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Informe

La Covid, la guerra de Ucrania y la inflación tensan las costuras de la democracia en el mundo

Según la organización IDEA Internacional, entre 2016 y 2021 los países que han virado hacia mayor autoritarismo son más del doble de los que se han movido hacia una mayor calidad democrática | El auge de los populismos y de los partidos ultras, que pescan en el malestar de los ciudadanos, es otra de las amenazas que acechan al Estado de derecho

El expresidente de EEUU Donald Trump, durante el anuncio de su intención de presentarse a la reelección en 2024, el pasado 15 de noviembre. Reuters

Son tiempos inciertos para la democracia. Los efectos de una pandemia de coronavirus que pilló al mundo desprevenido, la también sorpresiva para muchos invasión rusa de Ucrania, la galopante inflación que afecta a la gran mayoría de países del mundo y el auge del populismo y de los partidos ultras suponen serias amenazas para el avance del único sistema de gobierno que garantiza el bienestar de los ciudadanos y respeto de los derechos y libertades. "La democracia está bajo asalto literal y figurado en el mundo", resume el Instituto Internacional para la Democracia y Asistencia Electoral (IDEA Internacional), con sede en Estocolmo, en su cuarto Informe Global sobre el Estado de la Democracia (GSoD, por sus siglas en inglés), que se hará público este miércoles.

El estudio de IDEA Internacional, organización intergubernamental que mide el desempeño democrático de 173 países desde 1975, no da demasiado margen al optimismo, ya que revela "un declive y estancamiento" en los últimos cinco años de las democracias --que en muchos casos no son mejores que las de 1990-- ante nuevos y constantes "desafíos" como el de la Covid-19, cuyas consecuencias sociales, políticas y económicas todavía se sienten, o la guerra en Ucrania, que ha sacudido a Europa y que podría abocar al mundo a una "nueva era de Guerra Fría".

Pero el actual estado de peligro del sistema democrático no es algo nuevo ni está generado directamente por las amenazas mencionadas. Según explica a El Periódico de Catalunya, del grupo Prensa Ibérica, Alberto Fernández Gibaja, uno de los autores del informe, es el resultado de un proceso de erosión "bastante anterior a la pandemia y a la guerra", de pérdidas de calidad en aspectos diversos como la independencia judicial, el control de los medios de comunicación o el cuestionamiento de los procesos electorales que poco a poco van minando el Estado de derecho. Otro riesgo para la democracia, según este experto, es el anquilosamiento de las democracias más avanzadas. Ya no hay evolución a mejor.

"Muerte por mil cortes"

"Aunque puede haber excepciones, la democracia no está en peligro de muerte por infarto sino en peligro de perder mucha calidad de vida a través de pequeñas enfermedades. Antes la democracia moría por golpes militares y ahora es una muerte por mil cortes, pequeñas erosiones a su estructura y a su sustancia", asegura Fernández. El covid, la crisis del coste de la vida y la invasión de Ucrania serían algunos de esos "mil cortes". Han contribuido a sacar a la luz "vulnerabilidades y las han acelerado".

Entre los datos que arroja el GSoD destaca que entre 2016 y 2021 los países que derivaron hacia mayor autoritarismo fueron más del doble que los que se movieron hacia una mayor calidad democrática. En concreto, 27 países obtuvieron una peor clasificación y solo 13 mejoraron. Según sus cálculos, 52 democracias están sufriendo alguna erosión frente a las 12 de hace una década. El 50% de los estados no democráticos se volvieron significativamente más represivos en el mismo periodo de tiempo, siendo 2021 el peor año registrado, y el mundo perdió dos democracias: Birmania y Túnez.

También preocupa a los autores del estudio el repliegue experimentado en siete estados democráticos: Brasil, El Salvador, Hungría Polonia están en severo retroceso, mientras que la India, Mauricio Estados Unidos se encuentran en moderado retroceso. En estos casos, se pone en relieve el modo en que sus líderes se han aprovechado de su poder para debilitar desde dentro las instituciones, como hizo Donald Trump con su intento de revertir el resultado de las urnas o las artimañas de Budapest o Varsovia para laminar la libertad de prensa o los derechos de las mujeres y la comunidad LGTBI. "El cuestionamiento del resultado electoral (que realizó Trump) significó un antes y un después. Su influencia a nivel global cada vez es más clara. En el golpe de Estado de Myanmar, el Ejército se escudó en la misma excusa. Es el mismo discurso que se ha dado en Brasil y el que se va a dar en muchísimos países", sostiene Fernández. La medicina para combatir este tipo de asaltos es "reforzar todo lo posible la independencia de las instituciones" de manera que la estructura permita resistir los embates antidemocráticos.

Desafección ciudadana

Otro indicador que tampoco augura un horizonte esperanzador es la caída en desgracia del concepto de democracia entre la ciudadanía. Según la última Encuesta Mundial de Valores, realizada en 77 países y recogida por el GSoD, el 47,4% de los sondeados cree que es importante, frente al 52,4% que opinaba lo mismo en 2017. Esta misma encuesta apuntaba en 2009 que el 38% aceptaba a un líder que no tuviera que someterse al control del Parlamento o al escrutinio de las urnas. En 2021, los que eran de la misma opinión escalaban hasta el 52%.

Alberto Fernández encuentra una explicación a este preocupante cambio de percepción en la "relativa crisis económica permanente en la que viven muchas de las democracias desde 2008". A pesar de que pueda haber habido una recuperación a nivel macroeconómico, los ciudadanos no perciben esa sensación de mejora ni creen que pueda cambiar la situación en el futuro. "Eso genera apatía en la sociedad y animadversión hacia el sistema político, lo que abre espacios a la polarización, a los discursos populistas y al ofrecer soluciones fáciles pero en realidad imposibles de aplicar", añade.

Todos estos indicadores llevan a IDEA Internacional a concluir que la actual deriva indica la posible "emergencia de un nuevo status quo" que hace prever un futuro extremadamente volátil y plagado de incertidumbres. Un mal augurio.

Los deberes para España: mejorar en la participación de la sociedad civil y la renovación del CGPJ

Según la clasificación de IDEA Internacional, España es una democracia de desempeño medio. Se encuentra cerca de los estándares más elevados de referentes como Noruega Suecia, pero todavía le queda margen de mejora en el ámbito de la participación de la sociedad civil, según destaca Alberto Fernández Gibaja, uno de los autores del Informe Global sobre el Estado de la Democracia. El estudio destaca que es de los pocos países que ha experimentado mejoras en los últimos cinco años, en concreto en la lucha contra la corrupción y en la independencia judicial. Pero esto último podría torcerse si la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) "no se resuelve o se resuelve sin garantizar su independencia", avisa Fernández.

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