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Elecciones italianas

Italia mide la fuerza de su democracia en las urnas

50 millones de personas están llamadas a elegir entre la coalición del progresista Partido Democrático y la extrema derecha de Hermanos de Italia | “Si las cosas van en una dirección difícil, tenemos instrumentos”, ha avisado Ursula von der Leyen

Un hombre prepara las papeletas para la votación de mañana.

Italia se mantendrá este domingo en el continuismo europeísta, o dará un salto hacia un mundo desconocido: situar en el poder a la coalición más derechista desde la II Guerra Mundial. Una mujer nacida de los restos del posfascismo italiano —que se presenta como una persona común y tiene con una capacidad increíble para conectar con el malestar social— puede ganar las elecciones generales italianas. Con la líder de Hermanos de Italia, Giorgia Meloniel giro implicaría consecuencias imprevisibles dentro y fuera del país. La alternativa es un democristiano con buena relación con las lobbies internacionales y que promueve una mayor integración del bloque. El líder del Partido Democrático (PD), Enrico Letta, confía en un cambio de último minuto en la intención de voto.

Pero esto es difícil que ocurra, según los últimos sondeos publicados (hace dos semanas, por la ley electoral italiana). Meloni es una profesional de la política que en cuatro años ha pasado de obtener alrededor del 4% a situarse como uno de los fenómenos que mayor interés (e inquietud) despiertan en el actual panorama geopolítico. Con un discurso trumpista de ruptura de lo políticamente correcto, y la perseverancia de las tortugas, Meloni llega a este resultado tras sus victorias en regiones tan simbólicas como Las Marcas, gobernadas durante décadas por el centroizquierda. Su principal punto de fuerza: el haber permanecido fuera de todos los últimos Ejecutivos nacionales, incluyendo el nacido al calor del tragedia de la pandemia, el Gobierno de unidad nacional del primer ministro saliente, el banquero Mario Draghi.

De ahí que el mensaje contra las instituciones puede funcionar contra Letta. Aunque siempre en coalición y sin poder llevar adelante integralmente su agenda, el PD ha integrado los dos últimos Gobiernos. Esto incluye también el de Draghi, que en los últimos meses ha encarado las nuevas turbulencias socioeconómicas causadas por la inflación. Tanto es así que Meloni también ha pasado de ser una especie de hermana menor díscola de la derecha, a superar en la intención de votos a sus socios de coalición, el decadente partido Forza Italia de Silvio Berlusconi y la ahora también menguante Liga de Matteo Salvini. Asunto aparte es que el principal punto débil del PD es que no tiene suficientes aliados.

Dios, Patria y Familia

Consecuencia inmediata de ello ha sido una normalización de los orígenes posfascistas de Hermanos de Italia, un partido que defiende el lema Dios, Patria y Familia y que conserva en su logo la llama tricolor del Movimiento Social Italiano (MSI), formación neofascista creada en 1946. Tanto así que en Milán la candidata elegida por Hermanos de Italia ha sido Isabella Rauti, hija de un neofascista fundador del MSI que apoyó la llamada República de Salò, creada en 1943 por Benito Mussolini y dominada por los nazis. Tampoco ha escandalizado que, en su autobiografía, se revele que Meloni cree en la teoría de la conspiración del “gran reemplazo”, eso es, la que afirma que las olas migratorias tienen como fin terminar con la civilización blanca y cristiana de Europa. 

Con este preámbulo, alrededor de 50 millones de italianos —de los cuales 4,7 millones residentes en el extranjero— han sido convocados a las urnas este domingo para elegir a su próximo Gobierno y los nuevos integrantes de ambas cámaras del Parlamento. Estos serán por primera vez solo 400 diputados (de 630 que eran hasta la reforma de 2020), y 200 senadores (de 315), un cambio que supone que los territorios tendrán una representatividad inferior a la de antes. El resultado electoral -que probablemente se confirmará solo el lunes- será fruto de un complejo sistema electoral que combina los métodos de mayoría simple y proporcional. Aproximadamente un tercio de los escaños se asignan con el primer modelo y dos tercios con el segundo. Lo que favorece las coaliciones. De aquí también otra razón que explica por qué Meloni parte con ventaja. 

El espectro de la abstención

En un clima de apatía y resignación por los vaivenes de la clase política, el elefante en el salón es el abstencionismo. Se trata de un fenómeno relativamente nuevo para Italia. Según recordaba recientemente el diario económico Il Sole 24 Ore, en años recientes se ha llegado hasta el 27% de personas que han optado por votar, y los analistas consideran que es posible que esta situación se repita en estos comicios.

Todo este contexto pone en duda que los italianos sigan en la senda de la estela del aclamado Draghi, bajo cuyo mandato Italia fue elegido “país del año” por The Economist por sus buenos resultados en la fase de recuperación económica después de la pandemia. En unas circunstancias aún poco claras, Draghi dimitió en julio pasado después de que el Movimiento 5 Estrellas (M5E) abriera una crisis política que, entre otros desencadenantes, también tuvo la oposición de esta formación al envío de armas a Ucrania. El futuro de esta fuerza populista, que en estos años ha perdido mucho consenso, también es una incógnita.

Bruselas contiene la respiración. “Si las cosas van en una dirección difícil, y ya he hablado de Hungría y Polonia, tenemos instrumentos”, ya ha avisado la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.

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