Una de las primeras tareas del año 2022 que tendrá sobre la mesa el Parlamento Europeo cuando se reúna a partir del 17 de enero en la capital alsaciana de Estrasburgo será la elección de su nuevo presidente. Tras dos años y medio en el cargo, el mandato de David Sassoli llega a su fin y ante la falta de una alternativa viable, los socialdemócratas han optado por dar un paso atrás y no pelear por el puesto. Esta decisión evita que el acuerdo político para repartirse la presidencia entre populares y socialistas salte por los aires a mitad de una legislatura difícil y muy particular, marcada por una pandemia que ha complicado enormemente la actividad legislativa y logística de la cámara.

La decisión del grupo de los Socialistas y Demócratas europeos (S&D) y de los liberales de Renovar Europa, el segundo y tercero con mayor peso en el hemiciclo, de no presentar un candidato al cargo despeja el camino a Roberta Metsola (Malta, 42 años), nominada por el Partido Popular Europeo (PPE) en noviembre pasado y gran favorita a sustituir a Sassoli. Los únicos dos grupos en presentar un candidato, al margen del PPE, han sido los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR en sus siglas en inglés) y la Izquierda Europea. 

El primero, en el que está integrado Vox, ha presentado al polaco del partido ultraconservador Ley y Justicia (PiS), Kosma Zlotowski. La izquierda, por su parte, ha nominado a la española Sira Rego. Ambos grupos cuentan con 64 y 39 eurodiputados respectivamente y, aunque ni socialistas ni liberales han confirmado su apoyo a la candidata del PPE -el principal grupo con 177 escaños- la falta de una alternativa clara hace bastante improbable que puedan poner en aprietos el futuro de Metsola. Antes de convertirse en una de las primeras eurodiputadas por Malta en 2013, esta abogada -graduada en el Colegio de Europa de Brujas, cantera de diplomáticos y altos funcionarios europeos- trabajó en la delegación maltesa ante la UE y fue asesora de la e jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton.

Postura sobre el aborto

Actual vicepresidenta primera de la cámara -sustituyó en 2019 a la conservadora irlandesa Mairead McGuinness cuando esta fue nombrada comisaria europea de servicios financieros y mercados de capitales- su designación ha suscitado muchas críticas en parte de la izquierda por su visión sobre los derechos reproductivos de las mujeres y su reiterada oposición al aborto, ilegal en su Malta natal. Pese a este evidente obstáculo, la maltesa, que representa al ala más progresista de los conservadores europeos, ha dejado una impresión positiva en otra parte de la bancada gracias a su talante negociador en política migratoria y su apoyo al colectivo LGBTI

Juega también a su favor el hecho de que es una mujer. La presidencia de la Eurocámara solo ha contado en su historia, hace más de veinte años, con dos mujeres al frente -la socialista francesa Simone Veil y la conservadora también francesa Nicole Fontaine- y muchos de sus colegas consideran que ha llegado la hora de pasar el testigo a una mujer procedente además de un país pequeño como es Malta, que junto con Luxemburgo o Chipre ostenta una de las delegaciones más pequeñas con solo 6 eurodiputados frente a los 59 de España, 76 de Italia o 95 de Alemania.

Traspasar a manos populares la presidencia del Parlamento Europeo permitirá salvar el pacto de legislatura cerrado hace dos años y medio aunque, al mismo tiempo, romperá el siempre difícil equilibrio en la cúpula de altos cargos europeos, negociado en julio de 2019, ya que los socialistas, que han recuperado terreno a nivel político y gobiernan en solitario o coalición en siete países de la Unión Europea, incluida la poderosa Alemania, perderían uno de los puestos clave de la UE. No presiden ni la Comisión Europea (Ursula von der Leyen, PPE), ni el Banco Central Europeo (Christine Lagarde, PPE), ni el Consejo Europeo (Charles Michel, liberales). Y de perder la Eurocámara en dos semanas -el voto está previsto el 18 de enero- solo mantendrán el cargo de Alto Representante para la Política Exterior de la UE, que ostenta el socialista español Josep Borrell

Examen socialista

Un revés importante para los socialistas que antes de decidir el sentido de su voto examinarán en audiencia a Metsola. “Queremos escuchar a la candidata del PPE porque algunos de sus puntos de vista son inaceptables para nosotros”, alegó en diciembre pasado la líder de los socialdemócratas, Iratxe García. “Esperamos compromisos y aclaraciones sobre algunas cuestiones importantes como los derechos de las mujeres, la justicia fiscal, el Estado de Derecho y la justicia social”, precisó. De ser elegida, Metsola, que se convertiría en la presidenta más joven de la Eurocámara, ha prometido mantenerse neutral en cuestiones como el aborto, pero está por ver si esta promesa será suficiente.

Y es que, además de negociar una agenda política más social que refleje las prioridades del grupo, los socialistas quieren arrancar a los populares la promesa de nuevos puestos en otras instancias del Parlamento Europeo que desequilibren la balanza a su favor.

Por ejemplo, más presencia en la mesa de la cámara con más vicepresidencias (de las 14 existentes el PPE tiene cuatro frente a tres los socialistas y dos los liberales) y cuestores -cargo responsable de asuntos administrativos o económicos- (actualmente tres el PPE, uno el PSE y uno los liberales) e incluso el cargo de secretario general. Un puesto de mucho peso, responsable de gestionar la maquinaria de la cámara, y en manos desde hace nada menos que 13 años del conservador alemán Klaus Welle. Si los socialistas logran imponer su nuevo peso político, el cargo podría ir a manos del socialista alemán Markus Winkler, secretario general adjunto y antiguo jefe de gabinete del expresidente de la Eurocámara, Martin Schulz.