La profecía tan temida se ha cumplido en Chile: José Antonio Kast, un outsider e hijo de un ex militar nazi que mezcla la jerga de Vox y Jair Bolsonaro, competirá con el joven diputado de izquierdas, Gabriel Boric, por la presidencia el próximo 13 de diciembre. El abogado Kast, del Partido Republicano, obtuvo el 27,9% de los votos en la primera vuelta de las elecciones más tensas y a la vez de más baja participación desde que se recuperó la democracia, en 1990: casi el 45% de las personas en condiciones de sufragar acudieron a las urnas, un inequívoco síntoma del desapego de las mayorías de la política, a dos años del estallido social. Boric, de Apruebo Dignidad, la alianza que conforman una nueva izquierda forjada en las protestas estudiantiles de la última década, y el Partido Comunista, cosechó el 25,8% de las adhesiones. "Boric quiere indultar a los vándalos que destruyen. Fue Boric y el PC los que se reúnen con terroristas asesinos", le dijo Kast en la noche del domingo para calentar la campaña que se avecina. "Tendremos que elegir entre libertad y comunismo".

"Hemos recibido un mandato y una responsabilidad tremenda: liderar una disputa por la democracia, la inclusión y el respeto a la dignidad. Acogemos el desafío con humildad. Necesitamos trabajar por la unidad de los demócratas. La segunda vuelta será estrecha y difícil, pero la vamos a ganar", respondió Boric minutos después, y llamó a un "cambio con responsabilidad". El diputado, de 35 años llamó a "sumar más voluntades", tratando de entender la "angustia" de quienes no eligieron a la izquierda.

Nunca antes los candidatos presidenciales pasaron a un segundo turno con tan bajo porcentaje. Los equipos de Kast y Boric salieron de inmediato a buscar acuerdos con los representantes de las fuerzas derrotadas. Uno y otro deberán negociar sus programas a cambio de apoyos que deben ser inmediatos. "No voy a votar por Boric", anticipó Sebastián Sichel, el abanderado de una derecha moderada que pagó el precio de defender la obra del presidente Sebastián Piñera y solo recibió el 12,6% de los sufragios.

Tiempo de negociaciones

Es la primera vez desde 1990 que las fuerzas tradicionales del conservadurismo, Renovación Nacional y la Unión Democrática Independiente (UDI) quedan fuera del ballotage. Lo mismo ha sucedido con los partidos de la centroizquierda que gobernaron Chile desde la recuperación de las instituciones y 2010. Su candidata este domingo, Yasna Provoste, quedó muy por debajo de sus expectativas (11,7%). Ella expresó su rechazo a la posibilidad de que un "fascista" ocupe el Palacio de la Moneda, el próximo 11 de marzo. Aseguró en ese sentido que no será "neutral" ante la encrucijada que enfrenta el país. Sin embargo, la demócrata cristiana Provoste se abstuvo de entregarle un "cheque en blanco" a Boric. "Quiero escuchar lo que tiene para ofrecerle al país", dijo, y ya le sugirió un pacto y una moderación de su proyecto.

Boric esperaba a su vez recibir el apoyo de Marco Enríquez-Ominami, cuyo partido, el Progresista, también de centroizquierda, llegó al 7,6% de los votos. Es altamente probable que coseche también los votos de Eduardo Artés, un dirigente social que representa a una facción marginal del partido comunista, y que consiguió el 1,5% de los sufragios.

El enigma Parisi

Sin embargo, esa sumatoria de adhesiones no le alcanzaría para garantizar su victoria el 13 de diciembre con el 50% más uno de los votos. A partir del lunes, tanto Boric como Kast deben salir a buscar a los chilenos que este domingo optaron por el excéntrico Franco Parisi, del Partido de la Gente. El 13,2% que obtuvo este economista ha sorprendido a los analistas. Parisi hizo campaña a través de las redes sociales desde Estados Unidos, donde debió permanecer por haber contraído el covid-19. Sus votantes parecen más cercanos a Kast, especialmente en su discurso contra la inmigración. El abogado los sedujo en la noche dominical con proclamas de mano dura. Las previsiones sobre el resultado de la segunda vuelta son todavía provisorias. Dependerá en parte del nivel de participación.

Llamado a la moderación

Piñera fue el otro gran perdedor de la jornada. Antes que hablaran los principales contendientes, les pidió "desde el fondo del alma" que "busquen siempre los caminos de la paz y no la violencia, los caminos del diálogo y no de la división, de la responsabilidad y no del populismo, la moderación y no la polarización".

En este contexto se proyecta como un escenario paralelo la Asamblea Constituyente que debe terminar en pocos meses la nueva Carta Magna que enterrará para siempre la institucionalidad del pinochetismo y en la que la derecha carece de poder de veto. La presidenta de la Convención Constitucional, Elisa Loncon, una académica de origen mapuche, aseguró que quien salga finalmente electo jefe de Estado encabezará en los hechos un Gobierno de "transición" porque iniciará sus funciones sin que todavía rija el nuevo texto fundamental, que deberá ser aprobado a través de una nueva consulta popular, a mediados de 2022. Loncón ya dijo que "no da lo mismo quien gane" el 13 de diciembre. Venza quien venza, el futuro mandatario deberá lidiar con un Congreso sin mayorías.