Crisis argentina

El precio del dólar vuelve a hacer estragos en Argentina y hunde al presidente Fernández

El pánico se esparce y los viejos fantasmas de los desastres de 1989, 1991 y 2011 se pasean por el país

Alberto Fernández, en una imagen de archivo.

Alberto Fernández, en una imagen de archivo. / Bloomberg

Abel Gilbert

"Dólar nuestro que estás en los cielos". Su precio perfora las nubes de tolerancia de un Gobierno frágil como una pluma. Se reza en Argentina ante las efigies de Washington, Franklin y Lincoln por un temor atávico o afán de especulación. El valor del peso cae por un tobogán, fabrica desventuras sociales en escala y, también, produce enormes beneficios a aquellos que conocen los secretos de la ganancia exponencial. El dólar, todo un patrón cultural en este país, sube y sube por los cielos por un sinfín de razones: el presidente Alberto Fernández se ha convertido en una figura decorativa desde que, el pasado jueves, el sentido común lo llevó a abandonar sus aspiraciones de ser reelecto. Por otro lado, el ministro de Economía, Sergio Massa, no logra domar una inflación que ha perforado la barrera de los tres dígitos.

La debilidad de Fernández, quien durante la pandemia llegó a tener una popularidad del 80% y, en el presente araña el 30%, activó un comportamiento recurrente. Se habla de un vacío de poder y cómo hará el mandatario para llegar al 10 de diciembre, el día de recambio de poder. Corren rumores sobre la renuncia del ministro de Economía y una devaluación en escala, mucho mayor de la que se desató en los últimos días. El pánico se esparce y los viejos fantasmas de los desastres de 1989, 1991 y 2011, se pasean por una ciudad envuelta en humo por un incendio del otro lado del Río de la Plata.

Hace dos semanas, se necesitaban 388 pesos para comprar un dólar en el mercado negro, que fija los precios de referencia para muchos productos, hasta el tomate, aunque no tengan ninguna relación con el comercio internacional. El 17 de abril ya se necesitaban 418 pesos y este lunes, 462. "Massa, en su hora más delicada", aseguró el diario 'Página 12'. El Banco Central (BCRA) tiene reservas exiguas, unos 2000 millones de dólares, muy poco para detener una corrida cambiaria. La economía se ha resentido por una sequía histórica, con pérdidas cercanas a los 20.000 millones de dólares. Se espera que el PIB caiga 1,5 puntos a fin de año. Pero todo puede ser peor, advierten los especialistas.

Soluciones y conjuras

En un país con una pobreza que azota a casi el 40% de la población y hace trizas para siempre fantasiosa imagen europeizante de Argentina, Massa se aferra a un módico milagro: que los exportadores agropecuarios liquiden sus ventas y aumenten las arcas del Banco Central. La llave del milagro la tiene el Fondo Monetario Internacional (FMI). Si acepta desembolsar lo más rápido posible 11.000 millones de dólares que, en rigor deberían llegar en diciembre, Massa puede obtener un salvavidas.

Sectores del peronismo aseguran que un grupo de exministros de Economía ligados a la coalición de derechas Juntos por el Cambio, la favorita de cara a las elecciones de octubre, viajó a Washington para pedirle al FMI que no modifique el calendario de desembolsos. "Siempre es útil una teoría conspirativa para explicar falencias propias", dijo uno de los señalados, Hernán Lacunza. "Háganse cargo del desastre inflacionario y social en vez de mentir", señaló por su parte Alfonso Prat Gay, otro de los involucrados en esa supuesta trama conspirativa que no es novedosa en este país.

Historias repetidas

En 1989, Raúl Alfonsín, el primer presidente de la transición democrática, esperaba financiación internacional para sobrevivir el último tramo de su accidentada gestión. Domingo Cavallo, un economista por entonces en alza, se reunió en Manhattan con banqueros y lanzó una advertencia: si prestaban dinero al Gobierno nunca lo cobrarían. El dólar saltó por los aires y trajo una hiperinflación que obligó a Alfonsín a adelantar las elecciones. Ganó el peronista Carlos Menem que, a tono con la caída del Muro de Berlín, abrazó el credo neoliberal. Cavallo fue su timonel económico.

El desastre del otoño de 1989 ha venido a la memoria de muchos argentinos. El peronista Fernández, quien intentó mirarse en el espejo socialdemócrata de Alfonsín, corre peligro de emular por completo su historia si la moneda norteamericana no se estabiliza. Los memoriosos también evocaron el diciembre de 2001, cuando el FMI le retiró el apoyo al presidente radical Fernando de la Rúa y Cavallo, su ministro de Economía, tuvo que ordenar un corralito bancario para sostener la paridad entre el peso y el dólar. Fue el principio del fin.

Horizonte de temores

El curso de la campaña electoral está ligado a la capacidad de Fernández y Massa de frenar una crisis cambiaria. El peronismo no tiene por ahora quién lo represente en octubre. Sus aspiraciones se redujeron desde que refinanció la deuda de 45.000 millones de dólares contraída por Mauricio Macri en 2018, a cambio de un ajuste económico que provocó enojos en su base electoral. La derecha se siente ganadora antes de la contienda a pesar de sus disputas internas por la candidatura. En medio del desconcierto y el pavor, el ultraderechista Javier Milei se presenta como el mesías. No reparte panes ni peces, apenas promete eliminar la moneda nacional y adoptar el dólar como remedio y panacea. Y muchos le creen.

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