Asia

China impulsa la construcción de una alternativa a la arquitectura de alianzas occidental

Pekín cimenta su influencia en el mundo a través de las relaciones comerciales y lidera la campaña del Sur Global

El presidente chino, Xi Jinping, y el de EEUU, Joe Biden.

El presidente chino, Xi Jinping, y el de EEUU, Joe Biden. / Reuters

Adrián Foncillas

Ha llegado el frenesí a la diplomacia china tras los años de aislamiento por el covid. Apadrinó la reapertura de embajadas entre Irán y Arabia Saudí, propuso un plan de paz para Ucrania y ha recibido de los rebeldes birmanos la petición de que medie en la guerra de Myanmar. Su inédito rol como pacificadora de un mundo convulso descansa en la influencia que le ha procurado su economía y propone una alternativa a la arquitectura tradicional de alianzas surgida tras la Segunda Guerra Mundial.

No es un cambio irrelevante. China había limitado hasta ahora su expansión al comercio y su principio de no intervención en asuntos ajenos vertebra su diplomacia. Tampoco será armonioso. Su acentuada huella en el tablero global provoca los lógicos recelos en los que ven la suya menguada. Washington le ha negado su papel de mediador en Ucrania por su cercanía a Moscú y desdeñado el acuerdo saudí-iraní porque "ya negociaban antes" de que apareciera Pekín.

China propone una nueva narrativa frente a la insistencia en la democracia con la que Estados Unidos busca adhesiones. El ejercicio chino como potencia responsable descansa en el desarrollo económico, la mejora de las condiciones de vida y el respeto a las variadas circunstancias nacionales. El discurso cala en el mundo con escaseces, apartado de las cocinas del poder global y que ha visto a Occidente recurrir con frecuencia a la vía militar. Recuerda China que muchos países asiáticos y africanos no participaron en la creación de los estamentos de la ONU y lidera la campaña del Sur Global para adecuarlos a las nuevas realidades económicas y geopolíticas. Las reglas que Occidente exige cumplir, aclara China, son sus reglas.

Iniciativa de Xi Jinping

El salto al ruedo fue sugerido por el expresidente Hu Jintao con aquella "comunidad con un destino común" que mencionó en 2012 pero el impulso ha llegado con la Iniciativa de Seguridad Global (ISC) de su sucesor, Xi Jinping. El enunciado es una colección de vaguedades sobre la paz y el desarrollo global. Xi se ha esforzado más en aclarar lo que no es que lo que es. No es la imposición de los valores propios por la fuerza ni la senda de colonización y saqueos de otros países hegemónicos, ha repetido.

Oriente Próximo epitomiza el cambio. China evitó durante décadas ese avispero bajo la tradicional influencia de Washington y Moscú. El presidente estadounidense, Joe Biden, pidió a iraníes y saudíes que negociaran en 2021 y un año después urgió al Consejo de Cooperación del Golfo que se alineara con Israel para frenar a Teherán. Irán y Arabia Saudí dieron la espalda a Estados Unidos y recurrieron a Pekín como garante del acuerdo por una razón elemental: China es el mayor comprador de su petróleo y entendieron que la otra parte no querría desairarla. Los países que tienen a China como principal socio comercial son más del doble que los que tienen a Estados Unidos. La tendencia se acentúa con rapidez así que el comercio seguirá aceitando las intervenciones chinas.

En su estrategia son fundamentales los organismos internacionales paralelos al orden tradicional. Irán ingresará en la Organización de Cooperación de Shanghái, un ente apadrinado por Pekín que busca la seguridad y paz en Asia. Fue fundada 20 años atrás y cuenta con China, Rusia, varias repúblicas centroasiáticas, India y Pakistán. Pekín también apoya la entrada de Irán y Argentina en los BRICS (Brasil, Rusia, India, Sudáfrica y China), el grupo de países en vía de desarrollo que ya suma el 40% de la población global. Xi pidió en su cumbre de junio que colaboraran con la ISC para "llevar más estabilidad y energía positiva al mundo".

Los obstáculos

"China formará parte de un mundo multipolar y será una alternativa aunque no reemplazará el sistema de alianzas liderado por Estados Unidos (…) Esa alternativa podrá ocurrir a largo plazo pero aún se enfrenta a muchos obstáculos", señala Stanley Rosen, profesor de Ciencia Política en el Instituto Estados Unidos-China de la Universidad de South Carolina. El inglés y el dólar mandan en el mundo, el auge de China genera suspicacias y su cuerpo diplomático carece de experiencia en la mediación.

El mundo es un lugar más peligroso, acuerdan Pekín y Washington. Las discrepancias llegan después. Biden ha señalado a China como "la amenaza más seria al orden internacional a largo plazo" y Pekín acusa a Estados Unidos de "desestabilizar" el mundo con sus alianzas militares y el acoso a los que entiende como rivales. China es una potencia responsable con la paz y el desarrollo global o un peligro para al mundo libre, según las fuentes.

La narrativa de democracias contra autocracias que repite Washington, continúa Rosen, "tiene una eficacia relativa en muchos países del Sur Global y en algunos de los BRICS como Rusia o Sudáfrica". "China ha invertido mucho dinero y ha hecho bien las cosas en África aunque las encuestas muestran un apoyo parecido a Pekín y Washington. El apoyo varía según los países. Muchos líderes africanos quieren tener buenas relaciones con ambos. China ha tenido más éxito que Estados Unidos en Oriente Próximo pero ha aislado a la India".

En un par de meses habrán pasado por Pekín los presidentes de Alemania, España, Francia y Brasil. El listado sienta que China no pretende romper el orden vigente sino completarlo, acelerar el tránsito del mundo unipolar al multipolar y darle más voz a los que la tienen escasa. "El mundo está experimentado cambios que no se habían visto en más de 100 años", dijo Xi esta semana en Moscú.

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