Mujer, judía, bisexual y antifascista. Podría ser la víctima más odiada de los supremacistas blancos, pero Talia Lavin decidió convertirse en su pesadilla. Durante casi un año la periodista estadounidense se infiltró en las comunidades digitales donde neonazis antisemitas varios comparten sus sueños húmedos de desatar una guerra racial en Estados Unidos que desemboque en un nuevo Holocausto.

Tras mirar directamente a los ojos de ese infierno ario, Lavin ha retratado su periplo en ‘La cultura del odio’ (Capitán Swing), un libro ampliamente aplaudido por la crítica por su capacidad para investigar y retratar con furia, descaro e incluso humor las personas que se esconden bajo ese submundo de violencia ultraderechista.

- ¿Qué te llevó a infiltrarse entre supremacistas?

Empecé a ver que no era un problema abstracto cuando trabajé en una agencia judía de noticias y vi como la mayoría del tráfico nos llegaba de webs neonazis. Tras la manifestación supremacista de Charlottesville de 2017 escribí mi primer artículo y recibí todo tipo de insultos. Me dijeron que el Holocausto no existía pero que deberían hacer uno para gente como yo. Si alguien trata de espantarte puedes huir, pero yo doblé la apuesta y decidí que la mejor forma de combatirlo era hacer que la gente conozca y entienda esos grupos.

- ¿Qué conclusiones sacas de tu tiempo ahí?

Pienso mucho en dos cosas. La primera es que aunque la gente crea que los supremacistas son perdedores sin trabajo ni vida, son gente totalmente normal que podrías encontrarte en el súper o en el cole de tu hijo. Ninguno de nosotros es inmune a la propaganda y cuanto más nos aferramos a los estereotipos menos entiendes el problema.

"Los supremacistas son gente normal que odia porque se repiten cada día que deben salvar la raza blanca"

La otra es que su odio se construye sobre historias. Hay gente que goza con la crueldad, pero la mayoría de ellos odian porque se repiten una historia para justificar sus acciones. Creen honestamente que la raza blanca es víctima de un ataque de los judíos y los negros y que sus acciones servirán para garantizar su futuro.

- Señalas que el odio al judío es inseparable del supremacismo blanco ¿Hasta qué punto la conspiranoia antisemita fundamenta el ADN de EEUU?

El antisemitismo es en gran parte nuestra herencia colonial de Europa, arrastramos los estereotipos que se crearon ahí hace siglos. El odio no es una isla, todo está conectado y el judío es el chivo expiatorio definitivo. Así, pueden creer que el movimiento por los derechos de los afroamericanos es obra de elites judías que buscan acoger a inmigrantes para mezclar las razas y perpetrar así un genocidio blanco. Para los supremacistas todo es una gran conspiración para la dominación judía.

- ¿Cómo están aprovechando la pandemia del covid para popularizar sus consignas?

Durante la peste negra (s. XIV) se culpó a los judíos de haber iniciado la plaga y eso llevó a pogromos con miles de asesinatos. Esa misma historia se recicla cada vez que hay una época de crisis. La pandemia ha causado una gran agitación, paranoia y miedo. Y, encerrados en casa, muchos han encontrado un camino hacia conspiraciones que dicen que las vacunas son para matarnos. Cuando tu vida está en riesgo es natural buscar a un culpable y los judíos han ocupado esa posición en el imaginario occidental.

"Para los supremacistas, el miedo causado por la pandemia es una ventaja para reclutar a gente"

Los supremacistas han visto en el covid un plan del gobierno judío para domesticar a la sociedad. Al infiltrarse entre los antivacunas han hecho que esos se acerquen a sus postulados. El miedo es para ellos una ventaja para reclutar a gente.

- ¿Hasta qué punto la retórica xenófoba y nacionalista de Trump alimentó a los supremacistas?

Los supremacistas aprovecharon la llegada de Trump para popularizarse. Trump ha facilitado que diferentes tipos de extremistas se infiltren en el Partido Republicano. Hay miembros del Congreso alineados con la insurrección, otros con los supremacistas y otros que están prohibiendo que en las escuelas haya libros sobre educación sexual. Eso es producto de Trump.

- ¿Su apoyo a la insurrección contra el Capitolio mejoró su percepción?

"Trump pasó de ser un aliado a ser considerado como otro esclavo al servicio de los judíos"

Muchos supremacistas piensan que la insurrección fue floja porque no terminaron el trabajo asesinando a los congresistas. Al principio pensaron que Trump les dejaría hacer sus pogromos tranquilos, pero después lo convirtieron en un esclavo de los judíos porque puso a Jared Kushner en la Casa Blanca y se alió con el sionismo de Israel.

- ¿Ven las elecciones de 2024 como una oportunidad para tratar de subvertir el sistema?

Hay muchas visiones distintas. La decepción con Trump llevó a algunos a rechazar la política y a abrazar el terrorismo. Otros han visto una oportunidad para centrarse en elecciones locales y estatales. Ahí es donde están llegando a tomar decisiones que impactan en la sociedad.

- ¿El supremacismo ha encontrado en la comunidad incel (célibes involuntarios) una fuente de captación para su causa?

Totalmente. Nos imaginamos a los incels como jóvenes feos y rechazados que nunca encontrarán el amor, pero realmente creen que las mujeres que no quieren tener sexo con ellos merecen morir. Ese extremismo antifeminista ha inspirado a muchos terroristas. También es una comunidad muy nihilista y donde se habla mucho de suicidarse. Con todo eso, se han convertido en un puente para que los supremacistas los recluten.

- Internet ha sido clave en el apogeo de la alt-right. ¿Qué importancia comunicativa tienen los memes, la ironía, la burla y la humillación de las víctimas en la propagación de su discurso?

"El humor les permite captar a jóvenes y ser un mecanismo de defensa cuando les acusan"

El humor está en el centro de su estrategia digital. Tiene una doble función: les sirve para atraer a hombres jóvenes y como mecanismo de defensa cuando se les acusa. Juegan a mofarse de la violencia, aunque sea de vídeos de afroamericanos siendo asesinados, y a hacer que parezcan bromas cuando están propagando un discurso de odio claro.

- También se han aprovechado del modelo digital para así monetizar su propaganda…

Ya en los años 80 los supremacistas usaron internet para radicalizar a gente sin exponerse y actuar en células terroristas. Es un grupo muy adaptado a la tecnología y ahora que les están prohibiendo usar métodos de pago tradicionales se están pasando al Bitcoin. Las redes sociales saben lo qué sucede en sus plataformas, pero les importan más sus beneficios que proteger a las víctimas. No tienen excusa.

- Dices que exponerte a grupos tan violentos y deshumanizantes te ha “deformado el alma”…

Escribir el libro fue como tomar ácido cada día, cuando te levantas y al ir a la cama. Te afecta porque se trata de humanos complejos como nosotros pero eso no los absuelve porque han elegido dedicar su vida a hacer que la de los demás sea peor, así que me lo tomé muy personalmente. Hay quienes dicen que los supremacistas tienen derecho a manifestarse aunque su objetivo sea la violencia. A mí me importa más el miedo de sus víctimas.

- Me sorprendió encontrar que en la primera página citas a Dolores Ibárruri, la Pasionaria. ¿Qué te atrae de su figura?

La Guerra Civil española es vista como un modelo de la solidaridad antifascista. El ‘No pasarán’ es un gran lema para recordarnos que no debemos ceder ni un milímetro a los fascistas.