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Libertades en retroceso

'Ovsiannikova & Ajmátova; Putin & Stalin', por Ernesto Ekaizer

Marina Ovsiannikova habla con los periodistas a su salida del juzgado, este martes.

Marina Ovsiannikova, cuando terminas de leer las 154 páginas del libro de Eduardo Jordá 'Anna Ajmátova' (Ediciones Zut), te evoca la situación que la gran poeta rusa (Odesa, 1889-Moscú, 1966) vivió en la URSS de Stalin. Y también las evocan, claro, las asociaciones feministas rusas que se manifiestan contra la invasión rusa de Ucrania.

Marina es la productora y periodista del Canal 1 de la televisión estatal rusa que irrumpió con gritos de "Stop a la guerra. No a la guerra" el pasado lunes por la noche en el set del programa de noticias 'Vremya' (Tiempo) de mayor audiencia. Exhibía a espaldas de la presentadora un cartel firmado por "Rusos contra la guerra", en el que se leía en ruso y en inglés: "No crean la propaganda. Les están mintiendo". La locutora, siguiendo indicaciones del estudio, levantó la voz para tapar sus proclamas, sin éxito, hasta que, finalmente, el canal optó por poner un espacio grabado.

La periodista difundió antes un vídeo pregrabado en el que manifestaba "sentir vergüenza" por trabajar en el Canal 1 difundiendo "propaganda del Kremlin".

"Ahora estoy muy avergonzada. Avergonzada de contar mentiras desde la pantalla de televisión. Avergonzada de favorecer la 'zombificación' del pueblo ruso".

Exhibía un lazo en el cuello azul y amarillo con la bandera ucraniana. "Mi padre es ucraniano y mi madre rusa. Lo que está pasando en Ucrania es un crimen y Rusia es la agresora. La responsabilidad de esta agresión yace en las espaldas de Vladímir Putin. Tenemos el poder de frenar esta locura. Vayan a las manifestaciones. No tengan miedo de nada. No pueden encarcelarnos a todos".

Entre 3 y 15 años de cárcel

Marina ha sido arrestada inmediatamente. Y se juega entre 3 y 15 años de cárcel. El pasado 3 de marzo, un grupo de diputados de la Duma (Cámara baja del Parlamento) propusieron enmiendas al Código Penal ruso para criminalizar la información falsa deliberada sobre el Ejército ruso. El 4 de marzo fueron aprobadas por ambas cámaras y firmadas por Putin para su entrada en vigor el 5 de marzo.

Según el nuevo artículo 207.3 del Código Penal, "la difusión pública de información deliberadamente falsa sobre el uso de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa y actos públicos dirigidos a desacreditar a las Fuerzas Armadas en orden a proteger los intereses de Rusia y de sus ciudadanos, manteniendo la paz y seguridad internacional" conducirá a diferentes grados de castigo desde multas a encarcelamiento.

La nueva ley prevé 3 años de prisión para aquellos que fabriquen informaciones falsas ('fake news)' sobre el Ejército y de 5 a 10 años si quien las difunde utiliza una posición oficial en un grupo u organización a través de las redes sociales. Finalmente, si quien distribuye la información falsa provoca "consecuencias sociales peligrosas" pueden enfrentarse a 15 años de cárcel. Se castiga, asimismo, el descrédito del Ejército que supone definir como "invasión" y "guerra" la llamada "operación militar especial" que ha lanzado Putin.

El artículo 58

El 207.3 recuerda al célebre artículo 58 del antiguo Código Penal soviético. No deja de ser interesante reproducir el relato que pone el escritor Eduardo Jordá en boca de Ajmátova.

"Ósip Mandelstam [gran poeta ruso muerto nacido en Varsovia en 1891 y muerto en un campo de internamiento próximo a Vladivostok en 1938] estaba muy indignado por lo que había visto en Crimea y en el sur de Ucrania durante la Gran Hambruna (de la que, como es natural, no se hablaba en la prensa soviética). Un día nos leyó en su apartamento el famoso 'Epígrama contra Stalin'. Cuando se lo oí recitar me quedé de piedra... Nunca había oído nada igual.

Sus dedos gruesos como gusanos, grasientos

y sus palabras como pesados martillos, certeras

Sus bigotes de cucaracha parecen reír

y relumbran las cañas de sus botas.

Un poema escrito podía ser considerado "actividad antisoviética", y esos delitos (junto con la alta traición, el espionaje, el sabotaje y el terrorismo) estaban incluidos en el terrible artículo 58 de nuestro Código Penal. Los condenados por el artículo 58 podían recibir penas muy severas, incluida la "medida suprema", es decir, la pena de muerte. Oficialmente, la pena de muerte había sido abolida de nuestra Constitución -éramos un país "humanista"-, pero los delitos incluidos en el artículo 58 eran competencia de los tribunales militares y de la Sección Especial de la policía (por desgracia he tenido que aprenderme muy bien los intríngulis de esta pesadilla burocrática). Y esa jurisdicción especial sí que podía aplicar la "medida suprema".

Yo estaba en el apartamento de Mandelstam, en mayo de 1934, cuando los chequistas [policía política] fueron a detenerle. Por lo visto, algunos de los que habíamos oído recitar el poema contra Stalin corrió a denunciarlo. Nadie que no haya vivido una situación así podrá imaginar lo que significa eso...

En 1936, Yezhov [Nickolái] sustituyó a Yagoda [Guénrij] al mando de la policía secreta -o Comisariado de Interior- y empezaron las Grandes Purgas [Los procesos de Moscú]. A partir de ese momento, nadie pudo sentirse seguro en ningún lugar de la Unión Soviética. Todo el mundo era sospechoso de haber cometido un delito comprendido en el artículo 58. Todo el mundo era un posible traidor. El propósito de Stalin era evidente: todo el mundo debía sentir miedo, mucho miedo. En la Alemania nazi te condenaban por ser judío o por ser homosexual o por ser comunista, pero los ciudadanos que obedecían al Führer podían vivir tranquilos. En la Unión Soviética nadie podía sentirse tranquilo por muy obediente que fuera. Entre nosotros se podía condenar al comunista más ejemplar del mundo por una acusación disparatada obtenida bajo tortura. Y aquí cualquiera podía ser enviado al Gulag o ser ejecutado si alguien le acusaba de haber querido asesinar a Lenin en 1918.

Los Madelstam [Ósip y su esposa Nadezhda] como todos los condenados por el artículo 58 tenían prohibido vivir en una ciudad importante, así que tenían que alojarse en pequeñas poblaciones que estuvieran a más de 105 kilómetros de Moscú...".

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