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Midterms 2022

Ron DeSantis: más trumpista que Trump (y quizá el próximo presidente de Estados Unidos)

La contundente victoria del gobernador de Florida, defensor de una agenda populista y reaccionaria, lo convierte en el máximo competidor del expresidente en su probable carrera presidencial

Ron DeSantis. Reuters

El título oficial es 'Ley de derechos parentales en educación' pero se ha popularizado por el nombre que le dieron los críticos: "No digas gay". Es una polémica norma por la que Florida, entre otras cosas, prohíbe la enseñanza y discusión sobre orientación sexual e identidad de género para alumnos hasta los 8 o 9 años y la limita para los de cualquier edad según el subjetivo parámetro de lo que se considere "apropiado". El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, denunció que estaba "llena de odio".

Demócratas, activistas y grandes empresas, incluyendo Disney, una fuerza en el estado, se opusieron y la criticaron ferozmente; alertaron de sus peligros y, como muchos ciudadanos de a pie, prometieron combatirla. Para Ron DeSantis, el gobernador que estampó henchido de orgullo su firma en el texto, fue, simplemente, otra victoria.

Estrella republicana

Con esa ley, solo una de las medidas con las que Florida está atacando y recortando los derechos conquistados por la comunidad LGTBI+, DeSantis siguió cimentándose como la estrella republicana de más peso en las guerras culturales que desde que Donald Trump pasó por la presidencia han tomado lugar central en la vida política de los estadounidenses. Nada en la agenda del gobernador escapa de las posiciones más reaccionarias que ha abrazado la derecha en cuestiones como el aborto, los derechos de voto, la raza o la inmigración, o la lucha contra la pandemia de covid. Y con ese radicalismo ha arrasado en las elecciones de medio mandato, convirtiéndose en el máximo competidor del expresidente en su más que probable carrera presidencial.

Acaba de firmar la ley llamada "no digas gay", por la que en unos casos prohíbe y en otros restringe hablar en las escuelas de diversidad sexual y de género

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La de DeSantis es una batalla ideológica que se libra en ese terreno conocido en que los conservadores claman a favor de la "libertad" y contra el "socialismo", el "marxismo" y la "izquierda radical" –dialéctica de la que también beben el ayusismo y Vox–. Pero el gobernador, que presume de haber hecho a Florida "el estado más libre" y "la vanguardia de la libertad", ha puesto detrás de proclamas y guerras culturales el peso del poder estatal y la acción ejecutiva. Y ha pasado a encarnar lo que uno de sus aliados definió en ‘The New York Times’ como "trumpismo competente". 

Anti-LGTBI

DeSantis, por ejemplo, ha vetado a las deportistas transgénero en institutos y universidades y recientemente emitió una proclamación (sin más valor que simbólico) en que no reconocía la reciente victoria de la nadadora Lia Thomas en los campeonatos universitarios. También ha apoyado legislación que criminaliza a quienes prestan a menores servicios médicos como terapia hormonal y da inmunidad a médicos y aseguradoras que se niegan a prestar atención a la comunidad LGTBI por “creencias religiosas, éticas o morales”. Vetó también dar fondos para prestar asistencia psicológica a los supervivientes de la matanza en el club gay Pulse.

DeSantis ha vetado a las deportistas trans en institutos y universidades y hace poco emitió una proclamación simbólica por la que no reconocía la victoria de la nadadora Lia Thomas

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El gobernador, que el año pasado prohibió la enseñanza de Teoría Crítica de la Raza –marco teórico que aborda el racismo como un fenómeno estructural– en el estado (aunque no forma parte del currículo), también tiene en su mesa a la espera de su firma la ley Stop-WOKE (concepto que alude a la toma de conciencia de género, raza y clase), que estipula que “a un individuo [se entiende que blanco] no se le debe hacer sentir incomodidad, culpa, angustia o cualquier otra forma de aflicción psicológica por su raza”. La ley, que además insta a una enseñanza patriótica y a educar en “las virtudes del gobierno limitado”, está modelada como la polémica ley sobre el aborto de Tejas, poniendo en manos de ciudadanos corrientes su ejecución al ser los padres quienes podrían interponer demandas.

Contra el derecho al aborto

En el aborto, precisamente, DeSantis también ha colocado a Florida entre los estados que más están restringiendo el acceso. Ya se prohíbe usar fondos de Medicaid, el sistema público de salud para los pobres, y el gobernador ha tildado de “muy razonable” una ley, a la espera de su firma, prohíbe interrupciones del embarazo después de 15 semanas y que no incluye excepciones para la violación o abuso familiar.

Represión y protestas raciales

También en 2021 DeSantis firmó una ley “combatir violencia, desorden y saqueos y proteger a las fuerzas del orden”. Aunque un juez ha paralizado su aplicación, la norma, creada tras las protestas por el asesinato de George Floyd (aunque en Florida no fueron especialmente significativas), incluye la protección de quien atropelle a manifestantes con un coche. Además elimina las ayudas estatales a los gobiernos locales que reduzcan su presupuesto para la policía y permite que se persiga con las leyes contra el crimen organizado a cualquiera que financie u organice una reunión que acabe en “desorden o violencia”.

Voto y distritos negros

Los tintes racistas no están solo en esa norma y DeSantis es también una figura prominente en el asalto republicano a los derechos de voto que afectan sobre todo a minorías. Primero, el gobernador, elegido en 2018, invalidó en la práctica una ley aprobada por referendo en esas mismas elecciones que devolvía en Florida el derecho de voto a los antiguos presos, al obligarles a pagar lo que debieran en multas o gastos de sus procesos, algo que la mayoría no puede hacer. En 2019 el gobernador aprobó una de las leyes más duras del país limitando el voto por correo, o los buzones para depositar papeletas, o prohibiendo prestar atención o dar agua o alimentos a quienes esperan en cola para votar.

Ha firmado una ley para “proteger a las fuerzas del orden” que incluye el amparo de quien atropelle a manifestantes con un coche

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Además, DeSantis ha propuesto crear la que sería la primera fuerza policial de EEUU especialmente dedicada a investigar el supuesto fraude electoral (que reportaría a la secretaría de Estado, nombrada él). Esta misma semana, además, ha vetado el rediseño de mapas electorales propuesto por la legislatura controlada por los republicanos, porque quiere avanzar en un rediseño aún más extremo (inspirado por Steve Bannon y potencialmente anticonstitucional) que eliminaría dos escaños en distritos electorales negros.

Inmigración

En inmigración, DeSantis firmó una ley en 2019 que vetaba las llamadas “ciudades santuario” (aunque Florida no tenía ninguna). Pese a que un juez federal ha bloqueado la mayoría de esa norma, el gobernador no ha cejado en su cruzada y ha prohibido a las agencias locales hacer negocios con contratistas federales que transportan inmigrantes, de aerolíneas a compañías de autobuses u organizaciones, además de ordenar cerrar refugios.

Propaganda covid

Si algo ha cimentado especialmente a DeSantis como icono de la derecha han sido sus posturas y medidas durante la pandemia. Florida fue uno de los estados que más tarde impuso restricciones y uno de los primeros que las levantó. En mayo del año pasado firmó una orden ejecutiva que invalidaba cualquier mandato local que restringiera derechos o libertades de empresas e individuos. Y esta misma semana ha liderado una demanda interpuesta por 21 estados republicanos contra el gobierno federal por prolongar hasta abril la obligación de usar máscaras en el transporte.

DeSantis clama por la “libertad contra el Faucismo”, un juego de palabras con fascismo y Anthony Fauci, la principal autoridad epidemiológica

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DeSantis clamó por la “libertad contra el Faucismo”, un juego de palabras con fascismo y Anthony Fauci, la principal autoridad epidemiológica en EEUU. En un acto con estudiantes de instituto, el gobernador se mofó de los que aún llevaban máscaras. Dio una rueda de prensa con antivacunas y sugirió que los sueros pueden provocar infertilidad. Y además, eligió para el principal cargo de sanidad en el estado a Joseph Ladapo, que cuestionó también las vacunas.

Duelo con Trump

Ese radicalismo le hizo ganar terreno entre las bases más radicales frente a Trump, que defendió públicamente la vacunación. Y las dos posturas llevaron a los dos a enfrentarse, uno de los elementos que crea tensiones entre el expresidente y DeSantis, al que Trump dio el respaldo en la campaña para gobernador en 2018 y al que ahora mira como principal rival en una potencial carrera para volver al Despacho Oval. Aunque DeSantis oficialmente no ha declarado su intención de presentarse a las elecciones presidenciales de 2024, son cristalinas las ambiciones del gobernador, y máxime ahora que ha ganado su reelección.

Influyentes voces conservadoras ya lo identifican como “la voz del nuevo partido republicano”

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En ese potencial duelo con Trump el gobernador de Florida, de 44 años, tiene algunas ventajas. De Santis, que proviene de una familia de clase media pero estudió luego en Yale y Harvard y pasó como abogado para el ejército por Guantánamo Bay e Irak, no tiene el carisma del expresidente pero tampoco su impulsividad o su querencia por el caosComparte con Trump la energía populista, pero es inteligente y disciplinado, metódico. Controla el proceso legislativo, presta atención al detalle y lleva toda su carrera política, que inició como congresista en 2012 con su esposa, Casey, coomo principal asesora, con disciplina militar.

De la mano del Tea Party

DeSantis, que escribió en 2011 un libro centrado en el ataque a Barack Obama en el que postuló sus credenciales conservadoras en políticas fiscales o en favor de los recortes sociales, llegó al Congreso con el apoyo del Tea Party y ayudó a formar el Freedom Caucus. Luego tuvo una breve carrera por el Senado en 2016 que se abortó cuando Marco Rubio abandonó sus aspiraciones presidenciales. Su fugaz paso, sin embargo, le abrió la puerta a los contactos con donantes. Ahora tiene muy bien engrasada la maquinaria de recaudación de fondos en todo el país, incluyendo a algunos que siguen apoyando también al expresidente.

Sin veto de Twitter, DeDantis usa personalmente y a través de su portavoz la red social para mantenerse enfocado en su mensaje. Este y su rostro, además, se han hecho ineludibles en todo el microcosmos mediático conservador, donde es uno de los invitados más frecuentes. Fueron precisamente sus apariciones en Fox las que en su día llamaron la atención de Trump. En el Congreso, DeSentis ya había propuesto quitar fondos para la investigación del fiscal especial Robert Mueller y en su campaña de 2018 a gobernador apareció en un vídeo leyendo a uno de sus tres hijos 'Trump, el arte de la negociación' y con otra hija construyendo con un juego de bloques el muro fronterizo.

Ahora el discípulo puede volverse contra el maestro. Y DeSantis ya es identificado por influyentes voces conservadoras como Rich Lowry, editor del ‘National Review’, como “la voz del nuevo partido republicano”. Lo que dice esa voz, y lo que hace DeSantis, es lo que obliga a prestar atención.

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