El poeta Blas de Otero fue en un tiempo, como muchos de los intelectuales españoles que afrontaron el fascismo poniéndose radicalmente en el otro lado, un animado seguidor del comunismo chino. En ese entonces fue cuando escribió un poema muy breve que algunos no nos hemos quitado de la cabeza. Decía “Me fui a China/ a orientarme un poco”

Planteado como un ingenioso juego de palabras, lo cierto es que no fue exactamente una orientación lo que produjo China en el mundo, como viene a corroborar el impresionante testimonio que ha sido la reciente novela de Juan Gabriel Vásquez, 'Volver la vista atrás', en la que se cuenta de primera mano, y de viva voz, la historia que vivieron en China los hermanos Sergio y Marianela Cabrera como adolescentes a los que sus padres quisieron fieles soldados de Mao. 

Ese libro, publicado por Alfaguara recientemente, ha tenido un éxito inmediato porque es gran literatura y porque, además, quita la última venda que blindaba el pasado chino como vía al entendimiento de la vida y del mundo. 

Pero es cierto que muchos intelectuales y políticos españoles y mundiales miraron a China como el talismán de un conocimiento y de una esperanza que eran falaces o vacíos. Ahora hemos de recurrir a intelectuales, personas, pero no partidos, para tratar de entender lo que no es tan fácil de poner en su sitio. Una de las cabezas de la intelectualidad internacional a la que este cronista se refiere cada vez que algo parece manchado por una nebulosa inextricable es la de David Rieff, norteamericano de 1952, autor de libros sobre Cuba, sobre Bosnia, sobre el humanitarismo, cuyos títulos se completan con dos que sirven para entender controversias recientes, como 'Contra la memoria' o 'El oprobio del hambre'. Además, ha dedicado una emocionante atención a la recopilación de las obras de su madre, Susan Sontag, que en aquella época de Blas de Otero también nos orientó a muchísimos sobre las incertidumbres de la humanidad, aunque en ningún caso se acercó a lo que significaban aquellos versos del poeta vasco.

Hace un año tuve la oportunidad de entrevistar a Rieff, que entonces nos ilustró sobre las consecuencias del momento más oscuro que vivía el mundo cuando la pandemia parecía un ejército contra todos. Entonces le envié un mensaje para saludarle. “Te saludo desde una ciudad soleada y triste”. Este lunes era un día igualmente soleado y triste en Madrid y, por lo que vi a través de Skype, en Nueva York había parecido cielo, pero en el mundo, marcado por una guerra real y simbólica del desastre, la vida mantiene el color de la tristeza. He aquí lo que hablamos con un intelectual que abraza el pesimismo con toneladas de lucidez.  

¿Cuál es su estado de ánimo ante lo que le está sucediendo al mundo?

Puede ser que yo tenga una perspectiva menos angustiante, en el sentido de que yo siempre he sido un pesimista y los desastres no me sorprenden. Lo que me sorprende son las buenas noticias. Bueno, ¿qué podemos decir de los últimos dos o tres años? Primero, el regreso de las pandemias, por primera vez de manera muy seria, desde 1918, es decir, un siglo. Todos los científicos que conozco dicen que las pandemias serán algo constante para la Humanidad. Respecto a las guerras entre Estados, parecía que se habían acabado en 1945. Luego ha habido guerras civiles, la de Yugoslavia… pero es que ahora parece que estamos viviendo en 1916. La ofensiva rusa contra Ucrania es como de esa época. Es decir: hemos regresado a un pasado que pensábamos que se había terminado. Y vemos que, de los años 70 del siglo pasado hasta hace poco, sólo estábamos en una pausa. Lo veo así. Pero, ya te lo he dicho, yo soy un pesimista. Y eso no me sorprende. Me asusta, que es otra cosa. Creo que es el momento más peligroso desde la crisis de los misiles en Cuba. Ahora parece que el ejército ruso ha cometido varios errores, creían que iban a llegar a Kiev en tres días y mira lo que ha sucedido. Pero Rusia no aceptará la derrota y… no sé: ahí están sus armas nucleares y sus armas químicas. ¿Las usarán? Ojalá que no. Pero no estoy seguro. 

El pasado no se repite con exactitud. Pero la tragedia es la constante en la vida humana a lo largo de la Historia

¿Siente miedo? ¿Siente que el pasado nos vuelve a visitar?

No el pasado, no exactamente. El pasado no se repite con exactitud. Pero la tragedia es la constante en la vida humana a lo largo de la Historia. Sabemos perfectamente que la vida es trágica. No hay que ser Unamuno, o no sé quién, para saber que en nuestras vidas hay que pasar por cosas horribles. Creo que en las últimas décadas hemos tenido mucho optimismo sobre la vida pública, sobre la Historia. Pero resulta que había una grieta entre nuestras ideas sobre la vida privada y nuestras ideas utópicas sobre el desarrollo histórico. En este momento nos estamos enfrentado a la tragedia. Hay que decir que es un problema, sobre todo, europeo y estadounidense. Porque una persona que vive en Mali o en Venezuela pensará que no es nuevo que las cosas vayan mal. Bueno, ante esto, tal vez la generación de nuestros abuelos hubiera pensado: ¿otra guerra?, sí, es así cada cierto número de años. Pero nosotros pensábamos que habíamos logrado un paraíso en términos históricos.

Se acabó el paraíso. O, por lo menos, se ha detenido. 

Se acabó el paraíso. Se acabó lo que pensábamos que era normal.

No simpatizo mucho con la actitud de la Unión Europea: recibe a los ucranianos pero rechaza a otros inmigrantes y refugiados

Por lo menos nos queda la solidaridad. 

Hay una gran solidaridad con Ucrania, sí. A ver si esa solidaridad logra rescatar a los ucranianos. Pero yo no simpatizo mucho con la actitud de la Unión Europea: recibe a los ucranianos pero rechaza a otros inmigrantes y refugiados. Tenemos el derecho de tener sentimientos más importantes para nuestros vecinos, sí. Pero, ¿qué pasa con los demás? ¿No existen? Hemos pensado que el principal asunto de la guerra es el asunto humanitario, pero a Auschwitz nunca lo hubiéramos descrito como una crisis humanitaria. Hubiera sido inmoral describirlo como una crisis humanitaria. Era mucho más, era gravísimo. ¿Esta guerra terminará en unos meses? Quién sabe, todavía es difícil ver la posguerra y cómo vamos a entendernos con los rusos. Por si fuera poco, el comercio mundial, la alimentación global sufrirá. Estamos en aguas peligrosas. 

En este drama hay dos contendientes: Biden y Putin. Para usted, ¿qué papeles están jugando ellos?

Yo no entiendo la decisión de Putin, me parece algo autodestructivo. Hace tres meses, los finlandeses no pensaban en la OTAN. Ahora parece que el 70% de los finlandeses quieren formar parte de ella. Lo mismo pasa con Suecia. Polonia simpatizaba un poco con Rusia y ahora está ayudando de manera extraordinaria a evacuar a los refugiados ucranianos. O sea: el resultado para Putin es muy malo, ahora tiene una Rusia más debilitada. Los chinos tampoco lo apoyan con contundencia. Rusia será más pobre, con un ejército herido, literal y metafóricamente. ¿Serán dueños de una Ucrania destruida? ¡Qué victoria es esa! No entiendo la política de Putin. Es posible que sus asesores le hayan mentido o no lo sé. Y Biden… Biden tiene mucha impopularidad entre los estadounidenses, posiblemente pronto los republicanos van a controlar una de las cámaras y, si llegan a controlar las dos, la de diputados y senadores, 'finita la comedia', como dicen los italianos. Hay inestabilidad ideológica, Biden no tiene éxitos legislativos, hay una inflación tremenda… todo eso afecta a la mayoría de los estadounidenses y votarán contra el Gobierno, no a favor de la oposición. De todas maneras, en Estados Unidos la política internacional, pues… Mira: ¡ahora se está negociando con Venezuela! Para mí los que granarán con esta guerra son Boris Johnson y Nicolás Maduro. ¡Putin los ha rescatado a ambos!

Skype tiene una característica: te despides y la cámara se cierra automáticamente. Así que las predicciones de Rieff se quedan en la memoria como una premonición que contiene enormes dosis de abismo.