El verano arranca el 21 de junio en el hemisferio norte como una promesa de felicidad. Al día más largo del año le suceden más de dos meses de largas horas de luz, de puestas de sol, de vida en la calle, de helados y baños y, por supuesto, de vacaciones. Al menos para una gran parte de la población.

Pero como ocurre con tantas otras cosas buenas en la vida, también tiene una ‘cara b’ que impide que muchos puedan descansar. La de este año ha estado protagonizada, en gran parte, por el calor. La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) ya ha anunciado que es "bastante probable" que el verano de 2022 sea "el más cálido" de la serie histórica, que arranca en 1961.

De considerar reconstrucciones climáticas realizadas a partir de datos históricos, añaden que se trataría del verano con la temperatura media más alta desde, por lo menos, 1916.

No todos pueden disfrutar del verano. Archivo

Está más que demostrado que a partir de ciertas temperaturas las personas estamos más irascibles y nerviosas. No rendimos igual en el trabajo y hay condiciones laborales que hacen verdaderamente difícil disfrutar de esta estación, sobre todo si no tienen cerca el aire acondicionado, un aparato que no todos pueden permitirse encender (o tener).

No todos pueden (o saben) disfrutar de las vacaciones

Por mucho que Instagram se llene de fotografías de viajes, esta no es, ni de lejos, la realidad de todo el mundo. Los datos de la encuesta de Condiciones de vida del Instituto Nacional de Estadística, recogidos en el 2021, muestran que el 32,7% de la población no puede permitirse ni una semana de vacaciones. Además, el 45,9% de la población en España no viaja. La mayoría (el 31,8%) no lo hace por motivos económicos. Un 29,4% asegura que prefiere quedarse en casa.

Una mujer fuma en el madrileño parque del Retiro. Alba Vigaray

Eva Porto, psicóloga especializada en Recursos Humanos, afirma que, aunque nos quedemos en nuestro hogar, las vacaciones son sagradas. "Ojalá todos pudieran ir a Cancún, pero si no tienes la inversión o el dinero para viajar, es importante hacer meditación o realizar algún tipo de hobby diferente que nos ayude a enfocarnos en algo nuevo", afirma. 

En su opinión, la cultura tendría que cambiar bastante en este sentido: las vacaciones, aunque las pases en tu casa, son necesarias para volver con más fuerza a la rutina.

Trabajar más para dejar de trabajar

Porque, entre otros excesos, se da la paradoja del 'atracón final'. Es decir, el hacer el doble de trabajo justo antes de marchar de vacaciones de verano para dejar hecho aquello que no vas a poder hacer cuando estás fuera. Esto significa que muchos empiezan su periodo de descanso agotados. La solución, según Porto, pasa por que las empresas tengan personal suficiente para poder suplir las ausencias de los compañeros.

Asimismo, los expertos ven cómo cada vez hay más personas que viven este periodo con "mucha culpabilidad". "También está lo típico de que si renuncias a días de vacaciones hasta se valora por parte de la empresa, cuando no tendría que ser así. Tienes que disfrutar de ellas porque las necesitas", explica la psicóloga. De hecho, indica que un estudio interno de Ernest & Young afirmó que por cada 10 horas adicionales de tiempo de vacaciones que tomaron sus empleados, sus calificaciones de desempeño de fin de año mejoraban en un por ciento.

Ser un 'workaholic' (adicto al trabajo) es, por tanto, contraproducente. Según estudios realizados por Project: Time Off, las personas que no disfrutaban de su periodo de vacaciones, tenían entre un 23-27% menos de probabilidades de recibir un ascenso, y entre un 78-84% menos de probabilidades de recibir un aumento o una bonificación en comparación con aquellos que se tomaban su merecido tiempo libre.

Gente paseando por los Jardines del Buen Retiro, en Madrid. Alba Vigaray

"También se ha demostrado que la exposición crónica al estrés puede causar problemas de memoria, alterar la estructura del cerebro provocando ansiedad, depresión… En cambio, cuando nos tomamos un tiempo de descanso, conseguimos que nuestra mente se recupere de una forma que no podría si estuviera bajo presión", añade.

Desinstalar aplicaciones en el móvil o desactivar las notificaciones son algunas de las recomendaciones que suelen dar los especialistas en recursos humanos para lograr una desconexión de verdad.

¿Demasiada convivencia?

Otra cuestión que impide que para algunos el verano sea sinónimo de descanso es la convivencia. No hay otoño en el que no se repita la misma noticia: se disparan los divorcios. Cohabitar con la familia puede resultar agotador. Hay quien casi quiere volver a la rutina para descansar, según le cuentan pacientes a Diana Sánchez, especialista en Psicología familiar.

Ambiente en la playa de la Barceloneta. EP

La profesional explica que, efectivamente, a partir de octubre y noviembre empiezan a recibir más llamadas para consultas en la clínica. "Casi todo el mundo retoma sus rutinas y eso significa que vuelven a su día a día y a sus problemas, que los han visto más claramente en verano", comenta.

"Las parejas durante el año tienen una rutina establecida, incluso en las tareas. Cada uno tiene su trabajo y sabe lo que debe hacer. Funciona como un engranaje. Pero cuando paras en verano y ya no existe ese día a día, la pareja se va a ver afectada si no tiene una base sólida. Se enfrentan a ese vacío que no sienten al estar ocupados. Eso genera una sensación de agobio, malestar y enfado", explica la psicóloga.

También influye la edad de los hijos, si es que los tienen. "Muchos pacientes comentan que cogen con muchas ganas estas vacaciones de verano, pero a partir de esta semana de agosto y la que viene, la mayoría está deseando volver a tener una rutina para que los niños tengan los horarios controlados", explica. Lo contrario, le dicen, les resulta agotador.