Al menos 1.503 personas han muerto en Birmania a raíz de la brutal represión de las autoridades birmanas tras el golpe de Estado militar del que este martes se cumple un año, según los datos de una oenegé birmana. El sublevamiento, del 1 de febrero de 2021, ha sumido al país en una profunda crisis política, social y económica, y abrió una espiral de violencia con nuevas milicias civiles que han exacerbado la guerra de guerrillas que vive el país desde hace décadas.

La Asociación para la Asistencia de Presos Políticos (AAPP) en Birmania, que trata de verificar los decesos y detenidos en el país, informó a última hora del lunes de cuatro nuevos fallecidos, entre ellos dos menores, en el oriental estado Kayah. Según la oenegé, estas últimas víctimas mortales, con signos de tortura, fueron encontradas tras una serie de redadas realizadas por los militares en algunas poblaciones de la región. Con estos cuatro fallecidos se sobrepasa la barrera de los 1.500 muertos desde la asonada, aunque AAPP advierte en su comunicado de que "el número real de muertes es probablemente mucho mayor". AAPP también contabiliza 11.838 detenidos desde el golpe, de los cuales 8.835 aún permanecen arrestados y 661 han sido sentenciados a penas de cárcel por un tribunal, entre ellos la derrocada líder Aung San Suu Kyi.

La justicia birmana además ha condenado a la pena capital a 45 personas, incluidos dos menores, aunque todavía ninguno ha sido ajusticiado. El Ejército justifica el golpe por un presunto fraude masivo durante las elecciones generales de noviembre de 2020, cuyo resultado ha sido anulado y en las que el partido de Suu Kyi arrasó, como ya hizo en 2015, con el aval de observadores internacionales.