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Retos de la UE

Crisis migratoria: Los puntos calientes de las fronteras europeas

La estrategia de Bielorrusia de utilizar a los migrantes como arma para desestabilizar a los países fronterizos europeos abre de nuevo el debate sobre la protección de las fronteras exteriores de la UE

Migrantes en la frontera entre Bielorrusia y Polonia, en la región de Grodno. Reuters

La situación se agrava en las fronteras bielorrusas con Polonia y Lituania. El hambre, el frío y el cansancio son una realidad diaria para los migrantes, mayoritariamente iraquís, arrojados por las tropas del régimen de Alexandr Lukashenko hacia las fronteras exteriores europeas desde hace unas semanas. Cientos de ellos se acumulan ahora en las frías zonas boscosas que separan Bielorrusia de Polonia ante la imposibilidad de cruzar al otro lado. Esta es la última y más acuciante crisis humanitaria en las fronteras europeas, pero son varios los puntos calientes en los márgenes de Europea.

Según la estimación más reciente de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), en 2020 había en el mundo aproximadamente 281 millones de migrantes internacionales, una cifra equivalente al 3,6% de la población mundial. Globalmente, el número estimado de migrantes internacionales ha aumentado en las últimas cinco décadas, y la mayoría emigran hacia Europa. El viejo continente ha acogido hasta el año 2020 a alrededor de 87 millones de migrantes internacionales, y muchos de ellos lo hacen a través de flujos ilegales de migración.

Antes de la crisis de los refugiados del 2015 en Europa, solo tres países habían levantado vallas en las fronteras exteriores para evitar la llegada de migrantes y refugiados a su territorio: España (la instalación se terminó en 2005 y se amplió en 2009), Grecia (terminada en 2012) y Bulgaria (en respuesta a la actuación griega, terminada en 2014). A día de hoy, diez estados miembros (España, Grecia, Hungría, Bulgaria, Austria, Eslovenia, Polonia, Letonia, Estonia y Lituania) han construido o reforzado sus muros fronterizos para frenar el paso de personas migrantes.

Bielorrusia

Tanto Polonia como la UE y la Alianza Atlántica han asegurado que el régimen de Alexander Lukashenko ha orquestado la tensa situación que se viene sucediendo en la frontera con Bielorrusia desde septiembre. Según su argumento, entre 2.000 y 5.000 personas, según la fuente consultada, han sido empujadas hacia las fronteras polaca y lituana por el Gobierno de Minsk, en respuesta al apoyo europeo a la perseguida oposición bielorrusa y por haber impulsado sanciones a su régimen por la represión con la que silenció las masivas protestas del 2020. Esos migrantes, en su mayoría procedentes de zonas en conflicto de Oriente Próximo permanecen allí retenidos ante el férreo freno impuesto por el Ejecutivo polaco. Las duras condiciones en las que se encuentran los migrantes en las zonas boscosas donde se encuentran atrapados y los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad han causado ya la muerte a al menos ocho migrantes.

España

En Ceuta y Melilla las vallas escenifican la frontera sur europea y recuerdan con sus alambres de cuchillas que no todo el mundo es apto para entrar en Europa. España es uno de los países pioneros en haber instalado separaciones físicas a modo de frontera para tratar de detener el potente flujo migratorio procedente del norte de África. El Ministerio del Interior invirtió entre 2019 y 2020 un total de 32,7 millones de euros para eliminar las concertinas e instalar en su lugar barrotes semicirculares con forma de peine. Las costas andaluzas y canarias escenifican otro tipo de drama migratorio, el de las pateras y cayucos. Cada año se juegan la vida en el mar miles de migrantes con el deseo de alcanzar el viejo continente. Años atrás estos viajes en barcazas se concentraban en las épocas de buen tiempo como primavera y verano donde las posibilidades de sobrevivir a la odisea eran mayores. Ahora, cada vez se suceden en otras épocas del año para tratar de contar con el factor sorpresa y conseguir llegar a tierra. Los migrantes llegados a España por vía ilegal entre el 1 de enero y el 30 de septiembre de 2021 suman 28.729, un 51% más que en el mismo periodo del año anterior, cuando se contabilizaron 19.024 entradas, según se recoge en el balance publicado por el Ministerio del Interior.

Italia

Italia es un caso parecido al español, pero sus más de 7.000 kilómetros de costa y el hecho de no contar con ningún trozo de tierra (que no sea una isla) en el continente africano la diferencian de España por no tener fronteras físicas. El principal flujo migratorio que afecta al país alpino es el que transcurre por vía marítima principalmente desde Túnez hacia las islas de Sicilia y Lampedusa, una de las islas Pelagias del Mediterráneo. Desde que empezó el año han desembarcado en Italia 56.618 migrantes, casi 20.000 más que el año anterior.

Grecia y Turquía

Tras anunciar Turquía en febrero de 2020 que rompía los acuerdos con la UE y que ya no aceptaría la devolución de migrantes procedentes del Egeo, y por tanto que permitiría el paso de migrantes y solicitantes de asilo hacia Europa, decenas de miles de personas intentaron cruzar la frontera terrestre de Grecia en la región de Evros. Grecia reaccionó enviando fuerzas fronterizas que usaron gas lacrimógeno, cañones de agua y balas de plástico contra quienes intentaban cruzar. Según testimonios recogidos por Amnistía Internacional, estas fuerzas cometieron múltiples abusos, como uso excesivo de la fuerza, palizas, uso de munición real, detención ilegítima y devoluciones ilegales sistemáticas a Turquía, que desembocaron en la muerte de al menos dos hombres y la desaparición de una mujer. Las autoridades negaron sistemáticamente estas prácticas. El flujo migratorio no se reduce solo a esa frontera terrestre, en la que en agosto de este año las autoridades griegas terminaron de construir un muro fronterizo que pretende alcanzar más de 220 kilómetros para hacer efectiva la separación con Turquía, sino que la república helena recibe además multitud de barcazas en algunas de sus islas, principalmente en Lesbos y Samos.

Chipre y Malta

España, Italia, Grecia, Chipre y Malta conforman el grupo conocido como Med5 y son los principales receptores de migrantes por vía marítima. Su proximidad al continente africano las hacen especialmente atractivas para las mafias y los migrantes que tratan de alcanzar sus playas en cayucos y pateras. Actualmente, la isla mediterránea de Chipre es el país europeo con más solicitantes de asilo en relación con su población: solo en 2020 registró 7.000 solicitudes de asilo, ocho veces más que las registradas en Francia. Malta, por su parte recibe parte del tránsito de migrantes irregulares de la ruta que conecta el norte de África con Sicilia.

Los Balcanes

La ruta de los Balcanes ha sido desde hace tiempo la única opción de entrar en Europa Central para muchos refugiados sirios, afganos e iraquís que ante la imposibilidad de pedir asilo y las dificultades económicas optaron por esta peligrosa ruta entre varios países que se ha convertido en un laberinto sin salidas en el que las agresiones por parte de las fuerzas de seguridad ocurren y quedan impunes. La ruta entre Albania, Bosnia y Herzegovina, Bulgaria, Croacia, Eslovenia, Grecia, Turquía, Macedonia del Norte, Montenegro y Serbia se han convertido para muchos migrantes en la única puerta hacia Europa. El incremento de la vigilancia en las fronteras extracomunitarias de Hungría y Croacia desvió hacia Rumanía el flujo de migrantes, aunque muchos quedan varados por el camino en Bosnia y Herzegovina ante los bloqueos ejercidos por las fuerzas de seguridad croatas. Según datos de la policía fronteriza rumana, durante los primeros seis meses de 2021, un total de 8.758 migrantes fueron identificados tratando de cruzar ilegalmente las fronteras, es decir, un 200% más que en el mismo período de 2020.

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