Lunes negro para el Gobierno de Francia. El secretario general del Elíseo, Alexis Kohler, fue imputado el 23 de septiembre por un presunto delito de conflicto ilegal de intereses con la multinacional Mediterranean Shipping Company (MSC), uno de los gigantes del sector naval. Así lo ha anunciado este lunes por la tarde la Fiscalía Nacional Financiera, pocas horas después de que esta mañana se supiera que el ministro de Justicia, Eric Dupon-Moretti, será juzgado por otro affaire de conflicto de intereses. Aunque no hace declaraciones a los medios, Kohler representa una pieza esencial en el engranaje gubernamental de la presidencia francesa. Hasta el punto que se lo conoce como el “vicepresidente en la sombra” de Emmanuel Macron.

La Justicia francesa tenía en su punto de mira a Kohler desde 2018, pero no lo había imputado hasta ahora. La fiscalía anticorrupción sospecha que el secretario general del Elíseo —un cargo fundamental en el sistema presidencialista de Francia— incurrió en un delito de conflicto de intereses en el pasado. Entre 2008 y 2010, Kohler ejercía como subdirector de la Agencia de Participaciones del Estado (APE) y, por consiguiente, se sentaba en el consejo de administración de los astilleros de Saint-Nazaire, los más importantes en el país vecino. Su principal cliente era la empresa suiza MSC, fundada por una primera hermana de la madre de Kohler y presidida por su tío.

Puertas giratorias

Entonces, Kohler participó en cinco votaciones favorables a MSC y tres en el consejo de administración del puerto de Le Havre, según reveló el diario digital Mediapart. Unos años después, cuando ejerció como director de gabinete en el ministerio de Economía, recibió numerosos correos electrónicos sobre asuntos vinculados a la multinacional suiza. Tras abandonar Bercy en 2016, trabajó como director financiero de MSC, con un sueldo mensual de 28.000 euros. Y, de hecho, compatibilizó ese cargo con la dirección de la campaña de Macron para las presidenciales de 2017.

“El objetivo de nuestra iniciativa no es perjudicar a Kohler, sino combatir las puertas giratorias de las que se benefician altos funcionarios”, explicó a El Periódico de Catalunya en mayo el juez Eric Alt, vicepresidente de la asociación Anticor que denunció este affaire ante los tribunales. La sombra de los vínculos entre el número dos del Elíseo y MSC planea también sobre una de las decisiones más sui generis de la presidencia del liberal Macron: la nacionalización de los astilleros de Saint-Nazaire, anunciada en julio de 2017 y que paralizó la adquisición de esa infraestructura por la empresa estatal italiana Fincantieri, una transacción a la que se oponía la multinacional suiza.

Mano derecha de Macron

Tras el anuncio este lunes de su imputación, Kohler reaccionó con la publicación de un comunicado por parte de su abogado en que “contesta con fuerza haber cometido cualquier delito”. “Sin que se tengan en cuenta numerosos elementos en su favor, Kohler ha sido imputado por un conflicto ilegal de intereses por hechos que se remontan a hace más de diez años”, añadió. Desde que se tuvo conocimiento del caso, el secretario general del Elíseo se había defendido asegurando que avisó a sus superiores de sus vínculos familiares con MSC y que nunca participó en decisiones que afectaban al grupo helvético.

Aunque el hecho de estar imputado no implica culpabilidad, este anuncio debilita la figura del principal colaborador de Macron. Desde el nombramiento del dirigente centrista en agosto de 2014 como ministro de Economía, ambos han trabajado mano a mano y han sido inseparables. Pese a la sombra judicial que planea sobre él, el presidente no ha querido separarse de su mano derecha, que genera un gran suspicacia en sectores del macronismo por su poder en la sombra.

De hecho, Kohler influyó en la decisión de nombrar en mayo a Elisabeth Borne como primera ministra, aunque el dirigente liberal contemplaba otros nombres. También se encarga de las relaciones entre el Elíseo y los grandes empresarios. Una pieza esencial, pero que se ve salpicada por la corrupción. Y esto debilita la promesa inicial del macronismo de regenerar y dignificar la política.