Liz Truss, insiste en que seguirá en el puesto de primera ministra, después de dar otro giro fundamental a su política fiscal. La líder 'tory' destituyó este viernes al titular de Finanzas, Kwasi Kwarteng, tras los destrozos causados por el plan de crecimiento económico ideado por ambos, mano a mano. Kwarteng ha durado menos de seis semanas en el cargo. Su despido ha sido un intento desesperado de Truss de calmar los mercados y salvar su posición al frente del Gobierno, algo que está muy lejos de haber conseguido. Ante la prensa le fue imposible explicar cómo la salida de su más estrecho colaborador no la obliga a macharse también a ella. En el Partido Conservador sus muchos enemigos barajan los nombres de posibles sucesores. Los que la han venido apoyando se sienten traicionados.

El veterano Jeremy Hunt es el sucesor de Kwarteng. Hunt se ha convertido en el cuarto ministro británico de Finanzas en un año, lo que da idea de la profunda inestabilidad que vive el país. Veterano de la escena política, ha ocupado varias carteras ministeriales en los últimos 12 años (Cultura, Sanidad, Exteriores), pero no tiene experiencia alguna en el Tesoro y los departamentos financieros. El plan fiscal anunciado a finales de septiembre desplomó la libra esterlina frente al dólar estadounidense y disparó el coste de la deuda a largo plazo del Reino Unido, obligando al Banco de Inglaterra a intervenir para evitar la quiebra de varios fondos de pensiones. Ese programa debía concluir este viernes.

Truss confirmó el nombramiento de Hunt en una breve conferencia de prensa en la que también anunció que habrá subida del impuesto de sociedades el próximo mes de abril, algo que había descartado tajantemente durante la campaña de las primarias de los conservadores. El aumento, defendido entonces por su rival, Rishi Sunak, supondrá unos ingresos de 18.000 millones de libras adicionales (20.700 millones de euros). El mini presupuesto fue "más lejos y más rápido de lo que podían tolerar los mercados", declaró Truss, tratando de justificar el giro de una estrategia, que a estas alturas ha saltado por los aires. Los economistas no creen que ese aumento vaya a llenar el hueco en las finanzas públicas creado por los recortes de impuestos, sin fondos para ello.

Sin autoridad

Nerviosa, sin autoridad, en otra comparecencia desastrosa de apenas nueve minutos, con discurso y respuestas aprendidas de memoria, Truss eludió las preguntas sobre su falta de credibilidad. "Mi prioridad es asegurar que tenemos la estabilidad económica que necesita el país es por eso por lo que he tenido que tomar las difíciles decisiones que he tomado hoy. La misión sigue siendo la misma", señaló, insistiendo en que cumplirá lo prometido: rebajar impuestos y aumentar el crecimiento. "Estoy absolutamente decidida a seguir adelante".

Truss dijo "lamentar encarecidamente" la marcha de que Kwarteng, al que describió como "un gran amigo con el que comparte la misma visión". En otra jornada de dramas en la vida política, el ministro hubo de regresar urgentemente a Londres desde Washington donde asistía a la conferencia anual del Fondo Monetario Internacional. La víspera, Kwarteng había descartado que se planteará dimitir ante las turbulencias generadas por su radical recorte de impuestos.

En la carta de despedida, Kwarteng dejó claro que ha sido cesado. No había palabra alguna de rectificación o 'mea culpa'. Tampoco la primera ministra mostró contrición cuando le preguntaron si le gustaría pedir perdón a su partido, el conservador, en cuyas manos está su futuro. Muchos miembros llevaban días pidiendo el cese del titular de Economía y de Truss. El diario 'The Times' ha hablado de un posible tándem entre Rishi Sunak, el exministro de Finanzas, y Penny Mordaunt, la líder de la Cámara de los Comunes.