Conflicto en África

Potencias extranjeras y regionales persiguen sus intereses en Sudán

Desde el levantamiento del 2019, las autoridades egipcias han lanzado varias iniciativas políticas para rebajar las tensiones con el vicepresidente del Consejo Soberano y líder de las FAR

Potencias extranjeras y regionales persiguen sus intereses en Sudán.

Potencias extranjeras y regionales persiguen sus intereses en Sudán. / AFP

Andrea López-Tomàs

No hay guerra en el Sur Global que se desarrolle sin intereses extranjeros de por medio. Y los enfrentamientos recientes en Sudán no son una excepción. Aunque, de momento, la escalada de violencia se mantiene en un conflicto civil entre el Ejército de Sudán y el grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, en sus siglas en inglés), son muchos los actores internacionales que observan con atención todo lo que ocurre sobre el terreno. Desde la vecindad más inmediata, ya que cinco de los siete vecinos de Sudán se han enfrentado a la agitación política en los últimos años, hasta aliados más alejados, el mundo mira a Sudán. 

Mientras miles de personas abandonan el país africano, sus países vecinos acogen a esta nueva ola de refugiados. El encantador flujo del Nilo ha comunicado Egipto y Sudán desde antes de que existieran las fronteras, y sus historias están entrelazadas. El presidente egipcio Abdelfatá el Sisi también asumió el poder tras un golpe militar, hecho que explica sus alianzas con el también Abdelfatá al Burhan, jefe de las fuerzas armadas y presidente de facto del país. Aún así, desde el levantamiento del 2019, las autoridades egipcias han lanzado varias iniciativas políticas para rebajar las tensiones de su preferido con el general Mohamed Hamdan Dagalo, alias Hemedti, vicepresidente del Consejo Soberano y líder de las RSF. 

A su vez, los cuatro millones de sudaneses que viven en Egipto, incluidos 60.000 refugiados y solicitantes de asilo, han acogido a familiares y conocidos que huían de la violencia en los últimos días. La frontera compartida y la velocidad a la que avanzan los ataques hacen aumentar los temores de que la lucha se extienda al norte. En ese mismo desierto, Sudán también se encuentra con Libia, donde se perpetúa un conflicto que ha dividido al país desde el 2011. A lo largo de estos años, los mercenarios sudaneses y los combatientes de la milicia han tomado parte activa en la guerra. Aquellos que han vuelto a casa han avivado la tensión en la región occidental de Darfur, donde en los últimos meses la situación parece estar más calmada. 

Intereses desde el Golfo

Pero, alejadas del territorio, hay fuerzas externas que tienen mucho interés en todo lo que ocurra en el tercer país más grande de África. Tras la caída del septuagenario presidente Omar al Bashir, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí tendieron la mano a los esfuerzos de transición civil con el objetivo de ejercer su influencia en un territorio con una posición geoestratégica clave, situado entre el río Nilo y el mar Rojo. Los inversores de ambos países han invertido en varios proyectos, que van desde empresas agrícolas hasta una aerolínea y puertos estratégicos en la costa del mar Rojo. Pese a su interés en la estabilidad, se decantan más por las RSF de Hemedti. Lucharon junto a Emiratos en Yemen y, a modo de recompensa, los paramilitares han recibido armamento emiratí

Quién mira también al business es China. El gigante asiático ha aumentado sus relaciones con Sudán en los últimos años gracias a la exportación de petróleo. Por ahora, no se ha posicionado y ha pedido la neutralidad a los bandos rivales. Desde Europa Estados Unidos, mandan el mismo mensaje. Encandilados por la caída del dictador hace cuatro años, los países occidentales apoyaron la transición democrática en Sudán. Pero este panorama parece demasiado alejado ya que ni Al Burhan ni Hemedti parecen dispuestos a regresar al gobierno civil y a mostrar ningún tipo de compromiso.

Grupo Wagner

Hace meses que Rusia intenta paliar su aislamiento con la creación y el refuerzo de nuevas alianzas allá donde pueda encontrarlas. En febrero, el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, realizó una gira africana en la que se reunió con funcionarios en Sudán. Además, el avance en el continente del grupo de mercenarios Wagner también ha alcanzado tierra sudanesa. La semana pasada, el grupo negó en un comunicado que estuviera operando en Sudán ya que "no ha habido empleados de Wagner allí durante más de dos años". "No hemos mantenido ningún contacto, ni con [Hemedti] ni con al Burhan durante mucho tiempo", firmaba su director Yevgeny Prigozhin.

Aún así, varias investigaciones desde Bruselas y Washington sostienen que esta compañía de seguridad afín al Kremlin está presente en Sudán a través de empresas pantalla que usan para explotar oro local, con el que hacen contrabando. La inestabilidad en el país da vía libre a la intervención extranjera y pone en riesgo los intereses de muchos, pero, sobre todo, pone en peligro las vidas de miles más. Los países alrededor de Sudán temen que la violencia alcance pronto su tierra, aunque eso no les detiene para acoger a quienes huyen de ella.  

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