Secuelas el 8E

Lula cesa al jefe del ejército brasileño de Tierra en plena purga de militares bolsonaristas

El general De Arruda se había opuesto al veto de un oficial investigado como peón financiero del expresidente ultra. Ya son 140 oficiales los destituidos

Lula cesa al jefe del ejército brasileño de Tierra en plena purga de militares bolsonaristas.

Lula cesa al jefe del ejército brasileño de Tierra en plena purga de militares bolsonaristas.

Abel Gilbert

La situación era tan insostenible después del 8E que pocos brasileños se sorprendieron al escuchar que el presidente Luiz Inácio Lula da Silva había destituido al comandante del Ejército, general Júlio Cesar de Arruda. Antes de que se cumplieran dos semanas del intento de asalto de las sedes de los tres poderes por parte de la ultraderecha, Lula tomó una decisión que, si bien en un punto previsible, no deja de ser considerada audaz por los analistas.

La confianza en De Arruda, designado por Jair Bolsonaro antes de abandonar el poder, se había devaluado. Su reemplazante, el general Tomás Miguel Miné Ribeiro Paiva, ha dado señales al menos retóricas de un estricto apego a la institucionalidad. Días atrás llamó la atención por su llamado a respetar el resultado de las elecciones que ha sido puesto en duda por Bolsonaro apenas terminada la contienda en la que fue derrotado. Esa sospecha fue el alimento de los sectores radicales para su aventura golpista en Brasilia.

"Vamos a seguir garantizando nuestra democracia porque la democracia presupone libertad y garantías individuales y públicas", dijo tras el asalto Riberto Paiva.

Pasados los hechos del 8E, Lula expresó públicamente su disgusto por la apatía con la que los militares reaccionaron frente a la invasión de los bolsonaristas. Recordó luego que las Fuerzas Armadas no son un "factor moderador" de las tensiones en una república y les pidió que respeten la Carta Magna.

El desencadenante

Pero, por sobre todo, Lula comprendió en que la capacidad de Arruda de limpiar al Ejército de seguidores de Bolsonaro era casi nula. De acuerdo con el diario paulista Folha, la gota que colmó el vaso fue su resistencia a desplazar a un coronel que no había sido ajeno a los episodios que todavía estremecen al país.

El viernes De Arruda participó en una reunión con el ministro de Defensa, José Múcio Monteiro, y los comandantes de la Marina y de la Fuerza Aérea. Esa reunión transcurrió en medio de una fuerte tensión por la intención del Gobierno de anular el nombramiento del teniente coronel Mauro Cesar Barbosa Cid, como comandante de un batallón en Goiania.

El conocido como 'Coronel Cid' está considerado como uno de los miembros de la cúpula militar más cercanos a Bolsonaro. Tanto, que está siendo investigado por el Tribunal Supremo brasileño por supuestas transacciones financieras y en especie realizadas en nombre de Bolsonaro y la ex primera dama, Michelle Bolsonaro, según informó el viernes el portal brasileño Metrópole.

Sobre Arruda recaen también acusaciones de haber contribuido a impedir la entrada de policías militares en el campamento de bolsonaristas que se instaló desde hace semanas ante el Cuartel General del Ejército que fue el origen del asalto a los tres poderes.

Desmilitarizar el Gobierno

En sus primeros veinte días de mandato, Lula ha prescindido de los servicios de unos 140 militares que trabajaban en órganos vinculados con la seguridad y la administración de la Presidencia.

La salida de esos militares se venía produciendo desde la investidura, el 1 de enero, pero se ha acelerado desde el asalto a las sedes de la Presidencia, el Congreso y la Corte Suprema por miles de seguidores del exgobernante ultraderechista Jair Bolsonaro.

El martes, el Gobierno de Lula dispensó a 40 militares que trabajaban en la administración del Palacio de la Alvorada, la residencia oficial de la Presidencia.

Entre el miércoles y el jueves, le tocó el turno a una veintena que ejercían diversos cargos en el Gabinete de Seguridad Institucional (GSI), responsable por la protección de la vida del presidente.

Este cambio de paradigma en relación al peso de las FF.AA. en el Gobierno -con Bolsonaro, capitán retirado del Ejército, adquirieron un espacio de poder no visto desde los tiempos de la dictadura (1964-1985)- entra dentro de los planes de Lula para desmilitarizar la administración pública, informa EFE.

Según datos oficiales, el número de militares, activos o de la reserva, ocupando cargos civiles saltó desde 2.765 en 2018, un año antes de que Jair Bolsonaro llegara al poder, hasta los 6.157 en 2020, de los cuales cerca de la mitad son cargos "comisionados" que el nuevo Gobierno puede sustituir en el corto plazo.

Despolitizar los cuarteles es el otro gran desafío, el cual ha adquirido un sentido de urgencia desde el violento ataque a las instituciones del 8 de enero que buscaba derrocar a Lula y devolver al poder a Bolsonaro.