El presidente Gustavo Petro pudo presentarle a los colombianos el módico, pero a la vez auspicioso, paso dado en Caracas como parte de su política de "paz total" en un país asolado por la violencia. Su Gobierno ha convenido reiniciar a partir de la primera semana de noviembre las conversaciones con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la guerrilla de origen guevarista fundada a mediados de los años sesenta bajo la inspiración del castrismo y que todavía se encuentra en operaciones.

"Se ha abierto un camino", dijo el comandante de ese grupo insurgente, Antonio García. El nuevo Gobierno de izquierdas de Colombia tiene un interés especial en lograr que el ELN abandone las armas como lo han hecho las FARC, a partir de 2016, bajo la presidencia de Juan Manuel Santos. No solo porque daría cumplimiento a parte de un ambicioso programa lanzado el mismo 19 de junio, cuando ganó las elecciones. Los efectos de un acuerdo de paz exceden los límites del territorio colombiano y contribuirían también a recomponer más rápido las relaciones con Venezuela. No casualmente, una vez que se anunció en Caracas la vuelta a las negociaciones, el ministro de Exteriores colombiano, Álvaro Leyva, se reunió con el presidente Nicolás Maduro, en el Palacio de Miraflores.

"La República Bolivariana de Venezuela expresa su más firme compromiso con el proceso de paz total en Colombia y, como país garante en los diálogos entre el Ejército de Liberación Nacional (Eln) y el gobierno colombiano, celebra el acuerdo del reinicio de la mesa de negociaciones", dijo Leyva. Todo un gesto hacia un vecino con el cual no había el más mínimo diálogo durante la administración de Iván Duque, comprometida con el plan de Donald Trump para desplazar del poder a Maduro. El encuentro entre el canciller y la autoridad ejecutiva venezolana tiene lugar una semana después de la reapertura de la frontera común. El Palacio de Miraflores tiene mucho que aportar en este nuevo proceso de paz debido a las relaciones que tiene con una guerrilla que en muchas ocasiones ha pasado de un país a otro con el beneplácito de los militares venezolanos.

Expectativas

Petro intenta alcanzar un resultado positivo en un proceso que ya acumula dos fracasos: con el Gobierno de Santos y el propio Duque, quien había congelado el acercamiento en 2019. El encuentro de este martes en Caracas estuvo revestido de una inusitada formalidad. Junto con los integrantes de la guerrilla y el Gobierno estuvieron el comisionado de paz colombiano; Paulo Beltrán, el senador de izquierdas Iván Cepeda y el obispo Héctor Fabio Henao, en nombre de la Conferencia Episcopal Colombiana. En la misma mesa se sentó el país anfitrión, uno de los garantes del proceso junto con Noruega y Cuba, que saludó desde La Habana el reinicio de las conversaciones. Una misión de verificación de la ONU acompañará el complejo tránsito hacia el acuerdo.

Según con el diario bogotano 'El espectador', la nueva tentativa de diálogo "llega justo en un momento en el que la situación de cada uno de los actores es muy diferente" a los frustrados acercamientos de años anteriores. "Por el lado estatal, el cambio es más que obvio. Nunca antes Colombia había tenido un gobierno de izquierda y esto marca un panorama totalmente distinto frente a las negociaciones". El propio ELN no pasó por alto esta novedad. "Las nuevas condiciones políticas han permitido reiniciar las negociaciones. Hay un viraje en la política de paz y es probable que los acuerdos que vayamos llegando vayan abriendo nuevas oportunidades", dijo García.