Reforma de las pensiones

Las protestas continúan en Francia, pero las huelgas tienen un impacto limitado

Centenares de miles de personas se manifiestan en Francia en la jornada de movilizaciones menos concurrida contra la reforma de las pensiones | Los paros ilimitados se hacen notar sobre todo en el tráfico ferroviario y la recogida de basura en París

Las protestas continúan en Francia, pero las huelgas tienen un impacto limitado.

Las protestas continúan en Francia, pero las huelgas tienen un impacto limitado. / TERESA SUÁREZ

Enric Bonet

Montañas de basura en las calles de París, un tráfico ferroviario “fuertemente afectado”, todas las refinerías de Total continúan en huelga… Los sindicatos franceses no han conseguido bloquear la economía francesa, pero el funcionamiento del país vecino sigue alterado por la oleada de protestas y paros laborales contra la reforma de las pensiones. Francia vivió este sábado otra jornada de protestas en todo el país, mientras continúan las huelgas ilimitadas en la compañía ferroviaria SNCF, las refinerías de combustible y la recogida de basura, entre otros sectores.

Entre más de un millón de personas, según los sindicatos, y 368.000, según la policía, se manifestaron este sábado en el conjunto del territorio galo. Representó la octava jornada de movilizaciones —en cuatro de ellas, hubo alrededor de un millón de manifestantes, según los datos más bien austeros de las fuerzas de seguridad— contra el impopular aumento de la edad mínima de jubilación de 62 a 64 años (con 42 o 43 años cotizados para recibir una pensión completa). 

“Me temo que irá hasta el final”

Las protestas de este sábado fueron las menos concurridas desde el inicio de este intenso pulso social entre los sindicatos y el Gobierno de Emmanuel Macron. Una bajada en la participación que, en parte, se explica por el hecho de que los opositores al texto habían concentrado sus esfuerzos en la huelga general del martes, que reunió a 1,28 millones de manifestantes, según las fuerzas de seguridad. Desde que la policía gala empezó a dar cifras de manifestantes en 1962, nunca había informado de un número tan elevado de personas en la calle en una huelga sindical. Ni siquiera en el Mayo del 68.

Después de la movilización “histórica” del 7 de marzo, los sindicatos intentaron mantener la presión con las más de 200 protestas de este sábado, convocadas en fin de semana con el objetivo de que se sumen a ellas trabajadores del sector privado, donde resulta más difícil hacer huelga. Era el caso de Fanny, de 33 años, quien trabaja para una asociación de economía social y solidaria. “He venido con mi madre que tiene 60 años y se verá plenamente impactada por la medida”, explicó a este diario esta parisina que se manifestaba por primera vez en contra de la reforma, rechazada por un 68% de los franceses, según los últimos sondeos.

“El Gobierno hace ver que nos escucha, pero me temo que irá hasta el final y aprobará la reforma sin hacer concesiones a los sindicatos”, reconocía Fanny, desde las primeras filas de la manifestación en la capital francesa. Como muchos de los manifestantes, expresaba su rechazo a la medida y en general contra las políticas económicas de derechas del Ejecutivo centrista, pero se mostraba poco esperanzada con la posibilidad de frenar la impopular medida. El 78% de los franceses creen que al final la medida será aprobada, según un sondeo reciente del instituto Elabe.

Pese a confrontarse a la movilización social más multitudinaria de las últimas décadas en Francia, Macron se mantiene inflexible. Después de que la coalición unitaria sindical —compuesta por todos los sindicatos, algo muy poco habitual en Francia— le pidiera reunirse con él en el Elíseo, el presidente respondió el viernes con una respuesta negativa, con palabras tan educadas como tajantes: “Tenemos que respetar el tiempo parlamentario”.

Montañas de basura en París

Actualmente, la medida está siendo debatida en el Senado, donde podría votarse el domingo por la tarde. La semana que viene volverá a la Asamblea Nacional. Allí el Ejecutivo no tiene la garantía de contar con una mayoría absoluta de diputados favorables al texto, sobre todo, debido al elevado número de disidentes en las filas de Los Republicanos (LR, afines al PP). De hecho, el Gobierno no descarta recurrir al polémico artículo 49.3 y adoptar la reforma sin una votación parlamentaria. Una opción que abriría la puerta a que los distintos grupos de la oposición impulsen una moción de censura, algo con lo que se especula en estos momentos en la prensa gala.

“Tenemos a un presidente que menosprecia las aspiraciones de su pueblo”, criticaba Laurence Finel, de 52 años, una investigadora que llevaba una pancarta en que comparaba a Macron con Napoléon. “Tengo mucho miedo de cara a las próximas elecciones presidenciales, que los franceses se venguen con su papeleta electoral y eso beneficie a la ultraderecha de Marine Le Pen”, reconocía Christine Laurin, de 52 años, una cuidadora de niños que votó a Macron en la primera vuelta de 2017 y que no solía manifestarse, pero ahora no se pierde ni una protesta. 

El pulso por la reforma de las pensiones entró en su recta final. Ante la ausencia de diálogo social, los sindicatos han recurrido a huelgas ilimitadas, aunque estas dependen de lo que decidan los trabajadores en cada empresa o sectores y se limitan a algunos sectores. A diferencia de lo que sucedió en las movilizaciones de 2019, contra otro intento de Macron de reformar el sistema de jubilación galo, su impacto no está siendo tan importante en los transportes, sobre todo en el metro de París, que circula con cierta normalidad. En cambio, se está haciendo notar especialmente en la recogida de basura en la capital francesa, en cuyas calles se acumulan más de 5.000 toneladas. 

“Hace falta organizar más acciones de bloqueo de la economía”, pide Roland Lemyre, de 60 años, un responsable local en el sector de la sanidad de la combativa CGT. “Aunque la reforma sea aprobada, vamos a seguir manifestándonos. Hasta que no entre en vigor no vamos a bajar los brazos”, advertía.