Una piedra en el zapato de Emmanuel Macron cuando faltan menos de tres meses para las presidenciales. El mandatario francés se confronta a un incipiente frente social ante el malestar persistente del sector educativo. Tras la huelga multitudinaria del 13 de enero, los profesores vuelven a movilizarse este jueves con una nueva jornada de protestas y ya han anunciado otra para la semana que viene.

Pese a un seguimiento claramente inferior respecto al de la semana pasada —entonces hicieron huelga entre un 75% de los maestros, según los sindicatos, y el 38,5%, según el Ministerio de Educación—, la continuidad de las movilizaciones refleja que las concesiones hechas por el Gobierno no han calmado del todo la indignación por la gestión de la crisis sanitaria en las aulas.

La situación “caótica” tras la rentrée del 3 de enero “ha sido la gota de agua que ha colmado el vaso”, asegura a El Periódico de Catalunya Nelson Niermann, un profesor de alemán en un instituto cerca de Nancy que apoya las protestas. La multiplicación de casos a causa de ómicron —el miércoles hubo 465.000 positivos en Francia— ha convertido en casi una epopeya dar una clase en unas condiciones normales.

Polémicas vacaciones en Ibiza

La manera como el ministro Jean-Michel Blanquer anunció los nuevos protocolos en una entrevista publicada el domingo por la tarde en un medio privado, pocas horas antes de la vuelta a las escuelas, ya indignó a los trabajadores del sector. Las medidas además resultaron kafkianos y difíciles de cumplir. Cambiaron tres veces en una semana. Y a eso se le sumó la polémica reciente de las vacaciones de Blanquer en Ibiza, donde preparó estos protocolos erráticos.

Este viaje “ha resultado chocante en la opinión pública por lo que simboliza estar en Ibiza en un momento en que a padres y profesores se les pedía grandes esfuerzos para mantener los centros abiertos”, afirma Rodrigo Arenas, miembro de la FCPE, principal asociación de padres. Un grupo de activistas hizo este miércoles por la noche una performance bailando con bañador delante del Ministerio de Educación, en una imagen que recuerda las acciones burlescas de la semana pasada enfrente de Downing Street. Aunque el viaje de Blanquer no resulta comparable con la fiesta del primer ministro británico, Boris Johnson, el Ejecutivo francés hubiera preferido evitar esta polémica en un momento en que se degrada su imagen por la gestión de la pandemia.

“Estamos entre los peor pagados de Europa”

Tras el masivo paro de la semana pasada, el Gobierno anunció la distribución de 5 millones de mascarillas FFP2 en los centros y la contratación de 3.300 profesores en calidad de sustitutos. “Estamos organizando mejor las cosas”, defendió Blanquer el martes en la Asamblea Nacional. "El primer ministro Jean Castex nos prometió más mascarillas, pero no hemos recibido nada”, lamenta Niermann, quien se muestra escéptico sobre la voluntad del Ejecutivo de reclutar a estudiantes o docentes jubilados como reemplazantes. “La situación apenas ha mejorado. Los centros están abiertos, pero las aulas medio vacías”, critica Frederic Bezanilla, un profesor de secundaria en un instituto en la zona de Burdeos.

Además de la difícil situación en las aulas a causa de la pandemia —Francia es uno de los países europeos que más tiempo ha mantenido las escuelas abiertas—, el malestar de los profesores también se debe a la precariedad de la profesión. “Estamos entre los peor pagados de Europa. Hace 25 años, el salario de un docente equivalía a 2,4 veces el salario mínimo, ahora es solo el 1,3”, explica Bezanilla.

Tampoco sentaron bien en este sector las numerosas reformas impulsadas por Blanquer, entre ellas una profunda reorganización del bachillerato muy difícil de aplicar en los últimos años. “Se trata de un sentimiento de menosprecio general. No es nuevo, pero se ha visto acentuado por la manera en que el ministro intenta introducir nuevos métodos pedagógicos sin tener en cuenta la experiencia y las competencias de los docentes”, destaca André D. Robert, profesor emérito en la universidad Lyon-II y especialista en los movimientos de contestación en el sector educativo. Críticas a Macron por cuestionar las bajas tasas universitarias

En medio de este contexto crispado, no han sentado nada bien unas polémicas declaraciones de Macron sobre la universidad. “No podemos continuar mucho tiempo con un sistema en la educación superior que no tenga ningún precio para la casi totalidad de los estudiantes, en que un tercio de ellos reciben becas, pero haya tanta precariedad estudiantil y tengamos tanta dificultad para financiarlo”, declaró el presidente el jueves pasado, el mismo día de la huelga. “Cuando dice que no podemos mantener un sistema en que la universidad casi no tenga ningún coste, esto significa que está preparando un aumento de las tasas o incluso una privatización”, critica Mélanie Luce, presidenta de la UNEF, uno de los principales sindicatos estudiantiles. Pese a producirse a menos de tres meses de las presidenciales, estas movilizaciones en el sector educativo “no creo que tengan un gran impacto” en los comicios del 10 y 24 de abril, recuerda D. Robert. “La opinión política de los profesores suele ubicarse en la izquierda (…) y el estado actual de fragmentación de las fuerzas progresistas conlleva que difícilmente tendrá una traducción electoral”, sostiene este experto.