Entre las misiones que Joe Biden encargó al llegar a la Casa Blanca a la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, ninguna es de más envergadura que la de abordar la crisis de migración de población de Centroamérica, y especialmente del llamado Triángulo Norte que componen Guatemala, Honduras y El Salvador. En los 15 meses transcurridos desde entonces los esfuerzos de Harris no han dado demasiados frutos, al menos evidentes, y han dejado más eco algunos desaciertos, como el mensaje de “no vengan” que Harris lanzó en su primera visita a la región. Este martes, en cualquier caso, la vicepresidenta asumía la también compleja misión de tratar de encauzar la Cumbre de las Américas, una cita que ha nacido maltrecha y más marcada por polémicas sobre asistentes que por el contenido.

En Los Ángeles, donde se celebra la novena edición de este cónclave que se reunió pro primera vez en Miami en 1994, Harris anunciaba una inversión de 10 empresas del sector privado estadounidense de 1.900 millones de dólares en el Triángulo Norte. Sumados a 1.200 millones ya comprometidos por decenas de otras compañías a finales del año pasado, elevarán hasta cerca de 3.200 millones el total del gasto privado en la zona, con el que se trata de mejorar las condiciones laborales y de vida de los centroamericanos para disuadirles de emigrar hacia el norte.

Entre las inversiones detalladas por la Casa Blanca están, por ejemplo, una de 700 millones de Millicom para expandir las redes de móvil y banda ancha en el Triángulo Norte. Visa, por su parte, destinará 270 millones en cinco años a promocionar el pago digital y dos fabricantes de ropa, San Mar y Gap Inc, gastarán respectivamente en los tres próximos años 500 y 150 millones de dólares para aumentar la producción en Centroamérica, creando potencialmente cerca de 9.000 puestos de trabajo.

Harris también tenía en la agenda la presentación de un programa de empoderamiento con el que se tratará de impulsar la conexión de 1,4 millones de mujeres centroamericanas a los sistemas financieros y a la economía digital, así como un programa de formación para medio millón de adultas y jóvenes.

Ausencias

Sobre ese mensaje de inversiones se esfuerza en volver el foco la Casa Blanca. Intenta así dejar atrás las controversias que han rodeado y deslucido una cumbre en la que Biden estará a partir del miércoles pero en la que numerosos países no estarán representados por sus jefes de estado sino por delegaciones.

En la mayoría de los casos, y en algunos destacados como el del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, esas ausencias son expresión de protesta por la decisión de Washington de no invitar a Cuba, Venezuela y Nicaragua. Es algo que la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karin Jean-Pierre, dijo el lunes que obedece a la posición de Biden de que “no cree que se deba invitar a dictadores”. Pero sobre la decisión planea también el peso de la política nacional y electoral, con la vista siempre puesta en Florida. Y el resultado final es que los máximos responsables políticos de México y de todo el Triángulo Norte, países clave en la cuestión migratoria, no están presentes en Los Ángeles.

 Algunas de esas ausencias, como la de la presidenta hondureña, Xiomara Castro, son además significativas de las dificultados de Harris en la relación con países donde Washington también señala a la corrupción, la violencia o la situación de las mujeres. Harris había hablado personalmente con Castro por teléfono recientemente pero no ha logrado que acuda a la cumbre.

Lluvia de críticas 

Las críticas sobre la cita, y sobre la política exterior de la Administración Biden hacia Latinoamérica, han sido constantes. La semana pasada Dan Restrepo, que fue asesor de Obama, aseguró en un artículo de opinión en el 'Los Angeles Times' que “la Cumbre de las Américas es un foro con fallos fatales”. Y Michael Shifter, expresidente del laboratorio de ideas Diálogo Inter-americano de Washington, le ha dicho al rotativo que “los problemas con la cumbre se pueden también atribuir al lamentable estado de la política estadounidense y la región”.

 También en el diario angelino Brett Bruen, que sirvió en la Casa Blanca de Barack Obama y critica frecuentemente a Biden, ha dicho que el cónclave es “un desastre sin paliativos para la diplomacia estadounidense en nuestro propio hemisferio”. El experto ha tildado de “vergüenza nacional” tanto el caos sobre las invitaciones como la falta de anuncios sobre metas concretas que se vayan a presentar y ha asegurado que lo ocurrido refuerza la impresión de que la zona no es una prioridad para la Casa Blanca.

Migración y China 

Biden, según han avanzado fuentes de la Administración, va a plantear en su presencia en la cumbre varias iniciativas, incluyendo una propuesta de marco económico para lidiar con temas como vulnerabilidades en las cadenas de suministro o una reforma del Banco Interamericano de Desarrollo, así como una nueva alianza climática y energética con países del Caribe. También presentará una propuesta migratoria, en la que España puede jugar un papel importante, pero no se han adelantado los detalles.

Sin acuerdos comerciales específicos, en cualquier caso, algunos observadores y expertos ven a Washington cada vez más debilitado en la región frente a China. Benjamin Gadin, analista de Latinoamérica en el Centro Wilson, le ha declarado a 'Politico' que “tanto bajo la Administración de Donald Trump como la de Biden EEUU ha ofrecido pocas alternativas a la financiación de infraestructuras” que Pekín está realizando en la zona. Y el Council on Foreign Relations ha recordado que China ya es el principal socio comercial de Sudamérica y el segundo para toda Latinoamérica, donde además está intensificando la cooperación en materia de tecnología, seguridad y cultural con diversos países.