hablan de un 1 de mayo "histórico" y estiman que habrá alrededor de 100.000 manifestantes en París y unos 650.000 en el conjunto del territorio galo, según unas estimaciones que deben cogerse con pinzas. Incluso está prevista la presencia en la capital de unos 100 sindicalistas de otros países europeos y del resto del mundo. Las multitudinarias manifestaciones en Francia han sido la punta de lanza de unos últimos meses con un crecimiento significativo de las protestas sindicales, sobre todo a causa de las escasas subidas salariales que compensen la inflación, desde el Reino Unido hasta Alemania, pasando por Bélgica.

"No salen debilitados, más bien lo contrario"

“Aunque la reforma de las pensiones fue aprobada —a través del polémico decreto 49.3— y validada por el Consejo Constitucional, no podemos hablar de una derrota de las organizaciones sindicales, ya que lograron liderar una movilización histórica”, explica a El Periódico de Catalunya, del grupo Prensa Ibérica, la politóloga Sophie Béroud, profesora en la Universidad Lumière Lyon-2. Según esta experta del mundo sindical, “la situación actual resulta muy distinta a la de Margaret Thatcher con la huelga de los mineros de 1985, cuando logró debilitar al movimiento obrero británico al imponerse ante esa movilización. Quizás Macron tenía la misma intención de debilitar a los sindicatos imponiendo su reforma de las pensiones. Pero no salen de este conflicto debilitados, más bien lo contrario”.

De las 12 jornadas de protestas en todo el país contra la reforma de las pensiones, según los datos austeros del Ministerio del Interior, en cinco de ellas hubo alrededor de un millón de manifestantes. En dos de ellas (31 de enero y 7 de marzo) se registró el número de manifestantes más elevado en una huelga sindical desde 1962, cuando la policía francesa empezó a contabilizar el número de manifestantes.

"Ha sido una de las pocas veces en la historia contemporánea de Francia en que el Gobierno se empeña en aplicar una medida a pesar de una opinión pública muy hostil", de cerca del 70% de los franceses contrarios al texto, según los sondeos, recuerda el politólogo Christophe Bouillaud, profesor en Sciences Po Grenoble. El entonces presidente Jacques Chirac en 2003 o Nicolas Sarkozy en 2010 ya habían sacado adelante reformas del sistema de jubilación que suscitaron oleadas de protestas. No obstante, Macron se ha distinguido de sus predecesores al hacerlo a través de un "decretazo", sin votación sobre la medida en la Asamblea Nacional, y a pesar de una mayor hostilidad de la opinión pública.

Cambio de liderazgos

La crisis democrática ha pasado factura a la popularidad del dirigente centrista, que cayó a sus niveles más bajos desde la revuelta de los chalecos amarillos en diciembre de 2018. Una impopularidad que se ha visto reflejada en las caceroladas que acompañan los desplazamientos del presidente y de sus ministros desde hace cerca de dos semanas. Los sindicatos también repartieron unas 30.000 tarjetas rojas y 10.000 silbidos para protestar el sábado contra Macron durante la final de la Copa de Francia de fútbol.

Incluso el equipo presidencial tuvo que recorrer a un autogenerador de electricidad ante los numerosos cortes de luz, organizados por trabajadores de la EDF, que afectaron los desplazamientos del jefe del Estado. "Cortar la electricidad no sirve para llenar la nevera de los franceses (...) ni para disminuir el desempleo", defendió Olivier Véran, portavoz del Ejecutivo. Un discurso crítico con las acciones sindicales que apenas está cuajando, a diferencia de otros conflictos sociales.

Como contraste de la caída de la popularidad de Macron, los dirigentes sindicales viven su luna de miel con los sondeos. Según un estudio del instituto Odoxa para el diario conservador Le Figaro, el 58% de los franceses ve como el "gran vencedor" de este periodo a Laurent Berger, líder de la moderada CFDT, y el 49%, al resto de los sindicatos. Un porcentaje muy superior al 36% que observaba como gran beneficiada a la ultraderecha de Marine Le Pen, el partido político que, curiosamente, sale más reforzado del actual pulso, a pesar de su casi nula presencia en las protestas y la hostilidad de los sindicatos con los ultraderechistas.

Este respaldo ha facilitado los cambios de liderazgos al frente de los dos principales sindicatos. Sophie Binet, de 41 años, tomó las riendas a finales de marzo de la CGT —siendo la primera mujer que dirige esta histórica organización—, mientras que Marylise Léon, de 46 años, relevará a Berger al frente de la CFDT en junio. Además, ha ido acompañado por un aumento en más de 30.000 afiliados —muchos de ellos jóvenes— tanto para la CFDT como la CGT. Es un incremento significativo en un país que desde hace décadas se ha caracterizado por el contraste entre grandes manifestaciones y un bajo porcentaje de trabajadores afiliados en sindicatos, de solo el 9% actualmente.

"Hace falta ver ahora si esto se trata de un cambio de dinámica en el declive de los sindicatos o solo una simpatía momentánea", explica en una entrevista para 'L'Humanité' el politólogo Jean-Marie Pernot, especialista de los sindicatos. Según Béroud, "el gran desafío ahora de los sindicatos es mostrar que no han sufrido una derrota, sino una victoria. Deben evitar que la gente caiga en la resignación y que la ultraderecha se beneficie de la desesperanza popular".

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