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El desafío ruso

El ruido de sables nucleares de Putin

Rusia podría tener 2.000 armas "tácticas", menos potentes que la de Hiroshima, pero que en situaciones de crisis las hace aún más peligrosas

Lanzamiento de un misil.

"La perspectiva de un conflicto nuclear, una vez impensable, vuelve a entrar en el ámbito de lo posible". La frase combinando la preocupación con la advertencia la lanzó hace semanas ya el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres. También entre gobernantes, líderes militares, analistas y académicos dominan las alertas y la inquietud, así como las incógnitas, sobre el manual atómico y para el uso de armas químicas y biológicas que está siguiendo o puede llegar a seguir Vladímir Putin en la guerra que ha lanzado en Ucrania.

Expertos consultados para este artículo creen que el riesgo de empleo de armas nucleares por parte del Kremlin es "extremadamente bajo" o "aún muy lejano". La Administración de Joe Biden no ha cambiado su "postura nuclear", según confirmaba esta misma semana el asesor de seguridad nacional, Jake Sullivan, aunque aseguraba también que hay "monitorización constante para esa contingencia".

Más generalizada es la preocupación ante un potencial uso de armas químicas o biológicas, así como por el de compuestos químicos y armas no convencionales, en parte dado a que Rusia está desplegando el mismo patrón de desinformación con el que envuelve desde hace tiempo sus violaciones de las convenciones internacionales. Y aunque algunos de los expertos también creen que es una opción demasiado arriesgada para el Kremlin, Estados Unidos y la OTAN, como se anunció el jueves, ya han empezado a dar pasos para prepararse y ayudar a Ucrania a equiparse defensivamente ante lo que sería una escalada de consecuencias impredecibles por la que se ha prometido que Rusia enfrentaría "consecuencias muy severas".

La doctrina y las armas nucleares "pequeñas"

Putin ha recordado repetidamente que Rusia es una "potencia nuclear". Tres días después de empezar la invasión de Ucrania ordenó poner las fuerzas nucleares en "régimen especial de alerta de tarea de combate", aunque puede ser una orden burocrática en un país donde, según ha explicado Kristin Ven Bruusgaard, del Oslo Nuclear Project, hay tres maletines nucleares (que tienen el presidente, el ministro de Defensa y el jefe del Estado Mayor y donde se cree que hacen falta al menos dos para un lanzamiento). Y esta semana Dmitri Peskov, el portavoz del Kremlin, aseguraba en una entrevista en CNN que "si hay una amenaza existencial" para Rusia el arsenal nuclear podría ser usado de acuerdo a su "concepto de seguridad nacional".

Esa doctrina nuclear rusa se planteó en 2017, cuando Moscú estipuló que en un conflicto podrían llevar a cabo una "demostración de preparación y determinación para emplear armas nucleares no estratégicas". Y se asentó con más claridad en 2020, con una orden ejecutiva en la que se deletreaban las cuatro condiciones bajo las que podrían usar sus armas atómicas.

La mención de Peskov a las armas "no estratégicas" es importante. Este lunes 'The New York Times' recordaba que los arsenales nucleares tanto de Rusia como de EEUU han evolucionado hacia esas cabezas, también llamadas armas "tácticas", que tienen menor potencia y son menos destructivas que la que se lanzó sobre Hiroshima. Y los críticos de esa carrera por armas más pequeñas, que no están reguladas por tratados internacionales de control, denuncian que está minando el tabú nuclear, crean la ilusión de menor destrucción y hacen las situaciones de crisis aún más peligrosas.

Rusia podría tener 2.000 de esas armas según los cálculos de Hans Kristensen, director del proyecto de información Nuclear de la Federación de Científicos Americanos citados por el 'Times' y EEUU tiene desplegadas unas 100 en Europa.

Mientras Washington no las usa en sus ejercicios militares, Rusia sí empezó a hacerlo, transformando además el papel defensivo que les daba en los 90 con uno ofensivo, algo que coincidió con la recuperación de la fuerza del Ejército y la modernización del arsenal y se enmarcaría en su doctrina de "escalar para desescalar". E imágenes de satélite mostraron que se han desplegado tanto en la frontera de Rusia con Ucrania como en Bielorrusia (que cambió su Constitución en diciembre para permitir a Moscú desplegar armas nucleares tácticas en el país) Iskander-M, una lanzadera móvil que puede disparar con alcance de unos 500 kilómetros dos misiles que pueden llevar bombas con un tercio de la capacidad de la de Hiroshima (aunque también pueden llevar cabezas no nucleares).

Amenaza disuasoria y propaganda

Gregory Koblentz, profesor en la Universidad George Mason, donde dirige el Programa de Biodefensa, estima "extremadamente bajo" el riesgo de que Moscú use armas nucleares en este conflicto y ve los acontecimientos en Ucrania "lejos de las condiciones que harían una opción verosímil o posible para Putin". En una entrevista telefónica opina que el Kremlin está haciendo "ruido de sables nucleares" por varios motivos: como "una amenaza implícita de que no tolerarán cierto nivel de intervención militar en el conflicto" y como "propaganda política nacional". Putin buscaría, según él, "ayudar a reasegurar a sus ciudadanos de que Rusia sigue siendo una gran potencia porque tienen armas nucleares y es un Estado fuerte", y trataría de ocultar "que su Ejército ha sido avergonzado por el mucho más pequeño ucranio".

Su valoración coincide en buena parte con la que presentó la semana pasada ante el Congreso estadounidense el lugarteniente general Scott Berrier, que dirige la Agencia de Inteligencia de Defensa. En un informe de 67 páginas sobre amenazas mundiales se avisa de que "conforme esta guerra y sus consecuencias lentamente debilitan la fuerza convencional rusa, Rusia probablemente cada vez se apoyará más en disuasión nuclear para señalar a Occidente y proyectar fuerza tanto a audiencias internas como externas".

Koblentz opina también que "las diferencias entre armas atómicas pequeñas o grandes no son importantes en este contexto" y asegura que "las consecuencias físicas de un arma nuclear más pequeña serían menores, pero las implicaciones políticas y diplomáticas serían igualmente monumentales". Es el factor también por el que no ve como una gran amenaza en este momento la posibilidad de que que el Kremlin use armas químicas o biológica. "Sería contraproducente para ellos", afirma, aunque sí ve la posibilidad de que se realice, como han advertido agencias de inteligencia y gobiernos de varios países, una "operación de falsa bandera".

Armas químicas o biológicas

Para Yong-Bee Lim, un experto en biodefensa del Consejo de Riesgos Estratégicos, que coincide en pensar que "estamos al menos por ahora bastante lejos de tener que considerar el peligro nuclear", sí es mayor la preocupación ante el potencial uso de esas armas químicas y biológicas. Y recuerda que "Rusia tiene una excepcionalmente larga historia de romper o tensar las regulaciones de las que se considera parte, como la Convención de Armas Biológicas que firmaron en 1972 o la de Armas Químicas".

Milton Leitenberg, del Centro para Estudios internacionales y de Seguridad de la Universidad de Maryland, destaca la campaña de desinformación lanzada por el Kremlin, y apoyada por China, sobre los supuestos laboratorios de armas químicas en Ucrania. "La desinformación es parte de la política nacional e internacional de Rusia y no es trivial porque lidiamos con armas de destrucción masiva y si haces alegaciones falsas minas las normas y los tratados internacionales", dice por teléfono.

El veterano especialista no cree que Rusia vaya a usar Novichok (el agente químico con que se envenenó a los Skripal y a Alexei Navalni), o gas sarín como hizo Bashar al Asad en Siria, ni que el Kremlin vaya a hacer lanzamientos de agentes químicos desde helicópteros. "Si lo hacen será sobre el terreno, utilizando a gente del Donbás o unidades especiales del GRU (el servicio de inteligencia militar ruso)", opina. Y estima que es "más probable" que usen amoniaco o compuestos industriales civiles, algo que también se atribuiría falsamente a Ucrania, como ya se ha empezado a hacer tras una fuga de amoniaco.

También Koblentz recuerda que los casos de Navalni y Skripal fueron operaciones clandestinas, y la situación ahora para Rusia sería muy diferente con la atención mundial puesta en Ucrania. Además, recuerda que los agentes químicos y biológicos son "armas de terror psicológico". "Desafortunadamente, ya hemos visto el uso de bombas de racimo, de armas termobáricas... Rusia tiene suficiente otro arsenal que puede usar para aterrorizar a los civiles ucranios, no veo en este momento la motivación para que escalen al uso de armas químicas para ese propósito", añade.

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