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Malí, ¿un nuevo Afganistán?

La salida de las fuerzas francesas, la falta de entendimiento de Europa con la junta militar que mueve los hilos de Bamako y la resistencia del yihadismo dibujan un escenario ya repetido en Oriente Medio

Assimi Goita toma posesión como presidente de transición en junio de 2021 en Bamako tras comprometerse a convocar elecciones en febrero de este año. | | HADAMA DIAKITE / EFE

El anuncio de la retirada de Malí de las fuerzas francesas y europeas medio año después de la salida de Estados Unidos de Afganistán marca un punto de inflexión en las operaciones militares occidentales en el extranjero y subraya la evidencia de dar prioridad a la intervención local.

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, ya había avanzado en junio su intención de transformar la operación antiterrorista francesa Barkhane en una de apoyo. La falta de cooperación de la junta militar que gobierna Bamako desencadenó que el jueves se optara por una salida militar del país.

«No se trata de un fracaso y menos aún de una humillación porque no ha habido ninguna derrota de las fuerzas francesas desde el inicio de la implicación en Malí en 2013 y siempre hemos dicho que la respuesta militar nunca sería suficiente para solucionar la crisis», alega el coronel Pascal Ianni, portavoz del Estado Mayor del Ejército.

Pero el cierre entre los próximos cuatro y seis meses de las bases francesas en Gossi, Menaka y Gao y la reorganización de las operaciones en el Sahel para adaptarse a la evolución de la amenaza terrorista y a las necesidades de otros países de la zona evidencian los límites del despliegue en suelo ajeno.

«No se ha podido conseguir que el Estado maliense transformara los éxitos tácticos en una victoria política», subraya el coronel Ianni, que, al igual que Macron, achaca la responsabilidad a las autoridades que están al frente de Malí desde del golpe de Estado de mayo de 2021, el segundo en menos de un año.

Su análisis evita establecer comparaciones entre lo sucedido en Malí y en Afganistán.

«El régimen talibán fue derrocado por Estados Unidos en 2001 y los grupos armados en Malí nunca han ejercido el poder ni tenido esa representación política. Además, Francia, la UE y la comunidad internacional siguen plenamente comprometidos con la lucha antiterrorista en el Sahel y África occidental. No se trata de una salida completa».

La ministra francesa de Defensa, Florence Parly, explicó el viernes que los movimientos terroristas se están extendiendo hacia el sur, a «la frontera norte de Costa de Marfil, Benín», y por ello Francia trabajará con países en los que ya tiene una presencia militar y otros en los que no pero donde desarrollará colaboraciones.

«El modelo elaborado después del 11 de septiembre de 2001, el de intervenciones para reconstituir políticamente un Estado y destruir grupos terroristas, ha mostrado su incapacidad para ofrecer resultados políticos duraderos», explica el analista Elie Tenenbaum.

Para el director del Centro de Estudios de Seguridad del Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI), es «el fin de la era de las grandes intervenciones militares contra el terrorismo».

«Lo que habrá son pequeños despliegues que insistan en la formación, la colaboración y el acompañamiento, más que en una acción militar unilateral. La crisis en Malí muestra que no podemos seguir haciendo las cosas de esa manera», agrega el experto.

El coronel del Estado Mayor francés admite que un ejército extranjero se acaba viendo «como una fuerza de ocupación».

Francia tiene ahora en el Sahel unos 4.600 militares, de ellos unos 2.400 solo en Malí. Con el cambio de estrategia, que trasladará el corazón de su acción a Níger, en la llamada zona de las tres fronteras, aspira a quedarse con entre 2.500 y 3.000.

«Ahora hay un proceso de diálogo entre africanos y europeos para reflexionar y construir el futuro dispositivo con los socios del Sahel y de África. Ellos van a decirnos lo que necesitan y nosotros responderemos de manera colectiva. Por eso no hay ya un documento con lo que haremos dentro de seis meses», apunta el coronel Ianni.

De alguna manera, agrega el director del Centro de Estudios de Seguridad, «todo empieza de nuevo».

A corto plazo, no obstante, se abren en Malí nuevos desafíos: «El primero es logístico, de movimientos terrestres y aéreos para evacuar el material. El segundo, puramente táctico y de seguridad. Mientras se dan esos movimientos logísticos, será necesario combatir a los terroristas para preservar la libertad de acción», concluye el coronel.

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