Mano de hierro en las fronteras y manga (un pelín más) ancha en las finanzas. El presidente francés, Emmanuel Macron, detalló este jueves por la tarde sus prioridades durante la presidencia francesa de la Unión Europea. El país vecino asumirá este cargo rotatorio a partir del 1 de enero del año que viene. Aunque esta responsabilidad se solapará con la campaña de las presidenciales de abril, el dirigente ha prometido que será un periodo "útil" para que el club comunitario avance. En concreto, en dos ámbitos: la reforma del espacio Schengen y la regla del déficit público del 3%.

"Si debemos resumir en una frase el objetivo de esta presidencia, diría que debemos pasar de una Europa de la cooperación en el interior de nuestras fronteras a una Europa poderosa en el mundo, plenamente soberana, libre de sus decisiones y maestra de su destino", aseguró Macron en una de sus habituales frases grandilocuentes sobre política europea, aunque luego sus resultados en esta materia resultaron bastante más escuetos. En una rueda de prensa desde el Elíseo -un ejercicio al que no se libraba desde abril de 2019-, se defendió de utilizar la presidencia rotatoria con fines electorales. Pero advirtió de que seguirá tomando decisiones hasta "el último cuarto de hora" de su mandato.

"Proteger nuestras fronteras"

Por consiguiente, impulsará una reforma del espacio Schengen durante el primer semestre de 2022. "Proteger nuestras fronteras es una condición indispensable, tanto para garantizar la seguridad de los europeos como para afrontar el desafío migratorio y evitar dramas como los que hemos vivido", afirmó el dirigente centrista, refiriéndose a la reciente tragedia en el canal de la Mancha, donde murieron ahogados 27 migrantes y refugiados a finales de noviembre.

Esta medida comportará mecanismos para reforzar la seguridad y controles en las fronteras exteriores de la UE. Sobre todo, en aquellos países confrontados a una llegada creciente de migrantes, como sucedió recientemente en la frontera entre Polonia y Bielorrusia. También quiere avanzar en las negociaciones sobre el nuevo Pacto sobre la inmigración y el asilo, presentado el año pasado, pero cuya aprobación está encallada.

Contra la regla del 3% del déficit

Además, Macron propuso repensar las normas presupuestarias de la UE, especialmente la del déficit público del 3%. Fijada por el ortodoxo tratado de Maastricht de 1992, ha sido incumplida de manera habitual por Francia y también por Alemania a principios de los 2000, así como los países del sur (España, Grecia o Italia) tras la crisis de 2008. El hecho de estar "a favor o en contra de un 3%" ha quedado "obsoleto", defendió. Esta exigencia neoliberal quedó suspendida con el estallido de la pandemia. Ahora, sin embargo, su restauración es uno de los asuntos espinosos de la política europea.

El presidente anunció la creación de "un servicio cívico europeo". Es decir, una especie de voluntariado remunerado para los menores de 25 años. Reivindicó, asimismo, "un gran trabajo sobre la historia" del Viejo Continente. Esta iniciativa tendrá como objetivo "forjar una historia y una historiografía de nuestra Europa", y así compensar los relatos tendenciosos y revisionistas del pasado. También quiere impulsar un mecanismo europeo para limitar la importación de productos, como la soja o el aceite de palma, que provocan una gran deforestación en los países de origen. Y celebrar una cumbre entre la Unión Europea y la Unión Africana en febrero.

La agenda de la presidencia francesa de la UE se augura apretada. Tras su llegada al Elíseo en 2017, Macron destacó por sus discursos líricos sobre el continente y su espíritu voluntarioso. Pero luego se vio eclipsado por Merkel. Su gran logro en política europea fueron los fondos de reconstrucción y solo resultaron posibles gracias al 'sí' de Alemania. Con la marcha de la líder de la CDU, confía en contrarrestar la hegemonía alemana. Tendrá su primera oportunidad este viernes con la primera visita a París del nuevo canciller, el socialdemócrata Olaf Scholz.