eldia.es

eldia.es

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Cambio en Colombia

El triunfo de Petro amplía la esfera de influencia del progresismo en América Latina

El triunfo del Pacto Histórico en Colombia supone una mayor inclinación regional hacia la izquierda | El futuro presidente dejó entrever, sin embargo, importantes diferencias programáticas con otros países

Gustavo Petro, tras conocer su victoria en las elecciones presidenciales de Colombia. EFE

El inefable senador de la ultraderecha brasileñaEduardo Bolsonaro, publicó en Twitter un mapa sudamericano en el que Colombia es señalada con el símbolo de la hoz y el martillo después la victoria electoral de Gustavo Petro. El sentido común indica apenas que Colombia se sumaría a su modo a la ola progresista que incluye a Argentina, Bolivia, Chile y, solo por una cuestión nominal, Perú, donde gobierna el inclasificable Pedro Castillo, además de México y Honduras. Las encuestas auguran que Luiz Inacio Lula da Silva le ganaría las elecciones a Jair Bolsonaro y Brasil se sumará a esa izquierda que se expresa en la región con sus distintos grados de moderación. A su vez, están CubaVenezuela y Nicaragua. Solo quedarían del "otro lado" de la disputa ideológica Ecuador, UruguayParaguay, así como Costa Rica, El Salvador y Guatemala. Pero los mapas pueden engañar.

La reciente Cumbre de las Américas que se celebró en Los Ángeles tuvo un resultado anodino para el anfitrión Joe Biden, hasta el punto de que se vio obligado a tratar con una incómoda deferencia a Bolsonaro para cubrir el vacío que había dejado la deserción de Andrés Manuel López Obrador por la ausencia de Cuba, Nicaragua y Venezuela en la reunión. Petro, en un tono parecido al del argentino Alberto Fernández, criticó las exclusiones y habló de la unidad regional. Sin embargo, ese señalamiento no supone ni siquiera una ligera afinidad sentimental con los excluidos. El líder de la coalición Pacto Histórico ha mostrado claras distancias no solo con el madurismo sino con La Habana y Managua, a pesar de que sus respectivas autoridades hayan saludado con entusiasmo la novedad electoral en Colombia.

El exguerrillero y su compañera de fórmula Francia Márquez parecen tener más empatía con el chileno Gabriel Boric. El joven mandatario chileno ha sido hasta el momento el que con mayor énfasis ha señalado los déficits democráticos en la isla, Venezuela y Nicaragua, frente al silencio de los demás. Pero quizá su punto de mayor convergencia con Petro pasa no solo por la necesidad de dar respuesta a los problemas sociales y el rol del Estado. La cuestión ambiental es para ambos un punto de especial relevancia.

Un debate pendiente

La fiesta de la victoria electoral de Petro devino una curiosa plataforma de discusión con sus futuros colegas. El mandatario electo llamó a "los progresismos latinoamericanos" a debatir cómo enfrentar un futuro amenazado por el cambio climático. El petróleo representa cerca del 10% de los ingresos en Colombia. Para Petro, es, no obstante, imperativo "dejar de pensar en la justicia social y la redistribución sobre la base de los altos precios del petróleo y el gas" porque "es insostenible para la existencia humana". Un mensaje que apunta claramente a México, Venezuela, Bolivia, Argentina y Brasil, en caso de que venza Lula, países que cifran parte de sus esperanzas desarrollistas en los hidrocarburos o en el monocultivo, en especial la soja, que degrada la tierra y promueve la deforestación, al igual que la ganadería extensiva.

"Propongo construir el futuro alrededor de la agricultura y las reformas agrarias y de la agroindustria, y el aprovechamiento del conocimiento". Lo que se necesita, remarcó Petro, "es una América Latina no extractivista". Curiosamente, esas palabras pasaron inadvertidas. Se prestó mayor atención al llamamiento a Estados Unidos a que colabore con la región en su marcha hacia una transición energética que, en rigor, muchos no tienen como horizonte.

El espejo chileno

El caso Boric pone a Petro frente a un dilema que es común a los otros presidentes: los límites que existen para materializar los programas electorales. La popularidad de Boric se ha derrumbado, en parte por una campaña sucia en las redes y, además por las altas expectativas que no puede cumplir. El aplauso de hoy puede ser el abucheo de mañana. La posibilidad, a estas alturas cierta, de que la nueva Constitución sea rechazada en la consulta popular del 4 de setiembre supondría un severo traspié para el Gobierno de izquierda. Al igual que los empresarios chilenos, los hombres de negocios colombianos han comenzado a insinuar, pocas horas después de las elecciones, que el plan de Petro es irrealizable. Fernández, en una Argentina que tiene tantos pobres como en Colombia, un 40%, también ha probado la misma medicina de la imposibilidad, agravada por el fuerte endeudamiento externo y el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Los encuestadores creen que en 2023 ganaría otra vez la derecha, con lo cual, de cumplirse el pronóstico, el mapa político regional volvería a modificarse en uno de sus enclaves nodales.

Si algo comparten los progresismos en general es la apertura a los negocios con China. Durante los primeros tres meses del 2021 el comercio se incrementó un 45,5% y alcanzó 331.880 millones de dólares. Esa es la principal inquietud de Washington, no los ocasionales giros hacia la izquierda lejana a toda estridencia.

Compartir el artículo

stats