Al menos cuatro personas han muerto en las remotas zonas montañosas de Papúa Nueva Guinea a raíz de varias avalanchas provocadas por el fuerte terremoto de magnitud 7,6 que azotó en la mañana del domingo el noreste del país, informó la agencia humanitaria de Naciones Unidas.

"Hasta el momento, se ha informado de al menos cuatro muertes: una en Rai Coast, en la provincia de Madang, y tres en la localidad de Wau, en la provincia de Morobe", según un comunicado de la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) de Naciones Unidas publicado el domingo en su portal.

"Todos (los fallecidos) quedaron sepultados por desprendimientos de tierra", agregó la OCHA, que, a falta de datos oficiales del gobierno de Papúa Nueva Guinea, ha contado las víctimas con ayuda de las autoridades locales y otros organismos humanitarios.

La agencia humanitaria de la ONU también reportó que el terremoto causó heridas a al menos cuatro personas, así como causó daños materiales de "moderado a graves" en edificios e infraestructuras.

"Sé que las telecomunicaciones y la electricidad en algunas partes del país también han sido afectadas", dijo la víspera el primer ministro papuano, James Marape, en un mensaje a la nación en el que recalcó que su Gobierno está recopilando todos los datos para desplegar la ayuda a los damnificados.

Papúa Nueva Guinea fue sacudido el domingo por un sismo de magnitud 7,6 con epicentro a 63 kilómetros de la localidad montañosa de Kainantu, una zona bastante despoblada que se encuentra a unos 400 kilómetros al noreste de la capital Port Moresby, y cuyo hipocentro fue localizado a 61 kilómetros de profundidad.

El Servicio Geológico de Estados Unidos emitió ese día un aviso de posible riesgo de tsunami a 1.000 kilómetros del epicentro que más tarde fue levantado.

La isla de Nueva Guinea, cuya mitad occidental pertenece a Indonesia, se asienta sobre el "Anillo de Fuego del Pacífico", una zona de gran actividad sísmica y volcánica que es sacudida al año por unos 7.000 temblores, la mayoría moderados.

En febrero de 2018, un terremoto de magnitud 7,5 dejó más de 145 muertos y centenares de heridos en una remota zona montañosa de Papúa Nueva Guinea.