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El 8 de noviembre

Aborto, inflación, democracia: lo que se juega EEUU en las elecciones de medio mandato

Los republicanos apuntan a recuperar al menos la Cámara baja y los demócratas tratan de aprovechar la movilización contra la regresión en la interrupción del embarazo | El torrencial de candidatos extremistas que defienden "la gran mentira" de Trump provoca alerta sobre el futuro del sistema democrático en el país

El expresidente Donald Trump, durante un mitin en apoyo de Doug Mastriano, candidato a gobernador de Pensilvania, el pasado 3 de septiembre. REUTERS

En política es fácil caer en la hipérbole pero no es exagerado afirmar que las elecciones de mitad de mandato que Estados Unidos celebra el 8 de noviembre son las más trascendentales para el país en décadas.

Dos años después de las presidenciales que llevaron a Joe Biden a la Casa Blanca y dieron al Partido Demócrata un mínimo control del Congreso los estadounidenses vuelven a las urnas. Lo hacen en un país si cabe más polarizado, sacudido por la decisión este verano del Tribunal Supremo de derogar la protección constitucional al derecho al aborto y golpeado por la inflación.

De su decisión sobre el Congreso, donde se votan los 435 escaños de la Cámara de Representantes y 35 de los 100 del Senado, depende el futuro de la agenda de Biden, y mucho más. Porque los estadounidenses votarán en carreras estatales, donde junto a 36 gobernadores y legislaturas se elegirá a cargos que se encargan de las elecciones. Y con una avalancha de aspirantes republicanos afiliados a la ‘gran mentira' de Donald Trump, que siguen rechazando los resultados legítimos de las últimas presidenciales y pueden alcanzar cargos decisivos para la organización de comicios y certificación de resultados, en juego está también 2024 y, como alertan la Casa Blanca y numerosos historiadores y observadores, el sistema democrático.

Mareas

Hasta hace unos meses los demócratas tenían un panorama negro en las 'midterms', tradicionalmente un referendo sobre el partido en el poder. En verano la sentencia sobre el aborto, una serie de triunfos legislativos de Biden, las vistas en el Congreso sobre el asalto al Capitolio y la incautación en Mar-a-Lago de documentos oficiales que el expresidente se llevó ilegalmente dieron un vuelco. Aunque no se preveía una ola azul demócrata, se frenaba la roja republicana.

A un mes de las elecciones, no obstante, las mareas vuelven a cambiar y el optimismo demócrata se atempera. Aunque Biden ha rebajado algo sus índices de desaprobación, sigue enfrentando un déficit de 10 puntos respecto al de aprobación. Los sondeos pintan un pesimismo dominante sobre la dirección del país y en ellos la mayoría ve más capacitados a los republicanos para enderezarla. Prácticamente no hay encuesta o previsión que no ponga bajo control conservador la Cámara baja. Y la lucha por el Senado está en carne viva, con todos los ojos puestos en Pensilvania, Wisconsin, Georgia y Nevada.

"Hay razón para estar ansioso, para ser pesimista", decía recientemente James Carville, estratega demócrata. "A finales de agosto parecía que cogíamos fuerza y no sé si hemos retrocedido pero no avanzamos en muchos sitios".

El aborto

Pasos como el anuncio de Biden este jueves de anunciar el perdón de las condenas federales leves por posesión de marihuana y su impulso a revisar su clasificación dela sustancia entre las drogas más peligrosas (como el reciente de suspensión de parte de la deuda federal estudiantil) se leen en clara clave electoral como un intento de movilizar al voto joven o de minorías raciales. Pero la gran esperanza y estrategia demócrata está, ante todo, puesta en mantener la movilización que ha provocado en EEUU la regresión en los derechos reproductivos desde la decisión del Supremo.

Ese retroceso se ha hecho ya palpable con 14 estados donde es prácticamente imposible obtener una interrupción voluntaria del embarazo o con el cese de las intervenciones en 66 clínicas, 26 de las cuales han cerrado sus puertas según el último estudio del Instituto Guttmacher.

El rechazo a esos pasos atrás, y a la amenaza republicana de proponer un veto federal a partir de las 15 semanas de gestación, está llevando a más votantes a registrarse, especialmente mujeres. Y sumado a lo ocurrido este verano en Kansas, un estado conservador donde la mayoría decidió proteger el derecho al aborto en la constitución estatal (paso que en noviembre se vota en otros cinco estados), representa para los demócratas la posibilidad de atraer a independientes y mujeres de inclinaciones republicanas.

La clara apuesta se refleja, por ejemplo, en datos como que uno de cada tres dólares invertidos en anuncios por los demócratas y sus aliados se concentran en el tema del aborto. Y aunque algunas voces dentro del partido lanzan alertas de que "se necesita hablar de más que de aborto", la estrategia no tiene marcha atrás.

Inflación y crimen

Los republicanos, por su parte, están consiguiendo que se palpe en esta recta final antes de los comicios el retorno a un marco mental más tradicional de 'midterms'. Y su mensaje centrado en la inflación y la situación económica general, y en temas como seguridad o inmigración tiene eco o recoge el de los sondeos que señalan las principales preocupaciones de los estadounidenses.

Muchos de los candidatos que fueron más radicales en sus campañas de primarias en cuestiones como el aborto o incluso en su alianza con Trump, para muchos indispensable para el triunfo, ahora borran referencias o las limitan o esconden en sus webs de campaña. Y lo hacen especialmente los candidatos al Senado, donde aunque el votante rural y blanco sigue estando sobrerrepresentado cierto nivel de moderación es más necesario para asegurarse la victoria que en los distritos perfectamente diseñados para la Cámara Baja.

Trump y la democracia

La radicalización del partido, y el poder aún determinante de Trump, no obstante siguen siendo evidentes, por más que el foco del expresidente en el inexistente fraude electoral y sus denuncias del registro del FBI desvíen la atención de las cartas que se ven ganadoras en las elecciones de mitad de mandato como la inflación o el crimen. Y la conciencia en el partido es la que expresaba recientemente un estratega republicano: "No ganamos si nos sacamos al votante de Trump, esa es la pura verdad. Lo que hay que hacer es movilizarlo sin que asuste a todos los demás".

La fidelidad a Trump y al trumpismo, además, ha puesto a la mayoría de la formación conservadora en una vía sin retorno para tratar de mantener el poder a cualquier precio, incluso el democrático. Según un estudio publicado esta semana por 'The Washington Post' 299 republicanos que optan al Congreso o a destacados cargos estatales niegan la validez de los resultados de las presidenciales del 2020. De ellos 176 tienen la victoria prácticamente garantizados y 51 optan a escaños o cargos que están en liza.

Preocupa no solo el elevado número de esos candidatos, sino que se concentran en posiciones que serán determinantes en resultados electorales en comicios estatales y presidenciales. Y pensando ya en 2024 la mirada está puesta sobre todo en los extremistas candidatos a gobernador en Pensilvania, Arizona, Michigan y Nevada, así como a los secretarios de estado allí (salvo en Pensilvania, donde lo elige el gobernador).

Nunca antes se había invertido tanto tanto dinero como hasta este año en las carreras para un cargo que, hasta 2020, no generaba atención. La mayoría de los fondos están llegando en su mayoría desde fuera de los estados donde se gastan. Y esa es una de las más claras señales de que los intereses que se mueven tras esas carreras, y el peligro, van más allá de una elección estatal.

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