Guerra en Ucrania

Las importaciones paralelas de Rusia para esquivar las sanciones

Moscú permite una suerte de contrabando legal para mantener en el mercado ruso productos restringidos

Una tienda de Ikea en Moscú, antes de que la compañía de muebles anunciase el cierre de sus establecimientos en Rusia, en marzo de 2022.

Una tienda de Ikea en Moscú, antes de que la compañía de muebles anunciase el cierre de sus establecimientos en Rusia, en marzo de 2022. / Reuters

Àlex Bustos

Comprar el último modelo de iPhone en Rusia no tiene ningún mérito. A pesar de que oficialmente la marca ya no trabaja en el país y por lo tanto no vende sus productos de forma estandarizada, en muchas tiendas de electrónica se puede encontrar, no hace falta ir a un sitio escondido detrás de una falsa pared o a un local lujoso para la jet set moscovita. Eso sí, quien quiera darse el capricho deberá pagar hasta 1.600 euros (700 más que en España), y es que la tienda se cobrará todos los kilómetros extra que ha tenido que hacer el aparato. En un establecimiento cualquiera de Moscú el dependiente apunta que no sabe de dónde ha venido, pero asegura que tiene "la garantía y todo lo que se le puede pedir a un producto nuevo", excepto "el acceso a algunas aplicaciones para iPhone".

El caso del popular teléfono de Apple no es una excepción. Aunque hay tiendas que han desaparecido de los centros comerciales por la fuga de empresas, como es el caso de Zara o Lego, nuevos locales que venden los mismos productos han abierto bajo diseños parecidos, amparándose en la legalidad rusa.

Gracias a una norma aprobada en 2022, Moscú permite la importación de productos sin la autorización expresa del fabricante o el dueño de la marca. Por ello, en el mercado ruso se pueden comprar automóviles Mercedes, ropa de Zara o muebles de Ikea. Esta picaresca ha alcanzado incluso al cine, donde algunas salas proyectan versiones piratas de grandes estrenos de Hollywood que han llegado al país euroasiático de forma irregular, como la última de 'Batman' o 'Avatar 2', entre muchos otros títulos.

Turquía e Irán

La retahíla de marcas incluidas en las importaciones paralelas no es para nada aleatoria, constan en una lista oficial realizada por el Gobierno ruso y prevé que las empresas del país puedan importar productos comprados siempre y cuando se hayan adquirido legalmente en el país de origen y la compañía haya abandonado el mercado ruso. Uno de los nodos más importantes para estas importaciones es Turquía, aunque no es el único, pues Irán ocupa un sitio destacado.

Este comercio paralelo no pasa desapercibido a ojos de Occidentes. Tal y como explica el director del Centro de Investigación de las Sociedades Post-Industriales, Vladislav Inozemtsev, "Turquía paró durante algún tiempo el tráfico de estos productos debido a la presión estadounidense". Pero ahora el tráfico funciona sin restricciones, por el interés que tenía Estambul en que se renovara el acuerdo del grano, algo a lo que en principio Moscú se negaba. "A día de hoy no existe problema –de no poder usar Turquía como punto intermedio para importar– para Rusia", concluye el analista. Gracias al acuerdo del grano, Ankara puede justificar su permisividad con las importaciones paralelas.

Sin embargo, esta fórmula no es la panacea y no puede cubrir todas las necesidades de los rusos. Fuentes médicas que prefieren mantener el anonimato apuntan que medicamentos de algunas enfermedades poco comunes no están llegando a Rusia por los canales oficiales. También señalan que algunos de los productos químicos que se usan para la investigación llegan en cuentagotas y esto mantiene una parte importante de las investigaciones paradas o ralentizadas. En el mercado aeronáutico las sanciones también son un problema. Además de la pérdida de muchas conexiones a nivel mundial, la falta de piezas ha obligado a las compañías rusas a mantener la práctica de reutilizar piezas de aviones usados como recambios para sus aeronaves.

Puerta bielorrusa

Ya en 2014 Rusia fue sancionada por la anexión de la península de Crimea, reconocida por la comunidad internacional como parte de Ucrania, y las restricciones afectaban a algunos alimentos provenientes de la UE. Sin embargo, hay un salvoconducto que consiste en importarlo a Bielorrusia y revenderlo a Rusia bajo etiquetas de empresas bielorrusas. Este fenómeno es ampliamente conocido entre los mismos ciudadanos rusos, que aprecian mucho las ostras y el salmón "de Bielorrusia", un país sin costa.

Actualmente Minsk ha ampliado su oferta y vende a los turistas rusos viajes  a su territorio –al que pueden acceder usando su pasaporte nacional, el equivalente al DNI– para que hagan compras en tiendas de marcas occidentales que se fueron de Rusia pero siguen trabajando en Bielorrusia. En los textos promocionales, uno de los ganchos es la posibilidad de adquirir tarjetas de crédito Mastercad o Visa que funcionen fuera de Rusia. Actualmente las que están expedidas en Rusia no funcionan en la mayor parte del mundo por la expulsión del país euroasiático del sistema Swift.

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