Argentina

La navidad argentina con Papá Lionel

La victoria en el Mundial lleva a un estado de euforia compartida un país sufrido con un 40% de pobres y una inflación anual de tres dígitos que devora los bolsillos de los que menos tienen

Los jugadores de la selección argentina celebran en Buenos Aires la consecución del Mundial.

Los jugadores de la selección argentina celebran en Buenos Aires la consecución del Mundial. / Reuters

Abel Gilbert

Las navidades, con su proliferación de imágenes alusivas, que incluyen en el extremo austral del mundo hasta trineos del Ártico, reverdecen la pregunta sobre la fe de los argentinos. Según cifras que maneja la propia Iglesia Católica, un 76% de la población abraza ese culto. Sin embargo, solo un 4,5% declara participar de sus celebraciones semanales. Este 24 ha tenido lugar otro tipo de unanimidades de Nochebuena. Lo que ha nacido es la religión consensuada y celebrada alrededor del 'Messias' de Rosario. Papá Lionel, como lo llamó una publicidad aún antes de que se confirmara que traía el regalo más deseado por una colectividad que cada cuatro años se enferma se fútbol. La llegada de los campeones a la ciudad de Buenos Aires fue una gran misa profana a cielo abierto. Miles y miles de argentinos se anticiparon a los rituales familiares y culinarios que comparten creyentes, agnósticos, ateos o escépticos de toda clase. Días más tarde, en cada casa familiar se levantaron las copas en su nombre como si fueran miniaturas vidriadas del trofeo obtenido en Catar.

"Ahora somos todos más felices, ¿hasta fin de año?”, se preguntó el diario 'La Nación' sobre el estado de euforia compartida que precedió a la Navidad y que puso dentro de una caja de siete llaves todos los enconos políticos, los prejuicios sociales y culturales que, este 2022, se tensaron como nunca con el intento de asesinato de la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, y su posterior condena judicial en una causa por corrupción que, casi en términos futbolísticos, unos celebraron y otros aborrecieron. "Las fiestas y la inminencia del comienzo de las vacaciones prometen prolongar la alegría y atenuar un poco la zozobra después de un año plagado de pesares; luego volverá la Argentina normal", auguró 'La Nación'.

Lo "normal" puede ser, en rigor, la misma anomalía, y más en diciembre, mes de convulsiones desde aquel corralito de diciembre de 2001 que hizo desfilar en pocos días a cuatro presidentes, e instaló el temor permanente a la repetición de incidentes del mismo calado. Desde entonces, las autoridades políticas saben que los últimos días del año tienen la consistencia de un campo minado y hay que atender especialmente a los sectores sociales que siempre están en el umbral del estallido.

El precio de la cesta dela compra

"En esta Navidad acortemos distancias, decir Navidad es proximidad, cercanía", pidió Cáritas, tratando de que su voz se escuchara en medio de los gritos de "dale campeón" que recurren a la melodía de la "marcha peronista", cantada solo por razones mundialistas por quienes, bajo otras circunstancias, la sienten como una ofensa a sus oídos.

El Mundial trajo desde Catar un bálsamo para un país sufrido, con 40% de pobres y una inflación anual de tres dígitos que devora los bolsillos de los que menos tienen. Prepararse para las fiestas supuso para ellos hacer cuentas con resultado previsible. Y si bien la alegría desbordante del triunfo futbolístico ha reavivado el consumo en los días de frenesí, una parte de la Argentina no ha podido participar de esa compulsión. De acuerdo con la consultora Focus Market, las fiestas han tenido un costo un 129% mayor que en 2021. La adquisición de los artículos tradicionales ha obligado a desembolsar 52.092 pesos, unos 170 euros, cuando el salario mínimo es de 61.953 pesos. El precio de algunos productos ha ido incluso mucho más lejos de lo previsto. El llamado pan dulce, para muchos esencial en la sobremesa, el momentos de las conversaciones y humoradas, aunque, también de las confesiones improcedentes, cuesta 154% más que las fiestas precedentes. Lo mismo ha sucedido con el precio de la sidra o los turrones.

Arbolitos

Antes de aterrizar en la ciudad de Buenos Aires, Antonela Roccuzzo, la esposa de Messi, presentó en sociedad junto con sus tres hijos el "arbolito" que decorará la navidad de Papá Lionel, con detalles que solo un rey puede exhibir. Una escenografía cinematográfica y a tono con su estatura global. Ella fue calificada de opulenta y hasta desconsiderada por algunos medios opositores, antes de realizar una pirueta retórica, olvidarse de las críticas, y sumarse entusiastas al coro de la ponderación. Greenpeace argentina había llamado a no imitar el gesto y experimentar una Navidad sobria: "Es importante recordarnos que ese momento que tiene mucho de mágico, especialmente en la niñez, es igual de lindo y significativo sin necesidad de estrenar una decena de adornos ni salir a comprar guirnaldas nuevas".

Greenpece propuso adornar las casas "sin tomar más recursos de nuestro planeta", es decir, sin salir a comprar un nuevo árbol. Se podía haber usado una escalera de madera con el mismo propósito festivo. Solo en los últimos 10 años, en este país se perdieron 2.460.469 de hectáreas de bosque y pastizales a causa de la deforestación, lo que equivale a 123 veces la ciudad de Buenos Aires.

Como la carroza que se convierte en calabaza después de medianoche, pasados los brindis, la vida argentina recobrará su ritmo estentóreo. Bajo el sol del estío se cocinarán las pasiones que callaron como una tregua imaginaria.

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